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La mortalidad por infarto muestra la desigualdad entre comunidades

La diferencia llega al 40% entre la de menor tasa, Navarra, y Valencia, la de mayor

Elena G. Sevillano

Las probabilidades de morir por un infarto aumentan o disminuyen en función de la comunidad autónoma de residencia, con una disparidad de hasta el 40% entre las regiones con mejores tasas de supervivencia y las peores. Un estudio de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), con estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad, revela grandes desigualdades en la atención a las cardiopatías. Navarra presenta la menor tasa de mortalidad por infarto agudo de miocardio (6,08%), mientras que Valencia tiene la más alta (8,49%). La existencia de programas específicos de atención al infarto suele coincidir con la mejor tasa de mortalidad, según la SEC, que hoy presenta estos datos en su congreso anual en Santiago.

“En el caso del infarto, ya no es justificable que no exista una organización que defina claramente qué hacer con un paciente, a qué hospital hay que llevarle. Todas las áreas sanitarias y las comunidades deberían disponer de estos programas porque tienen un impacto terrible sobre la mortalidad”, explica el presidente de la SEC, el cardiólogo José Ramón González-Juanatey. Solo nueve comunidades autónomas cuentan actualmente con el denominado Código Infarto: Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, Murcia y Navarra.

Estos programas ofrecen una atención urgente y coordinada para evitar muertes y secuelas. Cuando se activa el Código Infarto, se pone en marcha un protocolo que indica a qué centro trasladar al paciente. Por ejemplo, hay hospitales que solo realizan angioplastias primarias —la técnica más recomendada para tratar el infarto agudo— en horario de mañana. Una buena coordinación en red permite que la ambulancia no lleve al infartado al hospital más cercano, sino al mejor preparado en ese momento.

“La cantidad de angioplastias que se realizan está inversamente relacionada con la mortalidad”, señala Juanatey. Por eso el informe también pone el acento en las disparidades al aplicar esta técnica entre comunidades. Asturias, Murcia y Navarra, por ejemplo, realizan más de 400 por millón de habitantes, mientras que Andalucía y Canarias están por debajo de 200. Una diferencia, por tanto, de más del doble de angioplastias practicadas entre algunas comunidades. Esta técnica consiste en tratar la obstrucción de la arteria mediante la aspiración del trombo y la implantación de un stent (una especie de malla metálica) que dilata la arteria afectada. El otro tratamiento es la fibrinólisis, la administración de fármacos que disuelven el coágulo, pero es menos efectiva y tiene peores tasas de supervivencia, según la SEC.

González-Juanatey precisa que no solo es importante que se practique esta técnica, sino también hacerlo rápido, en un máximo de 90 a 120 minutos desde que el paciente sufre el infarto hasta que se le abre la arteria obstruida. El presidente de la SEC destaca que las cifras han mejorado entre 2011 y 2012, las últimas disponibles. La mortalidad por infarto ha caído de un 7,84% de media a un 7,31%. Algunas comunidades, como el País Vasco, Baleares y Madrid, han reducido en más de un punto su mortalidad por infarto. Asturias y Cantabria han aumentado más de un 20% la tasa de angioplastias.

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El presidente de la SEC cree que la publicación de estos informes, llamados Recalcar (Recursos y Calidad en Cardiología) ha provocado que algunas comunidades autónomas que no tenían Código Infarto lo hayan establecido y que sus prácticas hayan mejorado. “Hacer transparentes los resultados y compararnos siempre funciona”, explica. El Ministerio de Sanidad les ha permitido hacer públicos los datos por comunidades, pero no por hospitales. Estos últimos los envía la SEC al responsable de cada centro, junto con una comparación con los de su mismo nivel, para que pueda evaluar su eficiencia. “Ojalá se hicieran más transparentes los resultados en salud. Una experiencia en Ontario demostró que la mortalidad en cirugía cardiaca bajó del 3,5% al 1% cuando los resultados se hicieron públicos”, añade González-Juanatey.

La SEC también presentará durante el congreso el programa Incardio, que establece por primera vez estándares mínimos en indicadores como la mortalidad o los reingresos. Una “calidad mínima” que deberían tener todos los centros que hacen estas operaciones y que, según González-Juanatey, no es homogénea. De hecho, opina que hay demasiados hospitales haciendo determinados procedimientos. “Deberían concentrarse”, asegura. Los datos muestran que las diferencias más llamativas entre comunidades se dan en la mortalidad en cirugías cardiacas con baipás. Canarias y Murcia superan el 8,5% de fallecimientos; en Navarra y Cantabria no alcanzan ni el 2%.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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