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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El superviviente

Como en los juegos infantiles, el presidente ha dicho que el decreto no vale. Era broma

Lluís Bassets

Los que querían urnas, mesas electorales y papeletas con la doble pregunta las tendrán el día 9 de noviembre, tal como Artur Mas había prometido. La Generalitat les organizará un gran Arenys de Munt, que será otro momento histórico para enriquecer un álbum ya bastante grueso con las fotos de la transición nacional. Tiene toda la lógica que se enfaden los que querían algo más definitivo. Pedían al presidente Mas que hiciera un Seis de Octubre y les ha hecho un Tarradellas. Disfraces en lugar de fugas hacia adelante.

Todo queda pendiente ahora de la siguiente etapa. Hemos cerrado una y abrimos otra. La porcelana del consenso ha quedado cuarteada. No hay unidad entre los partidos soberanistas. El pacto de estabilidad parlamentaria con ERC pende de un hilo. No sabemos en qué queda ahora el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. Aumentan las dudas respecto al acierto del proceso tal como nos lo había explicado hasta ahora el presidente.

La porcelana del consenso ha quedado cuarteada. No hay unidad entre los partidos soberanistas

Ciertamente, todo ello es de muy difícil comprensión por los ciudadanos. Además del secretismo y del rompecabezas legal, las palabras ya no quieren decir lo que querían decir hasta ahora. La consulta no será una consulta sino una forma de participación ciudadana perfectamente legal y posible, según las entretenidas explicaciones del presidente. La gente se registrará cuando vaya a votar. Los catalanes de Madrid podrán participar si aceptan pagar el billete del AVE. Quien quiera, además de votar, podrá realizar todo tipo de tareas, como presidir mesas, hacer de interventor y luego participar en el recuento. Un proceso de participación pero con calculadoras: se necesitan resultados y los tendremos.

Y más aún: la consulta no referendaria no era un referéndum de autodeterminación pero tenía que parecerlo, exactamente igual que la consulta que no es consulta del día 9 no será la consulta referendaria convocada por el decreto firmado por el presidente, pero se parecerá. Como en los juegos infantiles, el presidente ha dicho que el decreto no vale, que no cuenta. Era broma.

La consulta no será una consulta sino una forma de participación ciudadana perfectamente legal y posible
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Cada juego tiene su vocabulario y éste también lo tiene: ésta no es la consulta definitiva, sino la consulta anticipada de las elecciones. Un simulacro, le ha dicho en castellano una periodista probablemente de Madrid: pues sí, un simulacro, le ha dicho el presidente, aunque deduciendo que si es un simulacro no hace falta que interfiera el Gobierno español. La consulta que quería hacer Artur Mas y que suspendió el Constitucional tampoco era la definitiva, nos dice, y sólo lo será una en la que los partidos quieran ir en una lista única para la independencia que sea leída en todas partes, internacionalmente sobre todo, como el referéndum de autodeterminación.

No se sabe ni nos ha dicho el presidente cómo gobernará en la secuencia entre la consulta anticipada y la consulta definitiva que serán unas elecciones anticipadas que tienen como fecha límite 2016. Hay que reconocer que no tiene demasiada importancia porque ya hace dos años que no gobierna, dedicado como está en cuerpo y alma a esta consulta que sólo se celebrará en forma de paliativo. Presupuestos prorrogados y seguir con el monotema, es lo que nos anuncia Artur Mas para la nueva etapa.

No hay duda de que la votación del 9-N será toda una fiesta y que probablemente Esquerra se reincorporará a ella, algo que Iniciativa ya ha rechazado de plano. Pero será una fiesta electoral, la primera organizada por la campaña de Artur Mas, que esperará sentado a que los partidos soberanistas, con Esquerra a la cabeza, se acerquen a pedirle por favor y por caridad que encabece la candidatura presidencial por la independencia. De derrota en derrota hasta la victoria final, ésta es la estrategia de Artur Mas, que desafía ahora a Oriol Junqueras tras haber desafiado a Mariano Rajoy.

Aquel presidente sin ambiciones personales, que siempre decía la verdad y que en cualquier lugar hablaba el mismo lenguaje, se está convirtiendo en un superviviente temible, que no da una pero es capaz de cargar sobre los hombros de sus amigos y aliados todas las fallas de su política errática y de sus intuiciones desacertadas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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