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El euro, Alemania y España

Michael Pettis es un economista norteamericano. Nacido en Zaragoza, Pettis vivió su infancia en Málaga, y ha trabajado en varios bancos norteamericanos. Entre 1996 y 2001, ocupó en el banco de inversiones Bear Stearns el puesto de director-gerente de los mercados de capital de América Latina. En 1998, cuando Argentina era cortejada como la darling (querida) de los mercados internacionales, Pettis escribió un memorándum dirigido al Departamento de Tesoro de Estados Unidos en el que apuntaba que había un 50% de posibilidades de que Argentina suspendiera pagos (default) en tres años y que ello ocurriría, como máximo, en cinco años. El Gobierno de Buenos Aires declaró el default en diciembre de 2001, tres años después de la previsión de Pettis. Ahora concentra su atención en la evolución de la deuda pública y deuda exterior de España, que se apróxima y supera el 100% del Producto Interior Bruto, respectivamente.

Estos días he solicitado autorización a Pettis para traducir su reciente artículo sobre la crisis el euro del inglés al español, ocasión en la que hemos mantenido un intercambio de opiniones por correo electrónico. Él recordó su experiencia latinoamericana y el memorándum sobre Argentina que escribió al Tesoro norteamericano en 1998.

"Mucha gente, incluyendo al ministro Domingo Cavallo, estaba furiosa por el hecho de que alguien pudiera decir una estupidez tan obvia, e incluso el responsable de investigación de mi banco estaba en desacuerdo conmigo, que trabajaba entonces en el departamento de trading, aunque de modo más cortés que Cavallo. Ninguno de ellos entendía la dinámica de la deuda. Una vez que los niveles de deuda alcanzan cierto punto, cambia la manera en que los agentes económicos se comportan y se vuelve muy difícil crecer superando la carga de la deuda. No veo cómo España gestionará la carga de su deuda, que es peor cada año que pasa. O bien el país reestructura su deuda con el perdón de una parte de ella, o la carga fiscal sobre los trabajadores y las clases medias debe incrementarse sustancialmente. Es deshonesto pretender otra cosa".

   Pettis es actualmente profesor de Finanzas en la Guanghua School of Management de la Universidad de Pekín y tanto su información como capacidad de análisis le convierten en uno de los principales observadores de la evolución económica de China.

He aquí su artículo titulado "¿Puede Pedro Sánchez salvar al PSOE?", de fecha 18 de agosto de 2014. que bien podría subtitularse El euro, Alemania y España.

Pedro Sánchez Castejón ha sido elegido nuevo secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El nuevo líder, sin una gran parte del equipaje de la vieja generación de líderes, tiene que hacer frente a una opción importante. Si espera liderar a España y a su partido, debe reconocer que la crisis es, en esencia, un conflicto entre los intereses de los banqueros y los trabajadores europeos; y debería rediseñar las políticas del PSOE a favor de los trabajadores y las clases medias. Si no, va a mirar con nostalgia como la extrema derecha de Europa finalmente se adueña del debate, ya sea directa o indirectamente.

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En toda Europa, no menos que en España, las autoridades se han negado a reconocer las contradicciones fundamentales creadas por la creación del euro. No es un accidente. En la década de 1920, se negaron a reconocer las contradicciones fundamentales creadas por el patrón oro.

La flexibilidad en los tipos de cambio es uno de los mecanismos a través de los cuales una economía se ajusta a la volatilidad en el crecimiento y a las variaciones en los precios relativos. Cuando un país cede el control de su moneda, empero, la volatilidad no desaparece. El ajuste que permite el tipo de cambio de la moneda debe ocurrir ahora por otro mecanismo.

Uno de ellos es el ajuste de los salarios. Bajo un patrón oro estricto, los países con monedas sobrevaluadas normalmente se ajustaron mediante la caída de sus salarios en relación a la de sus socios comerciales, y, por supuesto, el impulso más fuerte para provocar la caída de esos salarios fue el desempleo causado por la expansión del sector de bienes de exportación en detrimento de los bienes domésticos. La volatilidad que podría haber sido absorbida por la moneda, en otras palabras, se resolvió principalmente a expensas de los trabajadores.

El economista norteamericano Barry Eichengreen ha argumentado en Golden Fetters (Grilletes de oro. El Patrón Oro y la Gran Depresión 1919-19139) que el patrón oro duró tanto tiempo durante el siglo XIX probablemente debido a la conexión entre el tipo de cambio y el desempleo, que no fue plenamente comprendida y, aún más importante, que los trabajadores no estaban suficientemente organizados y emancipados para protegerse del ajuste que resolvía los desequilibrios de los tipos de cambio. Debido a que estas condiciones han cambiado, sobre todo en las democracias liberales, Eichengreen consideraba improbable en su libro publicado en 1996 que viésemos un retorno al patrón oro.

 Pero dentro de la zona del euro, el ajuste, al igual que en el patrón oro, se debe hacer.  Dentro de esta zona de Europa los ajustes de los tipos de cambio no son posibles, y como resultado Europa se ve obligada a realizar el clásico ajuste del patrón oro cuando los precios y los salarios están mal alineados internamente.

Y así llegamos a que un país como Alemania ha devaluado efectivamente el euro durante la década posterior a su creación con respecto a países como España, que soporta un euro sobrevaluado. En consecuencia, una mala alineación de salarios y precios (en España) se debe resolver en primer lugar a través de ajustes de precios y salarios. Y esto implica, como es lógico, que países como España se hayan visto obligados a sufrir altas tasas de desempleo hasta conseguir ajustar los salarios.

La forma "correcta" para resolver los desajustes internos sería para Alemania una reactivación de la demanda interna y la subida de los salarios nacionales, pero por una variedad de razones, que tienen que ver principalmente con la determinación de Alemania de proteger a sus bancos respecto a decisiones sobre préstamos realizados en la última década, esta alternativa es poco probable si no existe una gran presión de las naciones llamadas periféricas. Con el fin de proteger a los bancos, que quieren una moneda fuerte, y para que todas las deudas sean totalmente reembolsadas o resulten subsidiadas con transferencias del sector de las familias, el mayor coste del ajuste debe recaer claramente sobre los trabajadores y una clase media ansiosa.

Dicho de otra manera, Europa sufre una demanda estructuralmente débil en gran parte debido a la demanda estructuralmente débil en su mayor economía, Alemania. El resultado es que durante muchos años Alemania se ha basado en el exceso de demanda de los países periféricos de Europa para equilibrar la oferta y la demanda. La crisis de 2008 puso fin a esta forma de equilibrio por lo que es imposible para los países periféricos de Europa volver a un "consumo excesivo". En lugar de resolver el problema mediante el fomento de la demanda en Alemania, la fórmula que está aplicando Europa es reducir la demanda en el resto de la región (la reducción de los salarios merma el consumo). Si Europa fuera una economía pequeña, un aumento en la cuenta corriente {superávit exterior] podría compensar esta creciente debilidad de la demanda interna, pero Europa es demasiado grande como para depender de la demanda externa. La alternativa elegida para "resolver" la débil demanda interna, pues. ha sido confiar la tarea al desempleo.

Proteger el valor de la moneda y la deuda exterior es considerado generalmente como comportarse "de manera responsable", pero tiene un coste. La élite política, tanto de izquierda como de derecha, ha sido reacia a hacer explícita la conexión entre las políticas alemanas, el euro y el desempleo nacional, prefiriendo en lugar de ello culpar a políticas laborales internas equivocadas, a pesar de que estas políticas laborales sean muy anteriores a la crisis del euro. Esta confusión no sólo afecta a España. Mario Draghi, por ejemplo, culpa a "la falta de reforma del mercado laboral y las regulaciones comerciales excesivas" del fracaso actual de Italia para crecer, como si éstos sólo se convirtiesen en problemas después de 2008.

El ascenso de los marginales

No sorprende el hecho de que oscurecer la causa fundamental de la crisis haya dejado la política europea más vulnerable ante los partidos marginales y populistas. Pero mientras que la extrema izquierda hace poco más que dar publicidad a la indignación, la extrema derecha ha montado un ataque hábil y coherente contra la estructura monetaria de Europa y el establishment bancario. Sus ataques no siempre son racionales - culpar a la inmigración extranjera, o a EE.UU, o China, de los problemas de Europa produce un nivel de confusión muy alto - pero se han posicionado con claridad.

He aquí, pues, la razón por la cual la extrema derecha va tan bien en toda Europa, y seguirá haciéndolo, e incluso es probable que con el tiempo, también en España, a expensas de los grandes partidos. Ni el PSOE ni el PP reavivirán la economía de España actuando "con responsabilidad", dada la intransigencia de las fuerzas subyacentes en la crisis económica. Excepto en el caso muy poco probable de que Alemania invierta enérgicamente las políticas de contención salarial de las últimas dos décadas, España realmente sólo tendrá dos opciones políticas, ambas muy difíciles.

Madrid puede provocar confusión en el consenso de la élite y moverse agresivamente hacia la reestructuración de la deuda externa de España, mientras redefine su participación en el euro, por ejemplo, abandonando la unión monetaria al tiempo que comprometiéndose de manera creíble (con apoyo de Alemania) a reintegrarse en una fecha determinada. En tal caso, España sufrirá un año de caos antes de que las reformas puestas en práctica, irónicamente, por Mariano Rajoy puedan generar el retorno a un crecimiento rápido.

Alternativamente, España puede seguir sufriendo muchos más años de alto desempleo y, con ello, una carga creciente de la deuda. La reciente mejora anémica de la economía española, anunciada a bombo y platillo, no ayudará casi nada a resolver cualquiera de estos problemas, sobre todo con Alemania y Francia debilitándose. El desempleo se mantendrá elevado durante muchos años y la combinación de desempleo prolongado, la emigración de muchos de los mejores y más brillantes profesionales, la infraestructura deteriorada del país, y una erosión en el panorama político consolidarán a España como una de las naciones enfermas de Europa durante décadas.

Para evitar la irrelevancia del PSOE, Pedro Sánchez debería reconocer explícitamente que los fracasos de las políticas acumuladas en las últimas cuatro décadas, incluyendo la rigidez laboral y la corrupción fuera de control, aunque muy reales, no son la causa de la crisis. La alta tasa de desempleo de España, la deuda excesiva y el estancamiento del crecimiento son el resultado indirecto de las políticas puestas en práctica por Alemania dirigidas a reducir la participación de los salarios alemanes en el PIB y reducir la inversión nacional. Estas políticas han creado en España los mismos problemas que afectaron simultáneamente a Portugal, Francia y al resto de la Europa periférica.

Desde el año 2001, con el consumo y la inversión decreciente en relación con la producción de bienes y servicios de Alemania, la única forma de que Alemania pudiese evitar un aumento del desempleo era conseguir un superávit creciente en su cuenta corriente. Las restricciones impuestas por el euro, que garantizaron las exportaciones masivas de capital alemán al resto de Europa, permitieron a Alemania obtener este superávit, mientras que sus vecinos europeos, sin control de su política monetaria e incapaces de impedir que las importaciones de capital alemán provocaran la subida del precio de los activos y de los productos de consumo, se vieron obligados a sufrir fuertes déficits exteriores.

Estos países tenían sólo dos posibles respuestas a los desequilibrios alemanes. En primer lugar, los tipos de interés bajos y las importaciones de capital creciente de Alemania desencadenaron un auge del consumo, no sostenible, y elevaron los costes internos en relación con Alemania; esto es lo que pasó antes de 2008. En segundo lugar, la renovada competitividad obtenida por la industria alemana obligaría a los vecinos europeos de Alemania a absorber el desempleo que debería haber afectado Alemania; esto es lo que hicieron después de 2008, una vez agotado el auge del consumo.

Su compromiso real con Europa hizo difícil a los políticos la tarea de reconocer que la crisis fue causada por muchas de las políticas, incluyendo la creación del euro, que parecían fundamentales para la unificación europea, por lo que se culpó a las distorsiones internas, y sobre todo a los altos salarios, de la crisis. Una vez que el Banco Central Europeo (BCE) expresó su disposición [julio de 2012] a proporcionar liquidez ilimitada, y a pesar de la carga elevada y creciente de la deuda y el fuerte desempleo, Bruselas declaró que la crisis del euro, en gran medida, había quedado atrás.

 La crisis no es por el precio de los bonos

Pero aunque los inversores puedan ser perdonados por pensar así, la crisis europea no es por el precio de los bonos [los precios de los bonos funcionan de manera inversa a los tipos de interés de modo que cuando el tipo o yield sube, el precio baja, y viceversa].

El colapso de los precios de los bonos en 2008-09 reflejaba los temores muy reales a la insolvencia [default], y el hecho de que el BCE expresara su compromiso a dar liquidez ilimitada no ha resuelto en absoluto el riesgo de insolvencia. Lo que es más, los precedentes históricos sugieren que la determinación del BCE sólo durará hasta que los bancos europeos, y especialmente los bancos alemanes, hayan sido recapitalizados suficientemente (a expensas de los hogares, por supuesto) como para reconocer que muchos países europeos nunca pagarán sus deudas. Una vez que tengan el capital para absorber los incumplimientos soberanos, el apetito de Alemania y de otros países para seguir financiando una deuda impagable se desvanecerá.

Un reciente artículo de los economistas Barry Eichengreen y Ugo Panizza pone de relieve esta clara contradicción. Los autores muestran que países como España pueden pagar su deuda sólo bajo supuestos inverosímiles sobre el tamaño de los superávit fiscales necesarios para hacerlo. Su conclusión: "Para que las deudas de los países de Europa con problemas sean sostenibles, en ausencia de reestructuración, ayuda externa o un aumento inesperado de la inflación, los Gobiernos tendrán que conseguir grandes superávit presupuestarios primarios [sin contar el pago de intereses de su deuda], en muchos casos superiores al 5% del PIB, durante períodos de hasta diez años. La historia sugiere que este tipo de comportamiento, aunque no del todo desconocido, es excepcional. Los países que han logrado esos grandes superávit por períodos tan prolongados se han enfrentado a circunstancias excepcionales. A fin de cuentas, este análisis no nos hace optimistas respecto a que los países en crisis de Europa sean capaces de mantener superávit presupuestarios primarios tan grandes y persistentes según lo proyectado oficialmente". 

http://www.voxeu.org/article/can-large-primary-surpluses-solve-europe-s-debt-problem

En otras palabras, en algún momento, cualquiera de los los países periféricos europeos tendrán que o bien exprimir a sus ciudadanos mucho más de lo que parece posible en una democracia, o estos países tendrán que reestructurar su deuda con el perdón de una parte significativa de ella.

La extrema derecha, y sobre todo el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, ha diseñado un ataque frontal sobre la fuente real de la crisis del euro. Reconocen que las políticas que obligaron a bajar los salarios alemanes han creado el colapso de la demanda, y que el euro fuerza al resto de la región a competir con Alemania reduciendo los salarios nacionales, lo cual, paradójicamente, reduce todavía más la demanda general en Europa. Mediante el abandono de la Unión Europea y la recuperación del control sobre la política monetaria, Francia seguramente podría lograr un descenso del paro, una fuerte mejora en su cuenta corriente, y el crecimiento más rápido del PIB.

El establishment francés insiste en que Le Pen no es una amenaza, porque si alguna vez se vuelve demasiada poderosa, la izquierda y el centro se unirían contra ella para impedir que el Frente Nacional gane cualquier elección. Pero incluso si tuviesen razón, habrían perdido el debate. La única manera de que los partidos de centro puedan evitar una victoria del Frente Nacional solo sería posible mediante la adopción de la mayor parte de sus políticas. Es lo que apunta un reciente artículo en Le Monde Diplomatique: "Sin embargo, la principal razón [para el fracaso anterior del FN en llegar el poder] puede haber sido la adopción por Sarkozy de políticas de primera necesidad avanzadas por el FN: la promoción de una identidad francesa; preferencia de los nacionales en el trabajo; acceso a la protección social y servicios públicos; hostilidad hacia la inmigración de bajos ingresos; las leyes de delitos especiales para los inmigrantes nacidos en el extranjero. Los votantes simpatizantes del FN vieron a Sarkozy como un instrumento más viable para su política. Como Le Pen Jr. ha explicado, "lo único que debilitó el Frente Nacional fue la estrategia de Sarkozy de presentarse como una especie de doble del FN". Sarkozy vio que "el pueblo francés se estaba volviendo cada vez más hacia la opción del Frente Nacional. Se las arregló para aprovechar la fuerza de ese río y desviarlo para su propia ventaja. Pero ahora, ríe Marine Le Pen, el río ha vuelto a su propio lecho".

La élite política de Europa se niega a reconocer lo que es bastante obvio. La unión monetaria, tal como funciona en la actualidad, fuerza a que los desequilibrios en un país afecten a los vecinos dentro de la unión, y no existe un mecanismo para la resolución de los desequilibrios en el lugar de origen. Países como Francia y España no tienen manera de hacer frente a las políticas en Alemania que forzaron al aumento de la tasa de ahorro nacional del país (reduciendo los salarios), al tiempo que disminuyeron la inversión nacional, excepto mediante la reducción de sus propios ahorros nacionales, ya sea bajo la forma de un boom de consumo insostenible [años 2000-2008] o un aumento en el desempleo [2008 en adelante].

Banqueros responsables vs. trabajadores hambrientos

En esta división entre la "responsable" élite política y la derecha anti-euro "irresponsable", Europa está reproduciendo una de las batallas clásicas de la historia entre banqueros y trabajadores. A lo largo de los siglos XIX y XX (y de hecho mucho antes), la deuda y las crisis monetarias han enfrentado a unos contra otros. A veces, los banqueros ganan, como lo hicieron durante la década perdida de América Latina de la década de 1980, y los EE.UU a finales de 1970, y, otras veces, aunque nunca sin lucha, ganan los trabajadores, como lo hicieron en la década de 1930, tanto en los EE.UU bajo Roosevelt, o en Alemania (aparentemente) bajo Hitler [programa de obras públicas y fabricación de armamentos].

Tanto si los banqueros tienen razón sobre los beneficios a largo plazo de mantener el curso o son los trabajadores quienes la tienen (y la historia deja claro que ninguna de las partes siempre tiene la razón), los responsable políticos de Europa, por defender la moneda y la santidad de la deuda, respaldan a los banqueros. Con el fin de proteger la estructura monetaria actual han permitido que el desempleo de los trabajadores se eleve y la incertidumbre y el miedo se propague a través de la clase media.

Pero aunque en el largo plazo puedan estar en lo cierto para adoptar esa posición, los precedentes históricos sugieren que los votos de los descontentos irán a cualquier partido, hacia la izquierda o la derecha, que defienda más vigorosamente la causa de los trabajadores contra los banqueros. Si los partidos de centro no lo hacen, como hizo Roosevelt en la década de 1930, los extremistas lo harán. Mientras los políticos centristas europeos se nieguen a abordar la causa fundamental de la crisis europea, y la extrema izquierda gaste su energía sobre el teatro y la rabia, la cuota de la extrema derecha de votos irá aumentando.

Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, tiene una opción. Puede mantener las políticas de "responsabilidad", en cuyo caso cederá el liderazgo de los trabajadores y la clase media que luchan a la derecha racista y xenófoba, con las terribles consecuencias a largo plazo que ello implicaría para Europa, incluyendo una muy baja probabilidad de que la Unión Europea pueda revivir. O puede ejercer el liderazgo en toda Europa, exigiendo un debate significativo sobre la deuda europea y sobre el euro. Esto exige, entre otras cosas, una discusión sobre la forma de introducir la flexibilidad cambiaria como una altenativa más eficiente para ajustar los costes relativos en Europa, e implica el reconocimiento muy explícito de que gran parte de la deuda europea sólo se puede pagar bajo la forma de una transferencia masiva e inaceptable de riqueza de los trabajadores europeos a los bancos alemanes.

Contrariamente a los alarmistas que ven cualquier paso atrás como una amenaza existencial para Europa, este debate no significaría el fin del sueño de una Europa unificada. Sería simplemente admitir que Europa no cuenta aún con las instituciones necesarias para garantizar la supervivencia de la unión monetaria, y que el capital, el trabajo, la banca y las diferencias fiscales actualmente existentes aseguran que la flexibilidad eliminada por la unión monetaria resurgirá por medios más destructivos. Puede haber una Unión Europea exitosa, y muchos de los cambios que son necesarios para asegurar el éxito probablemente sean relativamente fáciles de aplicar, sobre todo si son parte de un paquete global que incluya la reestructuración significativa de la deuda y el perdón. Pero la estructura actual no lo permite.

Al socavar la fuerza irresistible de los que quieren destruir la Unión, un debate serio que reconozca el coste insoportable para los trabajadores europeos de la estructura actual en realidad podría ser la mejor manera de salvar a Europa. Insistir en que la Europa actual es la única Europa posible no tiene sentido, e incluso muchos de los partidarios más fuertes de Europa pueden entender esto. Pero argumentar que la versión actual de Europa puede evolucionar gradualmente a pesar de los enormes costes que deben ser asumidos por los trabajadores, especialmente en países como España, sobreestima el atractivo popular de Europa y subestima el grado en que las élites políticas han exagerado sus compromisos particulares con su creación.

Los viejos dirigentes del PSOE no lo han elegido para este papel, pero si Pedro Sánchez toma la delantera, en Europa y en España, y abre el debate sobre el euro, si afirma que la estructura actual no funciona y define, con la ayuda que ofrecen los desequilibrios descritos, las vulnerabilidades a abordar en una Unión Europea reformada, el nuevo líder del partido puede detener el declive del PSOE y revertir el repugnante nacionalismo que se propaga por Europa. España y otros países que sufren elevadas tasas de desempleo deben unirse y presionar a Alemania para que resuelva su débil demanda estructural interna, por un lado, y la deuda excesiva que padecen estos países, por el otro.

Sin embargo, si Pedro Sánchez continúa pretendiendo que la crisis se ha resuelto por la disposición del BCE a refinanciar la deuda de España, una disposición que el banco probablemente mantenga mientras los bancos alemanes no estén suficientemente capitalizados como para reconocer lo obvio [que la deuda es impagable], el nuevo líder socialista puede encontrarse a sí mismo en una España y una Europa que gira todavía más hacia la derecha nacionalista. En la batalla entre trabajadores y banqueros serán los trabajadores quienes, en última instancia, decidan quién habrá de fijar la política. 

Comentarios

tremenda la situación, no sólo de España sino de toda Europa, estamos "embutidos" en una sinrazon de recortes para dirigir los esfuerzos hacia mega empresas en crisis (bancos) y mientras los poderes de los grandes partidos siguen hablando de rojos, derechas, ismos, etc, etc Políticas del siglo XIX en el XXI http://porlajeta.es/zona-paparazzi/7-zona-paparazzi/2508-espana-es-qrojaq.html
Imprescindible y riguroso artículo de la situación actual, que muy pocos economistas y políticos quieren ver. Extremadamente recomendable y oportuno con ocasión de la visita de Frau Merkel.
El mesías y su discípulo más fiel, sin riesgo a negarla ni una vez por asomo.http://casaquerida.com/2014/08/26/disquisiciones-veraniegas-iv/
El riesgo que parece entreverse en todo ello, sin entender de economía.Es que la sociedad a la que se pertenece, se quede fracturada en dos mundos paralelos, que un siendo coetáneos divergen más cada día que pasa.Como las grandes ciudades con centros comerciales y de negocios descomunales, rodeadas de una periferia que vive entre cartones y miseria.En simbiosis.En paralelo, divergentes.Siendo gente, ciudadanos y ciudadanas todo el mundo pero pertenecientes a mundos distintos.Ricos y pobres.
El problema no es que el euro esté sobrevalorado en el conjunto de la economía de la zona, sino sólo en los países periféricos..Entonces, efectivamente, la solución debería consistir en la homogeneización del tipo de cambio en todos los países de la zona. Es decir, sobrevaluándolo donde está devaluado (en Alemania) y devaluándolo donde está sobrevaluado (España). .Y eso se puede hacer no a través de los precios y salarios sino sólo a través de la productividad: que los países donde es alta (Alemania) ayuden a elevarla en los países donde es baja (España), con un gran plan Marshall de nuevo cuño..Creo que esto evitaría la confrontación entre banqueros y trabajadores y el ascenso de un nuevo fascismo.
Qué fácil resulta entender las cosas cuando las explican quienes en verdad desean ser entendidos.
Parece improbable que Pedro Sánchez vaya a redirigir el PSOE hacia la auditoría de la deuda a estas alturas. Ese espacio político ya lo ha ocupado Podemos y el PSOE llega tarde, y por lo que se ve sigue empecinado en apoyar las políticas neoliberales que nos han llevado hasta aquí, por lo que están abocados a la desaparición, o representación simbólica o PASOKización.Lo que está por ver es si Podemos y otras izquierdas periféricas serán capaz de llevar a cabo la reestructuración de la deuda y redirigir elrumbo de Europa antes de que la extrema derecha campe a sus anchas por el resto de Europa.

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