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El jefe de Policía Municipal será inculpado por el Madrid Arena

Concluye la investigación por la muerte de cinco adolescentes en la fiesta de Halloween de 2012 La instrucción encamina al banquillo a 16 personas

Miles de personas en la pista del Madrid Arena, la noche de la tragedia
Miles de personas en la pista del Madrid Arena, la noche de la tragediaALEJANDRO GARCÍA

La tragedia de Halloween en el Madrid Arena fue una tormenta perfecta producida por una concurrencia de graves omisiones. Casi nadie cumplió con su deber la noche del 1 de noviembre de 2012. Ni la policía municipal (que solo desplazó a 12 agentes a un evento en el que debía haber al menos 70); ni el organizador del espectáculo (que metió a casi 30.000 personas en un recinto donde solo podían estar unas 7.500); ni los vigilantes de seguridad (que dejaron pasar petardos y bengalas).

Y también demostró una “gran incompetencia”, según las pesquisas, el jefe del dispositivo médico, el exconcejal de Sanidad de Madrid Simón Viñals, que a sus 77 años aceptó por 1.920 euros hacerse cargo de una especie de trastero convertido para el evento en enfermería que ni siquiera disponía de agua corriente. El resultado: cinco adolescentes muertas por aplastamiento durante una avalancha humana en un recinto que es propiedad del Ayuntamiento de Madrid.

La investigación judicial de estas muertes ya ha concluido y sentará en el banquillo a 16 personas, dos más de las que demanda la fiscalía, según diferentes fuentes consultadas por EL PAÍS. Una novedad: entre los acusados estará el jefe de la policía municipal de Madrid, Emilio Monteagudo.

La tragedia se llevó por delante (dimitieron o fueron obligados a ello) a tres concejales de Madrid, pero no habrá políticos en el banquillo. Ni el juez, Eduardo López-Palop, ni la fiscalía de Madrid, que dirige Manuel Moix, observan una participación directa de estos en los hechos.

Tras casi dos años de pesquisas la investigación concluye que, en un desmesurado ánimo lucrativo, los organizadores del espectáculo, con el empresario Miguel Ángel Flores a la cabeza, vendieron el triple de entradas de las permitidas, unas 7.500. Oficialmente se vendieron unas 22.000, aunque hubo momentos en los que el recinto registró 30.000 personas. La actuación de la Policía Municipal de Madrid también “fue nefasta” al no deshacer, pues ese era uno de sus cometidos, el macrobotellón ilegal que se celebró esa noche en los aledaños del recinto. Los únicos 12 agentes desplazados no pudieron combatir el gigantesco botellón que, según los investigadores, tuvo una incidencia crucial en las muertes. Y es que, poco antes de la actuación estelar del Dj Esteve Aoki en el Madrid Arena esa noche, las cerca de 3.000 personas que participaban en el macrobotellón entraron en tropel a la planta central del recinto, que ya de por sí estaba colapsado, y desencadenaron la tragedia en uno de los tres únicos vomitorios (de los nueve existentes) que habilitó esa noche la organización del evento como salida. En un pabellón que llegó a albergar a casi 30.000 personas, seis vomitorios o salidas “estaban cerrados”. Cuando entraron esas 3.000 personas a la pista central, el agobio y falta de aire era tal que muchos jóvenes decidieron salir a la calle. Pero se toparon en el vomitorio con los que entraban del botellón, muchos ebrios, a través de un portón de emergencias que conducía a la pista central. Jamás debió abrirse ese portón, según los investigadores. Allí se formó un tapón que llegó a tener hasta ocho cuerpos de altura, unos sobre otros.

Los imputados en la tragedia del Madrid Arena serán los que a continuación se indican, siempre según las diferentes fuentes consultadas por EL PAÍS. Estos medios aseguran que el magistrado López-Palop está terminando de redactar el auto en el que les atribuye cinco delitos de homicidio por imprudencia (las cinco fallecidas) y otros delitos de lesiones por las heridas que sufrieron muchos jóvenes que decidieron pasar la noche de Halloween en un pabellón municipal viendo la actuación del Dj Steve Aoki.

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Doce agentes en la noche trágica

El jefe de la Policía Municipal de Madrid, Emilio Monteagudo, se sentará en el banquillo de los acusados por la tragedia del Madrid Arena (salvo que, ante un recurso, la Audiencia de Madrid lo exonere). Solo 12 policías locales fueron desplazados la noche de Halloween al pabellón del Madrid Arena. Monteagudo, según fuentes de la investigación, incumplió su misión de evaluar el nivel de riesgo del espectáculo, que triplicó su aforo. Y, como máximo jefe policial, no impidió un macrobotellón que reunió a unas 3.000 personas en los aledaños del recinto; esas personas, en un momento determinado, accedieron al pabellón y propiciaron el colapso de la pista central, las consiguientes avalanchas y la tragedia.

Los investigadores ven un nexo entre la muerte de las cinco jóvenes y el descontrol del botellón, que se extendía a lo largo de un kilómetro en los aledaños del recinto. La policía debió intervenir, sostienen, tanto en el botellón como ante el exceso de aforo, y debió enviar muchos más agentes al recinto, pero no lo hizo. Una supuesta negligencia que deberá explicar su máximo jefe, según los citados medios. En otras ocasiones, a espectáculos similares acudieron “unos 60 o 70 agentes”, en palabras del policía local que acompañó ese día a la oficial responsable del operativo del evento, Cándida Jiménez. Esa noche sólo fueron desplazados al Madrid Arena 12 agentes.

El mismo policía subrayó al juez: “No se intervino en el botellón porque no había suficientes policías, y no van a ir seis policías a una zona a oscuras donde hay mucha gente bebiendo”. Este agente terminó declarando que la “increíble insuficiencia” de agentes se debió a un “conflicto laboral, para no pagar horas”. Cuando la oficial al mando del operativo, Cándida Jiménez, pidió a su jefe más refuerzos ante la envergadura del evento, este, según ella, le espetó: “Búscate la vida”. El testimonio de Jiménez ha sido crucial en las pesquisas.

» Miguel Ángel Flores. Es el principal imputado. Él organizó el espectáculo a través de su sociedad Diviertt. Era el jefe de todo esa noche, según la investigación. Ha tenido que depositar una fianza de 300.000 euros para esquivar la cárcel provisional. Participó activamente en la descomunal venta de entradas, en torno a 22.000. Y permitió el consiguiente descomunal exceso de aforo del recinto, causa de las muertes. Flores ocultó “con mala fe y de forma maliciosa”, siempre según los citados medios, las entradas reales vendidas. Tras la tragedia, las escondió en otro pabellón que estaba cerrado, para que la comisión judicial no supiera cuántas entradas se habían vendido realmente. Luego fueron halladas. Flores actuó guiado por un desmesurado ánimo de dinero; y no le preocupó dejar pasar a 22.000 personas (no hay constancia oficial, pero los investigadores sostienen que en total fueron casi 30.000) en claro detrimento de la seguridad del recinto. Además, para aligerar el acceso de clientes al sobreocupado local, dio instrucciones para que los porteros no se preocupasen en exceso de requisar elementos peligrosos: petardos y bengalas.

» Francisco del Amo López. Era el coordinador de proyectos de la sociedad municipal Madrid Espacios y Congresos, (Madridec), la que gestiona el pabellón Madrid Arena. En su declaración dijo ignorar las cláusulas del contrato entre esta sociedad y Diviertt, la de Flores. Declaró que a las 4.20 de aquella noche Flores le informó de que había dos niñas muertas. Aun así se llegó al acuerdo de que la fiesta siguiera hasta las seis de la madrugada, con el propósito, dijo, de evitar un estado de pánico y más avalanchas. El pabellón carecía de licencia de apertura. Él manifestó que trato de conseguirla, pero que le dijeron que el Ayuntamiento no se iba a conceder a sí mismo la licencia. Aseguró que ignoraba el aforo que tuvo esa noche el recinto y que se hubieran introducido petardos y bengalas. Tampoco sabía que hubiera cámaras de seguridad que solo eran carcasas. Aunque muchos de los inculpados señalan que fue él quien dio la orden de abrir el portón hacia la pista central, él lo niega. Admitió que él lo coordinaba todo, pero los investigadores no aciertan a entender qué coordinó. “Si es que coordinó algo ese día”, señalan.

» Simón Viñals. A sus casi 78 años, era el médico responsable de la enfermería de un evento que él debió saber que reuniría a, como mínimo, 22.000 personas (las entradas vendidas). Los investigadores sostienen que el habitáculo habilitado como enfermería era cualquier cosa menos una enfermería. Ni siquiera disponía de agua corriente. Aun así, Viñals aceptó, por dinero, hacerse cargo de una enfermería que no disponía ni de agua ni de medios para atender eventuales emergencias en un macroespectáculo como ese. Su actuación aquella noche fue “temeraria”, señalan estas fuentes. Estuvo acompañado de su hijo, también médico.

Al empezar a llegar niñas inconscientes a la enfermería se quedó “bloqueado”. El doctor San Juan, médico del Samur, declaró que cuando llegó a la enfermería había tres niñas en parada cardiorrespiratoria (aún vivían) y nadie les hacía maniobras de reanimación. Por su incompetencia, a Viñals —que había sido concejal de Sanidad de Madrid entre 1989 y 2002— se le atribuye un delito de omisión del deber de socorro. También será imputado e irá a juicio, por hechos similares, su hijo Carlos Viñals.

» Santiago Rojo Buendía. Junto a Flores, era el segundo máximo responsable de la organización. Sabía que se pusieron a la venta casi tres veces más entradas de las permitidas. Confesó al juez que tuvo la sensación de que “había muchísima gente”. Pero no hizo nada para acabar con el exceso de aforo. Consta en su declaración (grabada) que escuchó a Del Amo decir que abrieran “el portón”. La apertura del portón, permitiendo así el acceso a la abarrotada pista central de varios miles de personas, tuvo como consecuencia los aplastamientos. Ese portón en ningún caso estaba destinado al acceso de personas. Era una puerta de urgencias y de recogida de mercancías, no para la entrada de personas.

» Miguel Ángel Morcillo Pedregal. Es el tercer máximo responsable del evento. Según su declaración, él era el encargado de las barras colocadas para las bebidas dentro del recinto. Puso las barras en lugares en los que taponaban las salidas de evacuación. En su declaración se contradijo: afirmó que su misión eran solo las barras, pero luego admitió que recogió el dinero de las taquillas.

» José Ángel Rivero. Es el máximo responsable de Madridec. Otorgó en exclusiva a Flores para sus eventos este recinto municipal desde 2008, a pesar de las grandes deudas que tenía Flores con la sociedad. La investigación sostiene que Rivero firmó el contrato para el evento de Halloween en octubre, un mes después de que hubiera comenzado la venta de las entradas. De Rivero es la frase “los de Diviertt son unos sinvergüenzas”.

» Jorge Rodrigo Domínguez. Era el gerente de Madridec. Su responsabilidad es similar a la de Rivero: no hacer nada en materia de seguridad ante ese evento.

» Rafael Pastor. Era el director de seguridad y emergencias de Madridec. En su declaración manifestó que desconocía que, en un espectáculo de ese tipo, tuviera que haber un espacio dedicado a enfermería. También dijo que ignoraba que algunas de las puertas de la cota 0 o pista central estuvieran precintadas. Dijo que no conocía la normativa de incendios ni comprobó el contrato entre Kontrol 34 (empresa que proporcionó vigilantes para el evento) y Diviertt. También dijo que desconocía cómo se hizo la requisa de objetos peligrosos.

» José Luis Rodríguez. Coordinador jefe de seguridad de la empresa municipal Madridec. Admitió que, a pesar de que siempre hay una reunión previa de seguridad entre ellos y la policía para espectáculos de este tipo, en esta ocasión no la hubo. Dijo que él no inspeccionó los alrededores del pabellón (donde se hacía el botellón). Eso, según sus palabras, lo hizo seguridad; no especifica a qué seguridad se refería, pues él era su coordinador. Reconoció, eso sí, que el escenario del espectáculo tapaba una de las salidas de emergencia. Y no hizo nada al respecto. También admitió que en algunos lugares del recinto, en lugar de cámaras, sólo había carcasas sin cámara dentro.

» José Ruiz Ayuso. Según declaró, su misión era la de jefe de emergencias, y su labor, entre otras, supervisar y modificar todo aquello que estuviese mal. Él debía haber evitado que se taponasen las salidas de emergencia. Por ejemplo, la de detrás del escenario. Y dar la voz de alarma ante un problema. La noche de Halloween, según la investigación, “ni supervisó ni dio ninguna voz de alarma de nada ni ordenó modificar nada”. Ni siquiera dispuso mover las barras que taponaban salidas de emergencia. En su declaración dijo que la apertura del portón fue “una barbaridad”. Por él entraron a la pista miles de personas procedentes del botellón exterior. Una barbaridad, pero no hizo nada, siempre según los investigadores.

» José Antonio Díaz Romero. Jefe de equipo de Seguriber, la empresa encargada del acceso al recinto. También atribuye a Del Amo la orden de que se abriera el portón, con las nefastas consecuencias que acarreó esa medida. Y señaló que, aunque esa decisión fue equivocada, nadie discute lo que ordena Del Amo por su condición de director de proyectos de Madridec. A los investigadores les resulta intolerable la continua apelación de algunos imputados a la “obediencia debida”. Si la orden, como él mismo dice, fue una “barbaridad”, nunca debió cumplirse, sostienen los investigadores.

» Raúl Monterde Guillermo. Era también jefe de equipo de Seguriber. En su conducta existen numerosos indicios de que su negligente actuación contribuyó también al fatal resultado. Él era el responsable de las requisas de objetos peligrosos, y atribuyó también a Del Amo la orden de que se suavizasen las requisas y la apertura del portón.

» Roberto Mateos. Se encargaba del control de las cámaras de seguridad y de emergencias; es decir, de que todo quedara grabado y de estar atento ante posibles incidentes. No cumplió con su labor. Se ausentó al menos dos veces del cuarto. Los investigadores creen que casi hubo un abandono total de ese cuarto. Cuando se produjo la avalancha mortal, él no estaba dentro. Además, sabía que en el vomitorio donde se produjeron las muertes no había cámaras, sino carcasas vacías. Entendió que esa zona no era peligrosa. Asegura que todo lo que tenía que hacer se le olvidó cuando le llevaron a una chica inconsciente. A los investigadores les parece demencial que a alguien encargado de un sistema vital de seguridad se “le olvide todo” en una situación así. No avisó de las avalanchas previas a la mortal; no las vio porque no estaba en su puesto.

» Juan José Paris. Coordinador de seguridad en Seguriber y encargado de controlar los accesos y requisas de elementos peligrosos. También culpa a Del Amo de dar la orden de abrir el portón. Y, aunque le sorprendió, también accedió a abrirlo para no incurrir en desobediencia.

investigacion@elpais.es

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