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El hombre que lo apuntaba todo

El contable del Instituto Nóos y administrador de Urdangarin levantaba acta de las reuniones Anotaba todos los detalles del funcionamiento del negocio

El contable Marco Antonio Tejeiro.
El contable Marco Antonio Tejeiro. Alonso M Gamero (EFE)

El arrepentido Marco Antonio Tejeiro Losada es meticuloso y ordenado. En las muchas reuniones internas de la trama del Instituto Nóos, a las que asistió como hombre del departamento contable-administrativo, tomó nota de casi todo lo que escuchó.

No solo levantó acta sino que planteó preguntas escritas, dudas a resolver por personas concretas. Tomaba nota de nombres concretos con las iniciales DT e IU—Diego Torres e Iñaki Urdangarin—. Tejeiro guardó esos escritos y, en el registro de su domicilio, llevado a cabo en 2011, se halló el mapa del tesoro de la piñata de sociedades. “Lo anotaba todo, y así pasó lo que pasó”, comentó ayer un conocedor del caso.

Con los apuntes manuscritos, en folios y alguna nota para sintetizar, el juez, el fiscal y la policía pudieron reconstruir un retrato del negocio, su dimensión, con una estructura en paraísos fiscales y la estructura interna.

“De 100 [euros] que están como beneficio… 75 se transfieren a Belice por el contrato de agencia, 25 se quedan en Londres”, anotó en un documento al dibujar el triángulo de una estructura exterior para una supuesta evasión fiscal en Belice, Londres y Barcelona. Tejeiro era el enlace para mandar recibos a Londres para alimentar con facturas ficticias a la sociedad off-shore De Goes Center For Stakeholder Management. En 2012 defendió ante el juez José Castro que “se limitó a hacer lo que le dijeron”, en relación con el giro de una factura. Con esa documentación el juez y el fiscal interrogaron a los imputados.

El contable arrepentido asistió a cursos en Esade y durante años fue el administrador e interlocutor de Iñaki Urdangarin y su esposa, Cristina de Borbón y, en especial, de su firma Aizoon. Nunca tuvo firma ni poderes, resaltó en el juzgado. Llevó el papeleo, desde las multas a los pagos de la Visa de los duques. Su correspondencia por correo electrónico con Urdangarin, el trato y el tono de sus preguntas ponen de relieve su peso y nivel de confianza: en un folio en cuatro columnas anotó los ingresos de un año del Duque y la Infanta.

Nacido en Gijón en 1958, es uno de los cuatro hermanos que estuvieron relacionados en el caso Nóos, según la investigación. Nacieron en la misma familia, aunque sus relaciones están rotas. No todos se hablan entre sí y, a raíz del estallido de la causa, se han formado dos o tres bandos. Los cuatro Tejeiro nacieron en distintos puntos de España a causa del cambio de domicilio de sus padres.

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La estrella de la familia es Ana María Tejeiro la hermana menor, esposa de Diego Torres, el exsocio de Urdangarin. Niega ser el cerebro en la sombra, asegura que no se acuerda de la matricula de su coche. Dos de los hermanos, Miguel Tejeiro y Luis Tejeiro, son asesores fiscales y economistas y por sus manos pasaron los borradores y las propuestas de declaración fiscal de los duques de Palma. Marco se supone que protege Miguel y Luis ya quedó fuera de la causa

El contable es el segundo gran arrepentido del caso Nóos, tras Pepote Ballester, el amigo de Iñaki Urdangarin y de la Infanta, que declaró contra Jaume Matas y el duque. Pepote, oro olímpico de vela, desveló que el esposo de la infanta Cristina invitó a Matas a jugar al pádel en Marivent y que trataron de negocios en el palacio de verano de los Reyes.

Marco Tejeiro trabajó para toda la trama, un solo negocio con distintas marcas, participó en las primeras juntas del supuesto instituto filantrópico Nóos y estuvo contratado en ese organismo, en las compañías Aizoon, Virtual y Shiriaimasu. Durante una década, Marco Antonio Tejeiro estuvo ligado a Nóos. En 2008 fue despedido, pero él y su hermano Miguel siguieron vinculados a Urdangarin, según los escritos de Manuel González Peeters, abogado de Diego Torres. Marco confesó al juez que su sueldo anual máximo en Nóos fue de 35.000 euros brutos. A veces la familia adjudicó trabajillos de traducción a su esposa, Carmen, “que sabe mucho inglés”, aunque solo facturase 35 euros.

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