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El DC-3 que no dejó rastro

Una juez de EE UU obliga a la CIA a buscar documentación sobre un avión que desapareció en España con dos militares estadounidenses

MARIANO ZAFRA / EL PAÍS

"Al desembarcar en Barcelona nos asustamos porque el Douglas DC-3 no había llegado. Pero pedimos información a [la torre de control] de Zaragoza y nos dijeron que el avión despegó [el 3 de octubre de 1980 del aeropuerto madrileño cívico-militar] de Cuatro-Vientos media hora después de nuestra salida. Ya sosegados, decidimos cenar en Barcelona". Wal Davis, un cineasta que voló hasta Barcelona en un avión Cessna, era el encargado de filmar en vuelo, para un documental, al DC-3 y a otro avión de transporte histórico, un Junker Ju 52, que iba a hacer el mismo recorrido.

A la mañana siguiente, Wal Davis supo que el avión al que esperaba definitivamente había desaparecido sin dejar rastro. Empezó entonces una búsqueda del aparato que no dio resultado. La suerte del DC-3 sigue siendo un enigma 34 años después. "Los casos de desaparición de aeronaves, se ven rodeados del misterio que produce la falta de datos", reza en su conclusión el informe técnico español de la época sobre aquel suceso.

No solo en los cielos de Asia se evaporan aviones, como el Boeing 777 de Malaysian Airlines con 239 pasajeros y tripulantes a bordo, sino también en los de España. Un tercio de siglo después Stephen Whitaker, uno de los nueve hijos del piloto de aquel DC-3, sigue peleando en los tribunales de EE UU para tratar de esclarecer qué sucedió con aquel vetusto aparato a cuyos mandos estaba su padre, Harold William Whitaker, de 61 años, un militar estadounidense jubilado. Hace una semana consiguió una resolución favorable de una juez estadounidense para que la CIA aporte la información que tenga.

El aparato salió de Cuatro Vientos sin autorización

El DC-3 matrícula ECT-025 había sido adquirido por 5.409 euros en una subasta, en 1979, al Ejército del Aire español por la empresa alemana Kurfiss Aviation, hoy en día disuelta. La dirigía Günter Kurfiss que en diez meses, entre 1980 y 1981, perdió cuatro de sus DC-3. Se estrellaron o desaparecieron con 14 tripulantes. Günter Kurfiss contrató a Harold Whitaker y Lawrence Eckmann para que, tras repararla, trasladasen a la vieja aeronave —fabricada en 1944— de Cuatro Vientos hasta Fráncfort, donde Air Classik había un museo del aire.

Pese a los arreglos, el aparato "no reunía las condiciones más adecuadas para los vuelos", reconoce el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (CIAAC) española. “Dado el fin que se destinaba la aeronave, se le concedió un certificado de aeronavegabilidad restringido”.

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Con prisas para alcanzar el Cessna y para evitar volar de noche, Whitaker despegó a las 15.29 de Cuatro Vientos sin autorización y por una pista no adecuada. A bordo solo le acompañaba el copiloto Lawrence Jerôme Eckmann, de 35 años, padre de cinco hijos, teniente coronel del Ejército del Aire norteamericano, conocido por sus habilidades conduciendo helicópteros. Su primera escala era Perpiñán, según la CIAAC, y no Barcelona. Las condiciones meteorológicas eran buenas excepto en Lleida donde había “calima con baja visibilidad vertical”.

Nada se sabe de lo que le sucedió al avión tras despegar de Madrid . "Se desconoce totalmente lo ocurrido", recalca la CIAAC. Whitaker y su copiloto no mantuvieron contacto radiofónico con la torre de Cuatro Vientos ni con el Cessna y el Junker, a los que debían alcanzar en el aire, “pese a que habían acordado comunicarse en la frecuencia 135.90”. “La posible desorientación, unida a la falta de ayudas para la navegación, pudo originar el accidente, y al no haberse encontrado restos de la aeronave, es posible que cayera al mar, hundiéndose”, concluye la investigación española. Un Aviocar de salvamiento del Ejército del Aire y un helicóptero rastrearon la costa catalana entre Barcelona y la frontera francesa.

Stephen Whitaker, el hijo del piloto, entiende que tanto misterio puede tener otra explicación: la empresa Kurfiss "compraba aviones y contrataba tripulaciones para vendérselas a la CIA" para sus operaciones encubiertas, según cuenta desde su casa de Montpelier en Vermont (EE UU). Lleva años trabajando en esa línea de investigación en España y en su pais. El DC-3 fue uno de los aparatos preferidos de la inteligencia estadounidense para sus operaciones secretas.

A las autoridades españolas, Whitaker les ha solicitado, desde enero de 2008, todo el expediente (libros de mantenimiento de la aeronave, trazas de radar, certificados...) consultado para la investigación. Hasta ahora le han sido denegados por la vía administrativa.

En su país hace ya un par de años que Whitaker optó por la vía judicial después de que varios organismos públicos rechazasen sus peticiones. Invocando la ley de transparencia estadounidense (FOIA) exige a la CIA, y también al Pentágono y al Departamento de Estado, que le suministre todo lo que contienen sus archivos sobre el DC-3 que pilotaba su padre y los otros tres aparatos similares de Kurfiss Aviation que sufrieron accidentes en esos mismos meses.

La semana pasada, dos días después de la desaparición del vuelo de Malaysian Airlines, la juez de distrito Colleen Kollar-Kotelly le dio parcialmente la razón. Afirmó en su sentencia que la CIA había invocado abusivamente algunas de las exenciones previstas en la FOIA para negarse a buscar la información. "Ahora busco a un buen abogado español, no muy caro, que sepa del derecho de acceso a la información, y que me ayude a conseguir una copia de todo el material recopilado" para efectuar la investigación en España. Continuará.

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