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EL ENCAJE DE CATALUÑA EN ESPAÑA

El Gobierno asesta otro golpe a la consulta

El Ejecutivo de Rajoy comunica al Congreso que el referéndum soberanista es inconstitucional. “No caben votaciones especulativas”, alega el escrito

Mas, en el acto en conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Mas, en el acto en conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.Andreu Dalmau (EFE)

El Gobierno de Rajoy y la Generalitat están jugando desde la explosión soberanista una partida con las cartas marcadas. Al movimiento de una de las partes, replica la otra de forma automática conociéndose de antemano su reacción. El Parlamento catalán aprobó en enero elevar al Congreso una proposición de ley para que le delegue la competencia para celebrar el referéndum y ayer trascendió la respuesta formal del Ejecutivo central. En un escrito al Congreso, el Gabinete de Rajoy fija posición y arguye que la consulta no puede hacerse al conculcar dos artículos de la Constitución.

El texto se basa en que la petición de la Cámara catalana contraviene de entrada el artículo 1.2 de la Constitución, que especifica: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Este artículo es el argumento nuclear que esgrime Rajoy para rechazar el plan soberanista. El presidente del Gobierno sostiene que no puede disponer de la soberanía —“¡No está a mi alcance ni tampoco del Rey ni del Gobierno ni de nadie!”, exclamó con contundencia en la convención del PP en Barcelona— porque sencillamente no le pertenece.

El escrito del Ejecutivo apela también al artículo 141.3.2, que consagra que la autoridad para celebrar referendos consultivos para decisiones políticas de especial trascendencia compete solo al Estado. “Es decir, solo puede consultarse lo que se va a decidir: no caben consultas meramente especulativas”, razona el escrito, que alega que Cataluña, de manera “unilateral”, no puede por tanto “decidir jurídicamente su separación de España ni puede tampoco consultarlo”. Así, si no puede organizar la votación, tampoco se le pueda traspasar la competencia.

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El presidente catalán, Artur Mas, y las cuatro fuerzas partidarias del referéndum —CiU; Esquerra, Iniciativa y la CUP— fueron con pies de plomo al redactar la proposición de ley al subrayar que el objetivo era consensuar la votación con el Estado. El preámbulo del texto defiende que el Estado puede ceder la competencia para organizar la consulta en base al artículo 150.2 de la Constitución. El Gobierno intenta desbaratar esa pretensión subrayando que la Constitución prevé transferir facultades de competencia estatal, pero no la “competencia estatal, toda ella, en sí misma”.

El criterio de La Moncloa no causó ayer precisamente sorpresa en los partidos catalanes. En un acto institucional en el Día de Internacional de la Mujer Trabajadora, Mas no respondió en concreto al argumentario del Gobierno, pero dio su particular visión sobre el origen de esta dialéctica. A su juicio, el conflicto soberanista está visualizando un enfrentamiento entre “dos sistemas de valores distintos”. “La reacción de Madrid está muy basada en el orgullo propio, en la dureza, en el ordeno y mando. Es una posición muy hard frente a la catalana, marcada desde hace muchos años por el comercio y la industria, que se sustentan en el trato y en el pacto. Es más soft”, alegó. Mas insistió en que es la mayoría de la sociedad catalana la que defiende el derecho a decidir y concluyó intentando ilusionar a su auditorio con esta pregunta: “¿Os imagináis que este país pueda hacer su propia Constitución?”.

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La oposición del Gobierno al plan soberanista fue acogida con fastidio por Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió, que recordó que ese criterio es idéntico al del PSOE. “Ni unos ni otros quieren nuestra consulta. ¡Un embrollo!”, apuntó el democristiano en las redes sociales. El republicano Alfred Bosch deslizó que con el escrito el PP y el Gobierno han convertido al Congreso en una cámara “especulativa e intrascendente” al buscar burlar el debate. “Han dejado claro que para ellos el Congreso es un simple speakers corner en que los diputados deben limitarse a subir a una caja de zapatos y desahogarse”, dijo.

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