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Aznar ahonda la herida abierta en la derecha al plantar también a Rajoy

El PP no teme una escisión pese a los nuevos desmarques de Aguirre y San Gil

Rajoy charla con Aznar en el campus de FAES en julio de 2012.
Rajoy charla con Aznar en el campus de FAES en julio de 2012. ULY MARTÍN

Como en los peores tiempos de 2008, tras la segunda derrota electoral, casi cada día, y casi siempre empezando por los llamados lunes negros, Mariano Rajoy sufre un nuevo goteo de noticias y declaraciones que ahondan la sensación de profunda fractura emocional y política en el ala derecha del partido. Este lunes fue Jaime Mayor Oreja, una de las tres personas que aspiraron con Rajoy a la sucesión de José María Aznar en 2003, quien le dio un portazo. Y un día después ha sido el propio Aznar, su mentor, el antaño todopoderoso líder del PP y aún hoy presidente de honor, quien le dio un plantón en toda regla, con gran trascendencia política.

La organización contaba con él para inaugurar la convención política de este fin de semana, una cita clave a la que acude todo el partido y que además es en Valladolid, la patria chica de Aznar, que es madrileño pero empezó su trayectoria ascendente como presidente de Castilla y León. Estaba incluso en el programa provisional: el viernes 31 a las 16.00, eso sí como telonero de Dolores de Cospedal, la secretaria general. Pero Aznar hizo saber este martes, justo un día después del portazo de Mayor, un hombre de su confianza, que no acudirá a la convención.

La excusa formal, como sucedió en otra ocasión en la que también dio plantón a última hora, es un viaje. Esta vez a Filipinas. Pero el hecho de que se anuncie a última hora, y la certeza de que Aznar podría mover su agenda si quisiera, no hizo dudar a nadie: se trata de un plantón en toda regla y un nuevo gesto político de distancia del presidente de honor con su sucesor, que llega después de un 2013 difícil, con la entrevista en Antena 3 —en la que Aznar confesó que solo había hablado una vez con su sucesor en 16 meses—, otros discursos muy duros contra la política de Rajoy y la venganza del marianismo, ya que ningún ministro acudió a la presentación del segundo tomo de las memorias del expresidente.

Al margen de la relación entre Rajoy y Aznar, que al contrario de lo que asegura el presidente es casi inexistente y en cualquier caso muy tensa, el choque tiene profundas consecuencias políticas. Aznar, Mayor, Aguirre, San Gil, Ortega Lara... Son apellidos con mucho peso en el PP, en distinta medida: unos peso político y otros simbólico. Y uno tras otro todos están dando muestras de enorme distancia con Rajoy y en especial con su política antiterrorista.

Mientras varios miembros de la dirección nacional trataban de rebajar esa tensión, al menos en público, —“la decisión de Mayor Oreja puede parecer un revés, pero esto no es un revés sino una forma distinta de continuar”, minimizó Cospedal—, Esperanza Aguirre aseguró que siente “mucha pena” por la decisión de Mayor, un “referente” en la lucha contra el terrorismo. Y María San Gil, expresidenta del PP vasco, muy próxima a ambos, acusó abiertamente a la dirección de los populares de “consentir” la “pesadilla” que vive Euskadi “en relación con el entramado” de ETA.

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Algunos dirigentes moderados cercanos a Rajoy están satisfechos, y creen que es bueno para el presidente romper con este mundo —del que él proviene directamente, el núcleo duro del aznarismo— para centrar su imagen, precisamente ahora que la ley del aborto la ha derechizado. Y creen que es mejor que Aznar dé un plantón a que fuera a Valladolid a lanzar otro de sus discursos incendiarios contra Rajoy en presencia del líder. Celia Villalobos llegó a decir que no le preocupa la ausencia de Aznar porque ya le tiene “muy escuchado”.

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Pero otros muchos se inquietan ante la fractura de la derecha, que es para los veteranos la peor de las pesadillas, precisamente la que Aznar logró disolver con un duro trabajo de disciplina casi militar en los años noventa, con el general secretario Francisco Álvarez-Cascos a su lado.

Nadie se imagina a Aznar creando un nuevo partido. Pero la situación interna es delicada. “Aznar no será Suárez, que creó su formación. Y no se irá a Vox, que no tiene entidad y va a ser un fiasco. La derecha española se acuerda demasiado bien de la UCD. El antídoto de la memoria funciona bien aún. Pero las grietas son muy importantes y llegan en un momento difícil para España. Rajoy tiene que hacer algo cuanto antes”, señala un veterano.

“El problema, como en todo, es que Rajoy no parece hacer nada. Deja pasar el tiempo y las cosas explotan cuando menos le convienen. Hay que hacer política, volver a tejer lo roto, hablar con las víctimas, buscar salidas. El presidente no está en esto y la dirección del PP no existe. Génova no funciona en un momento clave”, resume otro diputado.

“Rajoy tenía una estrategia clara para 2014. Lo dijo en el Comité Ejecutivo: hablar solo de economía. Pues bien, nadie está en eso. Hablamos de aborto, de los etarras, de las víctimas, de Cataluña, y ahora de Mayor y Aznar. Algo no funciona y alguna responsabilidad tendrá Rajoy y la dirección”, sentencia otro.

Mientras, los marianistas están indignados. En privado critican la enorme deslealtad de Aznar, de Mayor, de Aguirre y de su mundo, y recuerdan que en 2003 muchos estaban en contra de la guerra de Irak y sin embargo aguantaron estoicos porque era una decisión de Aznar y entendían que le debían obediencia. La cultura cuasimilitar del PP tiene a muchos descolocados, impávidos ante tanta batalla interna descarnada. Y molestos. “Algunos como Aznar creen que el PP es suyo. Y no. Es de los votantes, de los militantes, de los dirigentes. Ahora están mandando unos, entre otras cosas porque Aznar quiso, ya que él eligió a Rajoy, y los demás debemos buscar sitio y ser leales”, resume un diputado.

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