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“Arantza nos lo está complicando”

La abogada de etarras inquieta a los ‘abertzales’ porque continúa intransigente

Hace poco más de tres semanas, en un despacho de abogados de Bilbao, mientras comentaba distendidamente el momento político de Euskadi, un dirigente soberanista admitió: “Arantza [Zulueta] nos lo está complicando, lo está poniendo muy difícil”. Esta alusión crítica a la abogada de presos de ETA, que acaba de sufrir su tercera detención, refleja la inquietud de los estrategas de la izquierda abertzale por la influencia que la postura intransigente en la que esta letrada sigue instalada puede proyectar en las futuras decisiones unilaterales de la banda terrorista.

La presencia de Zulueta, de 49 años, en el acto de expresos etarras el pasado sábado en Durango (Bizkaia) fue entendida inicialmente como su conversión a la línea posibilista detectada en el último comunicado del colectivo EPPK. Quienes han seguido sus pasos en la organización de dicho acto lo niegan. “Sigue siendo la misma de siempre.

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Fue porque es una manera de demostrar que sigue teniendo el control. Sabiendo, además, que si no iba se crearía una imagen de división, que podría haber una voz que empezara a no ser la suya, y ella lo que quiere es que se mantenga la posición monolítica y que ella domine la situación”, asegura una fuente de la lucha antiterrorista. “Ha controlado desde el recinto, que lo pidió su mano derecha, Aitziber Sagarminaga —también detenida el miércoles—, hasta el texto que leyeron, porque sabía que era lo suficientemente ambiguo y que no iba a molestar a los de dentro ni a los de fuera”, en referencia a los presos.

Zulueta ya no reclama para los etarras condenados el cumplimiento íntegro de las penas, como hacía hace 20 años ante la sorpresa de los jueces, cuando pretendía erradicar toda opción de medidas de gracia individuales que no fueran la amnistía general. Pero sigue convencida de que “no se puede acabar dando una sensación de derrota”. En su esquema militarista “acepta los pasos dados para no evitar rupturas, pero quiere otro final distinto del de una disolución de ETA, porque no entiende que se acabe dejando a los presos en la cárcel o con juicios pendientes”.

Zulueta, de hecho, no tuvo inconveniente en jalear al expreso Joseba Artola durante su recibimiento en el Casco Viejo de Bilbao, en contra de la recomendación de la izquierda abertzale de silenciar las excarcelaciones por la derogación de la doctrina Parot.

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La mayor de una familia de cuatro hijos sin especiales vinculaciones al entorno abertzale, Zulueta no está sola en su posición “nada mohicana” sobre el proceso de paz. Retraída en su adolescencia, abrazó la causa abertzale años después, durante sus meses de veraneo en la casa familiar de Santa Elena, encima de la playa de Lekeitio, localidad vizcaína nítidamente euskaldún y a la que se siente muy unida, aunque resida en Bilbao, al igual que sus padres, a quienes visita con frecuencia. Zulueta empezó a sobresalir en las actividades y reivindicaciones promovidas en Lekeitio por Herri Batasuna, con cuyo dirigente local José Ramón Barcina Okamika —también pasó varios años en prisión— mantuvo una larga relación sentimental. Ahora permanece soltera.

Esta antigua estudiante de la ikastola Lauro y licenciada en Derecho, reacia a las relaciones sociales fuera de su círculo, siente, en cambio, el respaldo de “una cohorte de jóvenes abogados que la veneran”, dice quien conoce a este grupo inspirado en torno a la defensa de las Gestoras Pro Amnistía y que son “más militantes de la causa que tácticos”.

Aquel colectivo liderado por Zulueta y Txema Matanzas —auténtico guardián de las esencias etarras, preso en Puerto III—, al que se unieron Iñaki Goyoaga, Txemi Gorostiza y Ainhoa Baglietto, cubrió desde los años noventa las ausencias forzosas del expulsado Txema Montero, Iñaki Esnaola y, en menor medida, Kepa Landa. Empezaban a compartir con Jone Goirizelaia e Iñigo Iruin la defensa de presos o de causas a militantes de la izquierda abertzale.

Con el paso del tiempo, estas dos generaciones de abogados mantienen las relaciones —menos— y el oficio, pero en escenarios y con sensibilidades muy distintas. “A Zulueta nunca le encargarán dentro de la izquierda abertzale un proceso de legalización y a Iruin nunca le sacarán una foto junto a ella ni en el día de la patrona”, asegura un dirigente nacionalista para retratar las dos tendencias que se disputan en el ámbito de las cárceles cómo debe ser el final de ETA.

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