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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Euskadi exige una política de Estado

Urkullu no está dispuesto a un retroceso cuando el fin de ETA está al alcance de la mano

Luis R. Aizpeolea

Cuando al lehendakari, Iñigo Urkullu, le notificaron que el juez Velasco, siguiendo la pauta de la fiscalía, había prohibido la manifestación convocada para este sábado en Bilbao en favor de los presos de ETA, se indignó y recordó que esa marcha anual del mundo de la izquierda abertzale siempre había sido tolerada por los jueces, incluso en etapas en que la banda terrorista asesinaba.

Para Urkullu, aseguran en su entorno, ha llegado el momento de poner pie en pared, porque la política del Gobierno de Rajoy está poniendo en riesgo el proceso unilateral de final de ETA al adoptar medidas coercitivas que ni siquiera se tomaban cuando el terrorismo estaba activo. Y que se toman por intereses partidistas, del PP, ajenos al País Vasco, cuando hace ya dos años que cesó el terrorismo etarra.

Por eso dio ayer luz verde para que el PNV se sacara la foto con Sortu, una foto que no se producía, conviene recordar, desde los tiempos del lehendakari Ibarretxe y del frente nacionalista. Un triste mérito que puede apuntarse el Gobierno de Rajoy por su incapacidad política, al encontrarse agarrotado por el Tea Party español.

Urkullu lleva un año gobernando y mantiene un contacto fluido con Rajoy. El titular de La Moncloa ha hecho caso omiso a todas las propuestas de Urkullu para activar la política penitenciaria —como un acercamiento de presos de ETA a las cárceles vascas, con el precedente de Aznar— con el fin de agilizar el proceso unilateral de desmantelamiento de ETA que protagoniza Sortu. Y el lehendakari ha aguantado el silencio de Rajoy por no hacer el juego a la izquierda abertzale.

Pero a lo que ya no está dispuesto Urkullu es a soportar un retroceso —como estos días, con la guinda de la prohibición de la manifestación— cuando el fin de ETA está al alcance de la mano, solo porque Rajoy tiene que satisfacer al Tea Party español. Si Urkullu no se planta, puede verse desbordado, y ya sabemos lo que pasa entonces porque lo tenemos cerca. Así es que el Ministerio del Interior no va a tener una manifestación, sino una remanifestación, con el PNV sumado, y un clamor en las calles vascas en favor de una nueva política penitenciaria.

El fin efectivo del terrorismo de ETA, con dos años sin atentados ni extorsión; la asunción de los presos etarras de la legalidad penitenciaria, y el próximo desarme de ETA, antesala de su disolución, está pidiendo a gritos para Euskadi una política de Estado y no desde el Ministerio del Interior. Rajoy no debe abordar la situación vasca como si estuviéramos en los años de plomo, como esta semana, porque convierte a Euskadi en una fábrica de independentistas. No hace falta esperar a la reunión que Rajoy y Urkullu van a celebrar a final de mes para un cambio de rumbo. Rajoy aún está a tiempo de evitar otro incendio como el de Cataluña.

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