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Del “quinto pino” a los “hilitos de plastilina en estiramiento vertical”

Cascos y Rajoy gestionaron la crisis con decisiones erróneas y explicaciones ridículas La fallida actuación de los entonces ministros agitó más las protestas en Galicia

El 'Prestige' se parte por la mitad frente la Costa de la Morte.
El 'Prestige' se parte por la mitad frente la Costa de la Morte. ARMADA

La catástrofe del Prestige, la mayor tragedia medioambiental en la historia de España, dejó malparado al Gobierno de José María Aznar, subido en el éxito de una legislatura cargada de datos económicos positivos. El viejo petrolero que llegó en busca de abrigo a las costas de Galicia, herido de muerte con 77.000 toneladas de crudo en sus depósitos, se convirtió sólo unos días después en el mayor fabricante de contaminación marina en toda la historia de España.

La decisión urgente adoptada por el Ministerio de Fomento que pilotaba Francisco Álvarez Cascos de alejar el petrolero lo más posible de la costa en una ruta suicida provocó una tragedia medioambiental gigantesca. En una reunión de urgencia, con el barco apuntando a la costa gallega con su herida negra abierta, los técnicos obedecen las órdenes políticas. Las instrucciones de Álvarez Cascos fueron tajantes. "Sólo querían una cosa: que lleváramos el barco lo más lejos posible", se quejó entonces un responsable del barco.

- Bien lejos, sí, ¿pero hacia dónde?, preguntó un técnico en medio del caos de la sala de crisis.

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- Rumbo 325. Noroeste, respondió un tercero, que parecía tener información.

- Sí, pero ¿hasta dónde? ¿Hasta América acaso?

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- Zona SAR, le contestó.

-¿Hasta dónde?

- "¡Que lo lleven al quinto pino!", llega a decir un ministro.

El barco esparció su veneno negro a través de aquella deriva mortal y el chapapote inundó en pocos días cientos de kilómetros de costa. La tozuda insistencia del Gobierno en minimizar los daños – “Todo apunta a que el combustible que contiene el petrolero Prestige hundido se va a solidificar en el fondo del mar y no va a haber ningún vertido más”, llegó a decir Mariano Rajoy, entonces vicepresidente primero del Gobierno-, chocó estrepitosamente con la realidad, que cada día dejaba en ridículo a los portavoces gubernamentales.

“La rápida intervención de las autoridades alejando el barco de las costas ha permitido que no temamos una catástrofe ecológica”, afirmó el entonces ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Miguel Arias Cañete. “Aquí no hay una marea negra”, apostilló su homólogo gallego, el consejero de Pesca Enrique López Veiga. El ministro de Defensa, entonces Federico Trillo, ideó soluciones más drásticas: “Si no se quiso bombardear el barco antes de su hundimiento para producir un incendio es porque resultaba muy complicado y arriesgado dado que no está claro que se hubiera conseguido consumir todo el petróleo”. Cascos, el ministro que tomó las decisiones clave sobre el petrolero moribundo, afirmó: “No hay báscula que dé la razón a unos o a otros. Inicialmente, el vertido está más compacto y luego se dispersa”. El fallecido Manuel Fraga, entonces presidente gallego, añadió otra nota de humor: “Estos días se decía, en tono de broma, que debería haberme bañado como en Palomares, y la verdad es que para hacerlo tuve que echarle… Pero seguro que si me tiro aquí al mar cojo un catarro, me mancho y aparto la marea. Creo que todo se va a resolver”.

Rajoy llegó a decir: “No hay ningún peligro de que la marea negra alcance a las Rías Bajas”. Sólo unos días después, la marea negra cercaba las Rías Bajas, la mayor reserva de marisco de Europa, llegaba a las islas Cíes y se extendía a la costa de Cantabria y Portugal.

José María Aznar, que se escondió durante días ante la crisis del petrolero, aseguró en el Congreso, cuando el barco estaba hundido y la polémica sobre los vertidos continuaba: “Hay hilos que salen del barco pero que quedan inmediatamente solidificados”. Eran los mismos “hilos” que se grabaron en la memoria de esta historia trágica por una declaración de Mariano Rajoy que le persigue desde entonces, y que leyó sin reparos en una conferencia de prensa porque, según explicó entonces, se lo habían escrito así sus técnicos: “Se piensa que el fuel está aún enfriándose, salen unos pequeños hilitos, hay cuatro en concreto los que se han visto, regueros me dicen solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical”.

El barco descargó entre 5.000 y 6.000 toneladas del combustible tóxico al acercarse a la costa en busca de protección para reparar su herida, pero descargó mucha más cantidad cuando, obedeciendo órdenes del Gobierno, se alejó de las costa hasta partirse en dos a 260 kilómetros del litoral gallego.

Mariano Rajoy, abrumado por la evolución de la tragedia, que contradecía todos sus vaticinios y ponía en cuestión las decisiones adoptadas por el Gobierno, llegó a sacar esta conclusión: "Habremos tenido muchas equivocaciones, como es evidente, pero se ha trabajado con la mayor intensidad".

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