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Rajoy cede ante el sector duro del PP

El partido se enfrenta hoy a su primera gran prueba de fuego con las víctimas La relación con los afectados ha empeorado desde que llegó al Gobierno

Mariano Rajoy y Ángeles Pedraza, durante la reunión que mantuvieron en La Moncloa el pasado miércoles tras el ‘fallo Parot’.
Mariano Rajoy y Ángeles Pedraza, durante la reunión que mantuvieron en La Moncloa el pasado miércoles tras el ‘fallo Parot’.álvaro garcía

Mariano Rajoy ha cedido. En su primera prueba de fuego real frente al sector duro de su partido y el delicado mundo de las víctimas del terrorismo, que siempre ha tenido una vinculación estrecha con el PP, al que ha llegado a marcar la agenda, no aguantó la presión. Lo intentó durante unos días. Mandó a sus ministros a reunirse con las víctimas, evitó a la prensa, esperó a ver si la tormenta amainaba. Pero creció, entre otras cosas por su silencio y una desafortunada frase. “Está lloviendo mucho”, dijo, sin escuchar la pregunta, cuando le pedían un mensaje para las víctimas.

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Tan feo se puso el ambiente que finalmente Rajoy improvisó una reunión con las víctimas para aplacar su enfado el miércoles por la tarde y el jueves, poco antes de romper su silencio para calificar de “injusta” la sentencia, decidió anunciar que mandaba a casi toda la cúpula del PP a una manifestación que, por mucho que el presidente lo niegue en público, en privado nadie refuta que está organizada contra la sentencia de Estrasburgo. Esto es, contra un tribunal, un anatema para un hombre como Rajoy, que es jurista e hijo de juez.

“Durante todos estos años hemos confiado en el Estado de derecho y la Justicia, y ahora nos han fallado”, reza la convocatoria de la protesta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Una frase inasumible para Rajoy, una figura clave de ese Estado de derecho como presidente del Gobierno. Sin embargo, allí estará su partido, por orden suya. “No vamos a la manifestación como Gobierno, pero sí como partido”, explicó en Bruselas. Un periodista alemán, sorprendido, le preguntó cómo es posible que un partido de Gobierno europeo se manifieste contra el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. “Vamos a apoyar a las víctimas, no nos manifestamos contra ningún tribunal”, trató de justificar Rajoy.

Lo cierto es que el PP y el presidente dieron un giro de 180º grados a lo largo de una de las semanas más complicadas de su Gobierno, que arrancó con el esperado anuncio del fin de la doctrina Parot. Eso sí, lo hizo después de trabajar mucho en privado para intentar que la manifestación no se convierta en una protesta contra el Gobierno, algo que aún no está del todo garantizado.

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El presidente no ha logrado frenar las presiones del sector duro del PP ni rebajar las tensiones con algunas asociaciones de víctimas, un frente abierto y no resuelto para este partido. Entre los dirigentes está muy asumida la idea de que fue el propio partido el que dio un enorme protagonismo político a la AVT, entonces presidida por Francisco José Alcaraz, cuando el PP estaba en la oposición. Las víctimas fueron los arietes contra la política antiterrorista del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El PP les acompañó en hasta ocho manifestaciones con gritos durísimos contra el PSOE. Ahora quieren evitar que se vuelvan contra ellos.

Alcaraz llegó a marcar la agenda de los populares, que fueron a algunas marchas muy forzados. Hasta que, con maniobras del PP y de otros, Alcaraz acabó fuera de la presidencia de la AVT, que quedó en manos de Ángeles Pedraza tras se presidida por Juan Antonio García Casquero. Ahora Alcaraz lidera otro grupo, Voces contra el Terrorismo, tiene un discurso durísimo contra la política de Rajoy y el PP está trabajando para que no se suba hoy a la tribuna. Con Pedraza la relación es distinta, aunque también muy compleja. Las víctimas, al menos estas víctimas —otras asociaciones han defendido que hay que acatar la sentencia por mucho que les duela— no se acaban de fiar del Gobierno de Rajoy. Por eso el PP va a la marcha, para evitar una ruptura definitiva que los populares creen que no se podrían permitir.

El Gobierno intenta evitar que la protesta se vuelva contra él

Los titubeos de esta semana resumen una relación que ha ido deteriorándose desde que Rajoy llegó a La Moncloa en noviembre de 2011. Y la imagen de hoy, en la protesta de la plaza de Colón de Madrid, estará en las antípodas de la de marzo de 2007, cuando más de 300.000 personas desfilaron en la capital contra la política antiterrorista del Gobierno del PSOE y, en concreto, por el caso De Juana. Entonces, Rajoy participó entusiasta en esa protesta que acabó con un multitudinario y atronador “¡Viva España!” y, días después, llegó a decir: “Fue lo más bonito que he visto en mi vida política. Fue hermosa”. Hoy el presidente no estará, y lo que más temen los suyos es que los gritos de entonces contra Zapatero se vuelvan ahora contra él.

El escenario es radicalmente distinto. El PP está en La Moncloa y, sobre todo, hace dos años ETA anunció el cese definitivo de la violencia. No obstante, el sector duro del partido, la vieja guardia de los populares vascos, el PP de Madrid con Esperanza Aguirre a la cabeza —que este sábado calificó de “infame” el fallo de Estrasburgo—, el entorno de José María Aznar y algunas asociaciones de víctimas siguen reclamando a Rajoy más contundencia.

La dirección del partido empezó a trabajar en febrero de 2012 para evitar una rebelión de las víctimas y un efecto potencialmente catastrófico en términos electorales. Después del congreso de Sevilla, miembros de la cúpula como el responsable de Justicia y Libertades, Iñaki Oyarzábal, o el propio Carlos Floriano mantuvieron reuniones formales con las principales organizaciones de afectados. Marimar Blanco, hermana de Miguel Ángel y miembro de la dirección del PP, es un personaje clave de enganche con ese mundo.

El PP considera que una ruptura con las víctimas es “inasumible”

Sin embargo, pese a los intentos de acercamiento, empezaron las decepciones. A Pedraza, actual presidenta de la AVT, no le gustó la respuesta que dio la dirección a su demanda de ilegalización de Amaiur. “De momento no es recomendable pedirla”, le dijeron. Meses después, las relaciones se tensan por la política penitenciaria del ministro del Interior, Jorge Fernández. El Gobierno anuncia un plan de reinserción y admite que la dispersión de presos de ETA ya no tendrá sentido en un escenario de disolución de la banda. Aunque nunca lleva a cabo este plan, Voces contra el Terrorismo organizó en Colón la primera protesta de las víctimas contra el Gobierno de Rajoy. La AVT de Pedraza no acudió y el PP creía haber logrado controlar a la asociación mayoritaria. Pero las cosas se fueron complicando.

La excarcelación en el verano de 2012 de Josu Uribetxeberria Bolinaga, secuestrador de Ortega Lara, derivó, además, en un choque interno que no se vivía desde 2008. Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja se encararon a Rajoy y Jorge Fernández en septiembre, en una de las reuniones del Comité Ejecutivo Nacional más tensas que se recuerdan.

Al mandar a la cúpula del PP este domingo a Colón —todos menos Cospedal, que alega un compromiso privado, y él mismo, que se quedará en La Moncloa—, Rajoy cede para evitar un coste político interno que cree inasumible, sobre todo cuando ya tiene al electorado natural indignado por sus subidas de impuestos y el incumplimiento radical de sus promesas. El presidente confía en que así al menos ha salvado los muebles. Aunque hasta que no vea la protesta de hoy, nadie sabrá si acertó o no.

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