Ensayo general de juicio penal
Mira por dónde, la demanda civil de Dolores Cospedal se ha convertido en un gran acto fallido, en un bumerán en toda regla. Asistimos este viernes en Toledo a lo que podría llamarse un ensayo general anticipado de lo que podría ser un juicio en la jurisdicción penal por los llamados papeles de Bárcenas.
Una cosa es que Bárcenas declarase lo que sabemos ante el juez y las partes personadas. Otra es que todos los ciudadanos, aquí y fuera de España, hayan podido verlo. Aunque sea por plasma desde la cárcel de Soto del Real. Y ha sido así porque la demanda pretendía ir al fondo de la cuestión, a saber, que es falso que Bárcenas le pagara dinero negro en sobres, y que la contabilidad manuscrita fue construida de una sola vez como un instrumento de chantaje sobre el PP. Por eso demandó a Bárcenas y a EL PAÍS en presunta protección de su honorabilidad.
Bien. La gran diferencia entre esta demanda y la de los otros dirigentes del PP, que este viernes la retiraron, es que el PP basaba gran parte de sus argumentos en las “burdas fotocopias”, “amañadas”, publicadas por este periódico.
La demanda de Cospedal no. Cuando Bárcenas decide plegarse a las palabras de Rajoy —los papeles son “apócrifos”, dijo el presidente—, la demanda de Cospedal recoge su versión de que esa contabilidad no existe. Pero la línea de ataque contra Bárcenas y contra EL PAÍS es el fondo: la falsedad de lo que dicen los papeles.
¿Adónde nos conduce este matiz? A lo siguiente: ¿es posible desistir de su demanda contra EL PAÍS, como ha hecho Cospedal, y resulta comprensible mantenerla contra Bárcenas?
Si lo que está en danza es el fondo, el hecho de que la autoría sea de Bárcenas, cosa que Cospedal no cuestionaba, es un pretexto falaz para desistir. No resulta coherente compaginar el desistimiento respecto a una de las partes y persistir contra la otra de este modo. Porque el argumento es el fondo; a saber, que ella no cobró de la mano de Bárcenas.
Cospedal ha montado este viernes, por tanto, una comedia. Porque no es precisamente ahora cuando se ha sabido que Bárcenas es el autor. El extesorero del PP no solo lo admitió el pasado 15 de julio, sino que aportó al juez Ruz los originales de las fotocopias publicadas por EL PAÍS.
En su declaración, la secretaria general del PP, como ya lo hiciera en su demanda, falsifica la salida de Bárcenas de su puesto en 2009, como si hubiese sido el producto de “su grave implicación en los hechos de corrupción que resultaban de las investigaciones sumariales”.
¡Pero si el PP, como acusación particular primero y acusación popular más tarde, respaldó a Bárcenas al punto de que el juez Ruz y la sala de lo Penal de la Audiencia se vieron obligados a expulsar a dicho partido por dicha defensa impúdica en abril de 2013!
Y recordemos que, en su comunicado de 28 de julio de 2009, el PP reconoce sus servicios prestados y dice: “El PP considera que la renuncia es transitoria hasta que quede acreditada su inocencia. No se procederá a la sustitución de Luis Bárcenas”. Y lo esencial: sigue en sus funciones de facto, hecho que ha sido confirmado por el entonces gerente Cristóbal Páez en su declaración judicial. Y después, en abril de 2010, Bárcenas renuncia a su escaño y pacta, según declaró Cospedal al juez, con Javier Arenas y Rajoy seguir cobrando 21.000 euros brutos (18.000 netos) mensuales. Más coche, secretaria, y despacho.
Después de todo esto, no es extraña la metáfora del árbol como colofón del juicio de este viernes. Es decir, el choque de Cospedal contra un gran árbol a la salida del juzgado número 4 de Toledo.
