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Panamá, la cumbre de la transición iberoamericana

La ausencia del Rey y la despedida de Iglesias marcan el fin de una etapa

Miguel González
El secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, con el Príncipe en mayo pasado.
El secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, con el Príncipe en mayo pasado.fernando alvarado

La Cumbre Iberoamericana que se celebra en Panamá este viernes y sábado se presenta como la de la renovación, aunque sería más apropiado hablar de transición: los dirigentes que han impulsado en las últimas décadas la comunidad que agrupa a los 22 países de habla española y portuguesa en Europa y América empiezan a retirarse del escenario, pero aún no han llegado sus sucesores.

El Rey, que ha participado en todas las cumbres desde 1991, no acudirá a esta cita, convaleciente de la intervención quirúrgica del pasado día 24, y se hará presente a través de un mensaje grabado. Pero el Príncipe solo lo sustituirá en parte: estará en la inauguración de la cumbre y en la cena de gala que el viernes ofrecerá el presidente panameño, Ricardo Martinelli, a los restantes mandatarios, pero no en las sesiones plenarias; ni, sobre todo, en el retiro, la reunión a puerta cerrada en la que los líderes hablan a calzón quitado y sin orden del día.

La Casa del Rey ha hecho encaje de bolillos para que don Felipe esté sin estar (es decir, sin formar parte de la delegación española, que encabeza el presidente Rajoy) y para llenarle una agenda de cuatro días en el país centroamericano: inaugurará un foro empresarial que reúne a altos directivos de más de un centenar de empresas (20 españolas), un centro cultural español y la nueva sede del Parlamento Latinoamericano. Y ya el domingo, tras la cumbre, participará en la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento del Pacífico y en la apertura del Congreso de la Lengua Española. Pese al carácter protocolario de la mayoría de estos actos, don Felipe viaja solo a Panamá, mientras que Rajoy lo hará con su esposa, Elvira Fernández.

La ausencia del Rey podría ser coyuntural, pero la futura relación de España con América Latina pasa por el Príncipe; así lo han entendido los sucesivos Gobiernos que, desde 1996, lo han enviado a las tomas de posesión de los presidentes iberoamericanos: a todos los conoce personalmente y con todos puede codearse.

Rebeca Grynspan, de Costa Rica, se perfila como nueva secretaria general

Quien se despedirá en Panamá es el secretario general iberoamericano, el uruguayo de origen español Enrique Iglesias, que desde 2005 ha pilotado esta modesta Commonwealth hispano-lusa, frente al desapego o la desconfianza de muchos mandatarios iberoamericanos. Tras concluir su mandato, Iglesias, de 83 años, estaba dispuesto a seguir en el puesto hasta la próxima cumbre, en Veracruz (México) en 2014, pero los Gobiernos han decidido sustituirlo en enero, tres meses después de Panamá y lejos los focos que atraen las reuniones de mandatarios. La excusa oficial para posponer hasta enero el relevo de Iglesias es evitar que este eclipsara los debates de la cumbre, pero lo cierto es que los Gobiernos han querido darse un margen suplementario de tiempo para buscar el consenso. No obstante, fuentes diplomáticas admiten que el nombre del sucesor (o más bien sucesora) podría anunciarse en Panamá si cuaja un acuerdo en torno a la candidatura que reúne más apoyos: la de la costarricense Rebeca Grynspan, administradora asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), secretaria general adjunta de la ONU y ex vicepresidenta de su país.

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Panamá será también una cumbre de transición porque se aprobará el informe Lagos —encargado en Cádiz al expresidente chileno Ricardo Lagos y a la excanciller mexicana Patricia Espinosa— que propone una serie de medidas para relanzar la comunidad iberoamericana. La más llamativa es el cambio de periodicidad de las cumbres, que pasarán de anuales a bienales a partir de 2014, por lo que se celebrará los años pares, alternándose con las cumbres entre América Latina-Caribe y la Unión Europea.

Panamá también debería dar luz verde a un reparto más equilibrado del coste de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), unos siete millones de euros al año: del actual 70% soportado por España y Portugal (60% la primera, 10% la segunda) y el 30% América Latina; se pasaría al 60-40.

El cambio en las cuotas evidenciaría el profundo cambio del escenario económico que se ha producido en estos 23 años de cumbres iberoamericanas: la relación entre las dos orillas del Atlántico ya no consiste en el flujo de capitales en un sentido e inmigrantes en el otro; sino que incluso se ha invertido en muchos casos.

Si la asistencia de líderes es un termómetro del atractivo que aún conserva la comunidad iberoamericana, la cumbre de Panamá puede estar más cerca del fiasco de Asunción (Paraguay), en 2011, a la que faltaron la mitad de los mandatarios; que del éxito de Cádiz, en 2012, que registró un lleno casi total. Confirmadas las ausencias del rey Juan Carlos, Cristina Fernández (Argentina), José Mújica (Uruguay) y Rafael Correa (Ecuador); y descontadas las de Raúl Castro (Cuba) y Nicolás Maduro (Venezuela); a estas pueden sumarse las de Sebastián Piñera (Chile), Dilma Rousseff (Brasil) o Daniel Ortega (Nicaragua).

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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