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Basagoiti deja la política harto de arriesgar

Antonio Basagoiti abandona la política tras sufrir el desgaste del acoso de ETA Deja un PP vasco abierto a la sociedad, aunque con menos peso electoral

Basagoiti, a la puerta de la sede del PP, en la Gran Vía de Bilbao.
Basagoiti, a la puerta de la sede del PP, en la Gran Vía de Bilbao.santos cirilo

Mayo de 2012. Preparativos en Bilbao del 13º Congreso del PP vasco. Antonio Basagoiti se acerca a Iñaki Oyarzábal y le confiesa: “Lo quiero dejar y marcharme fuera”. El secretario general metaboliza el susto y le dice a su presidente que espere. Pero la decisión está tomada. “Se lo debía a mi mujer y a mis tres hijas que han nacido todas con escolta”, admite ahora Basagoiti (Madrid, 1969) para justificar su sonoro abandono de la política antes de iniciar en México una etapa profesional en el Grupo Santander después del verano. “Primero pasaré por todas las áreas y luego tendré una misión concreta”, anuncia sobre su próximo trabajo.

“Basagoiti es de esas personas a las que la política les ha costado personal, familiar y económicamente”, asegura uno de sus compañeros del PP vasco que mejor le conoce desde que compartieron en 1996 “el duro banco” de la oposición en el Ayuntamiento de Bilbao. “Teniéndolo todo”, al pertenecer a una familia de empresarios y banqueros, “y sin necesidad, aceptó venir a un partido donde sabemos lo que es sufrir en silencio”, subraya la misma fuente.

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Fue su tía, la entonces senadora Ascensión Pastor, quien le acercó a afiliarse en 1995 a las Nuevas Generaciones del PP vasco. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, a donde regresó tras haber abandonado el País Vasco con un año, este acérrimo seguidor del Athletic — “en lo único que puedo coincidir con uno de Bildu”—, amante de las motos y de un buen habano, divertido y a veces introvertido, no quiere seguir soportando más tiempo que sus hijas escuchen en el patio del colegio cómo una de sus amigas le recuerda “el facha de padre” que tiene.

En realidad, Basagoiti ha soportado “demasiado”, admiten quienes le conocen dentro y fuera de la política. Y lo ha hecho en silencio hasta el último día. Ha sido ahora, tras garantizarse con Arantza Quiroga una sucesión sin batallas internas que no ha sido fácil por el método utilizado en un espacio de tiempo muy corto, cuando se le ha escuchado reivindicar: “Me he matado por la política durante estos años”.

Al irse, Basagoiti no deja muertos en la cuneta ni le esperan cuentas pendientes. “Si algo me llama la atención es que nunca ha tenido una crítica hacia nadie ni siquiera cuando sabía que no pensaban lo mismo que él”, rememora un dirigente del PP guipuzcoano. Precisamente en este territorio tuvo que librar la batalla más dura para apaciguar los ánimos enfrentados tras la abrupta marcha de María San Gil, todo un icono hasta entonces del PP y de la lucha contra el terrorismo de ETA.

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Se lo debo a mi mujer y mis tres hijas, que han nacido con escolta Antonio Basagoiti

En vísperas del congreso del PP en Valencia, el núcleo del grupo popular en la Cámara vasca decidió en mayo de 2008 poner pie en pared ante la maniobra de San Gil contra Mariano Rajoy. Basagoiti lo vivió desde la barrera hasta que su amigo Antón Damborenea le pidió desde el PP de Bizkaia que diera el paso: “Hazte cargo del partido”.

Asumió el reto sin exigencias. Eran días convulsos donde se mezclaban los dardos propios de una guerra interna en el partido con los reconocimientos públicos a su entrega en el Ayuntamiento de Bilbao. El alcalde Iñaki Azkuna (PNV) le concedió la medalla de la capital vizcaína por sus 13 años de concejal. El alcalde, además, no dudó en aceptar el encargo de oficiar la presentación en sociedad de Basagoiti como presidente del PP vasco, y le tributó un reconocimiento personal y político. “Conseguirá lo que quiera”, llegó a decir Azkuna.

Respaldado por el 82% de los compromisarios —tres años después llegaría al 92,5%—, arriesgó su liderazgo bajo el firme propósito de “abrir el partido a la sociedad y jugar el papel de la centralidad” con un lenguaje atrevido, muy pendiente de los titulares de prensa impactantes y sin “pasar facturas”. Es aquí donde un dirigente vizcaíno recurre al trato dispensado por Basagoiti al parlamentario alavés Carmelo Barrio para proyectar su talante sin rencor. “Barrio era leal a San Gil y precisamente ese sentido de la lealtad fue lo que valoró Basagoiti para mantenerle en la dirección”.

Siempre respetuoso con los críticos, nunca ha hablado mal de María San Gil

Pero los escasos críticos con la renovación emprendida por el anterior presidente, que magnifican su eco desde la atalaya de las tertulias ultraconservadoras de Madrid, no le han pagado con la misma moneda. “Todavía escuecen las críticas de María San Gil y su entorno en la noche electoral de las últimas elecciones autonómicas”, celebradas el pasado octubre. Y es que, los 129.907 votos obtenidos, con un porcentaje del 11,73% y 10 escaños, estaban por debajo incluso del registro de Jaime Mayor Oreja en los comicios de 1994.

Este elocuente mal resultado fue el golpe de gracia al decaído ánimo político de Basagoiti. Su estilo agitprop, buscando el voto joven, no había prendido en una sociedad vasca que empezaba a vivir sin violencia, como tampoco lo había hecho en las municipales de 2011, donde acusó otra sangría de votos y de paso alentó las chanzas descalificantes de afiliados del PP vinculados a organizaciones de víctimas del terrorismo.

"No parecía él", afirman al recordar su discurso menos innovador del 21-O

Fue precisamente en la campaña de las pasadas autonómicas cuando Basagoiti más se alejó del verbo inconformista. “No parecía él”, admite un asesor de márketing. Candidato del PP a lehendakari por segunda vez, resultaba obsesionado con el separatismo oculto del PNV y la amenaza electoral de UPyD, sobre todo en Álava. “Hizo un discurso más aguerrido, sin la apertura que hasta entonces le había caracterizado”.

Desplazado como cuarta fuerza política, el PP no había rentabilizado el apoyo prestado en 2009 al PSE-EE para convertir a Patxi López en lehendakari con el objetivo principal de desalojar al PNV del poder. Pero Basagoiti recuerda la especial satisfacción que le supuso mantener una conversación distendida con López en su despacho de Ajuria-Enea poco después de este trasvase que jamás perdonarán los nacionalistas ni Juan José Ibarretxe. “Aquello había sido posible gracias al PP”, recuerdan entre sus colaboradores. Y López lo ha agradecido en la despedida política de Basagoiti.

"Conseguirá lo que quiera", dijo Azkuna cuando presentó en público a Basagoiti

En la defensa de aquel discurso en la campaña de 2012, su entorno recuerda el “mazazo” electoral que supuso para la suerte del PP vasco la polémica excarcelación del etarra Jesús María Uribetxeberria Bolinaga. “Dio una imagen de connivencia del Gobierno con ETA que airearon desde Madrid y que dejó en casa a muchos de nuestros votantes”, recuerda con amargura un portavoz popular. “No es de recibo que se pueda dudar de nuestra gente, que ha hecho piña de tantos años de sufrimiento”, agrega. Mariano Rajoy, en cambio, siempre lo ha tenido claro y ahí radica la química con Basagoiti, a quien siempre ha reconocido su desinteresada entrega.

Por eso, acostumbrado a la vigilancia permanente, a soportar improperios, Basagoiti no dudó en fotografiarse en la calle y con un purito en la mano “libre de ataduras” cuando ETA renunció a la violencia. Empezaba un nuevo tiempo —la sede del PP vasco dejó de ser un búnker lleno de medidas de protección—, aunque Basagoiti no ha podido recuperar plenamente su libertad. “Todavía queda lo más difícil, que es el respeto, hacer posible la convivencia, que reconozcan el daño causado, que no les puede salir gratis”, señala en su discurso a propósito del nuevo tiempo. Pero desde la tregua definitiva de ETA dispone de más libertad para escaparse en moto sin rutas fijas, para ir con su familia a Panticosa (Huesca) donde este invierno quedaron atrapados, y seguir cultivando la amistad con su grupo de compañeros universitarios por encima de las diferencias ideológicas. De hecho, uno de sus amigos es Carlos García, concejal del PP en Elorrio y con quien mantiene abiertas diferencias sobre la apuesta política del partido. Mientras, este empedernido seguidor de la radio, agilizará su inmersión en libros dedicados al asesoramiento financiero en la práctica, su proceso y su ética. En ese sector, arriesgan los otros.

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