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segundo aniversario del movimiento indignado

El 15-M vuelve dos años después con el impulso de ‘mareas’ y plataformas

Los indignados incorporan nuevas demandas nacidas al agravarse la crisis Intentan revitalizar el movimiento que ha marcado la agenda política

Foto: reuters_live | Vídeo: EL PAÍS-LIVE / ÁLVARO GARCÍA

"Nos vamos, pero volveremos”. Esa fue la despedida de los portavoces del Movimiento 15-M hace dos años, cuando las autoridades pusieron fin a las acampadas de la Puerta del Sol madrileña. Han vuelto, y ayer se concentraron en más de 20 ciudades españolas con lemas similares a los de su nacimiento, contra los partidos y las instituciones, aunque con el complemento de las demandas y las denuncias concretas derivadas de los recortes que han tomado cuerpo en este bienio en España.

De la indignación a la rebelión: escrache al sistema. Ese fue el lema con el que convocaron a salir a las plazas y a las calles, en las que se apreció esa incorporación de plataformas y mareas que lideran revindicaciones sectoriales: educación, sanidad, afectados por las hipotecas y por la adquisición de preferentes, entre otras. Todas estuvieron presentes en las manifestaciones.

Esta sectorialización fue la novedad y el elemento que más satisfacción produjo a los organizadores. Los partidos políticos y el Gobierno reconocen su influencia, que les ha removido sus conciencias, su programa y su acción. ¿Quién habló de transparencia en los partidos, del cambio de la Ley Electoral, de la Ley Hipotecaria?, recordaban ayer portavoces del 15-M. Ellos, en efecto, hace dos años alzaron esas banderas y demandas y por voluntad propia, en unos casos, y a la fuerza en otros, estos han sido temas que han marcado el día a día político desde entonces. El desapego y el rechazo que el movimiento de indignados mostró hacia los políticos se han visto además continuamente avalados por las encuestas de opinión.

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El espíritu de la protesta permanece, aunque su poder de convocatoria se haya debilitado, como quedó reflejado ayer en una menor afluencia de personas que hace dos años. También se notó en la Puerta del Sol madrileña, que llegó a ser el foco de la mirada nacional e internacional en 2011. Aún así, desde los partidos políticos se siguió con atención lo que ocurría en la veintena de ciudades. Todos reconocen que el 15-M ha conseguido zarandear la agenda política y que les ha obligado a cambiar sus prioridades.

Si hace dos años los indignados se hicieron eco del malestar difuso de los ciudadanos, ahora vuelven cuando la situación ha empeorado drásticamente y las expectativas de mejora son nulas a medio y largo plazo. Vuelven cuando hay registrados más de seis millones de parados y sin que exista posibilidad de que la situación se suavice en los próximos tres años, como ha reconocido el Gobierno. Los datos reflejan así que hay un millón más de desempleados que cuando el movimiento nació y se rebeló contra el Gobierno del PSOE y, de paso, denostó a toda la clase política.

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Las marchas tuvieron menos participantes que las de 2011

Ahora también lo hace, vuelve a hacerlo. “No, no, no nos representan”, corearon los manifestantes ayer por toda España, en reiterada alusión a los partidos políticos. Al cartel de protesta global De la indignación a la rebelión se sumaron en el segundo aniversario lemas de otras reivindicaciones sociales, en las que parte de los organizadores ven el germen del 15-M. En carteles y cánticos estuvieron presentes las protestas contra la ley del aborto que prepara el Ejecutivo y la contestación al respaldo del Gobierno a la Iglesia (“¡Al PP, al PP, la sotana se le ve!”, cantaban ayer de Camino a Sol), las movilizaciones contra los recortes en sanidad y educación —muchas camisetas de la marea verde, primera de las mareas ciudadanas que arrancó también hace dos años, unos meses después que el 15-M— o de rechazo a los escándalos de corrupción. “¡Sí hay dinero, lo tiene el tesorero!”, coreaban sobre Luis Bárcenas, extesorero del PP.

“Hemos parado más de 600 desahucios solo en Madrid y se han devuelto más de 200 millones en preferentes”, aseguró Carlos Estévez, de 54 años, miembro de la Asamblea Popular del Barrio de la Concepción madrileño y participante en la convocatoria. Mientras la marcha bajaba por el carril central de la Castellana (que en el primer aniversario estaba totalmente cortada), Estévez confesó que esperaba más gente, “pero queda un mes de movilizaciones”. Y de asambleas y debates, que ya comenzaron a celebrarse anoche.

Los partidos admiten que los indignados han marcado la agenda

Lo más importante del 15-M “es que siga existiendo”. Olga Lucas, compañera de José Luis Sampedro, participó ayer en el cumpleaños del movimiento al que el filósofo recien fallecido bautizó como “los quincemayistas”.

Hasta el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, “comprende” las protestas, según declaró a la agencia estatal de noticias portuguesa. Desde el PSOE, Elena Valenciano, vicesecretaria general, también dijo comprender este movimiento, pero no cree que sea útil “negar la política” y combatir a los diputados. Aboga por la colaboración. Pero anoche se escuchaba: “No nos representan”. Gaspar Llamazares, de Izquierda Plural, lo comprendía: “No hemos dado muchas razones para que cambien de opinión”.

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