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Esperando a la Ertzaintza

Ocho militantes de Segi condenados aguardan el momento de su detención rodeados Los jóvenes cuentan con un espacio público en el centro de la ciudad inspirado en el 15-M

Seis de los ocho jóvenes de Segi condenados posan en Donosti.
Seis de los ocho jóvenes de Segi condenados posan en Donosti. JAVIER HERNÁNDEZ

Los problemas de tráfico en San Sebastián son raros. Un semáforo en rojo o un anciano que cruza a destiempo son los principales incidentes que un conductor se puede encontrar. Pero desde el fin de semana, cuando los coches atraviesan el Boulevard, una de las principales arterias de la ciudad, la calle que divide la Parte Vieja del centro, no es raro oír varios bocinazos. Da igual la hora, algunos conductores golpean su claxon. Un cartel, colgado en la barandilla que bordea la curva que la avenida traza al llegar al Ayuntamiento, invita a tocar el pito en solidaridad con los ocho condenados de San Sebastián.

Mikel Arretxe, Imanol Vicente, Naikari Otaegi, Egoi Alberdi, Aitor Olaizola, Adur Fernández, Oier Lorente y Ekaitz Ezkerra son los ocho militantes de Segi condenados a seis años de cárcel por la Audiencia Nacional —el Tribunal Supremo ratificó la sentencia el lunes de la semana pasada— por pertenencia a banda armada. Todos, entre los 25 y los 30 años, esperan a ser arrestados por la Ertzaintza, en virtud de las órdenes de detención que la Audiencia remitió el lunes.

No se esconden. Los ocho condenados junto a decenas de simpatizantes de la izquierda abertzale llevan desde la semana pasada protagonizando multitud de actos —ruedas de prensa, concentraciones, manifestaciones, talleres, comidas populares, etc.— en el quiosco del Boulevard. Primero formaban varias columnas desde tres puntos de la ciudad para a las 09.00 legar al quiosco, instalar unas carpas y pasar el día. A las 20.00 tocaba recoger. Desde que este martes las órdenes de detención llegaron a la Ertzaintza, los ocho jóvenes, junto a los que les acompañan, pasan las 24 horas del día en el quiosco y sus inmediaciones. Un lugar bautizado como Aske Gunea (Espacio libre, en euskera) en el que los actos reivindicativos se mezclan con talleres de circo o serigrafía, conciertos y hasta un juego de trivial feminista.

"Mala noche", responde una mujer de mediana edad mientras recorre el Boulevard a las 05.30 sin poder evitar, una vez que da la espalda al sentido por el que circulan los coches, girar la cabeza a cada dos o tres pasos. Llovizna, la predicción meteorológica no augura para hoy los 30 grados de ayer y pasada la medianoche han recibido la visita de la Ertzaintza. Una furgoneta y una patrulla se han acercado hasta el Boulevard, con las luces activadas pero las sirenas apagadas, han aparcado en uno de los laterales, han aguardado cinco minutos y se han marchado sin que ninguno de los agentes se haya bajado de los vehículos. La misma escena se ha producido a las 04.30, todo según el relato de los propios acampados, que han celebrado a través de Twitter la victoria. La Ertzaintza, por su parte, ha puntualizado que no se ha desarrollado ninguna intervención.

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"La gente ha tenido un comportamiento ejemplar", explica un joven que hace de portavoz cuando todavía queda una hora para que salga el sol. El protocolo para intentar evitar las detenciones ha funcionado según lo previsto. Los acampados han tocado una sirena, los voluntarios se han levantado corriendo para rodear a los condenados, que durante la noche aguardan bajo la carpa principal la llegada de la Ertzaintza.

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Varias personas completan el dispositivo desplegadas en los extremos de la avenida y en La Concha para controlar cualquier movimiento de patrullas y dar la voz de alarma a los que se cobijan en el quiosco. El dispositivo responde al plan de “resistencia pasiva y desobediencia civil” anunciado por los condenados. Cuando los agentes lleguen al Aske Gunea los voluntarios se sentarán en el suelo para intentar obstaculizar la operación. La misma táctica que utilizaron la semana pasada cuando la Ertzaintza se acercó al espacio a detener a Ekaitz de Ibero, uno de los procesados de Segi absueltos, pero sobre el que caía una pena de cuatro años y tres meses de cárcel por la quema de un autobús en San Sebastián en diciembre de 2006, también en el Boluevard, a escasos metros de donde se levanta el Aske Gunea.

La estrategia empleada no evitó que la Ertzaintza tuviera que cargar, según el Departamento de Seguridad por “la resistencia violenta” de los jóvenes, que permanecieron sentados rodeando a De Ibero.

El campamento guarda alguna similitud con el 15-M, concede Egoi Alberdi, uno de los condenados, al menos en su organización y difusión a través de las redes sociales. El principal objetivo, según explica, “es crear un espacio donde toda idea, todo pensamiento tenga cabida, un espacio libre y legal, como dice su nombre. Un lugar donde todo el mundo puede participar. Lo que reivindicamos es que todos los pensamientos puedan ser libres y legales”.

Los ocho condenados defienden que la sentencia ratificada por el Supremo responde a intereses “políticos” y que “aquí hay ocho personas condenadas por un pensamiento político, por una vida política que desde siempre han hecho pública”. “No estamos para dar guerra, ni para montar una guerra a nadie, simplemente estamos aquí para reivindicar que todo el mundo tiene cabida en este lugar, todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas, abrir sus pensamientos. Es un problema que todos tenemos, no todas las ideas tienen cabida hoy en día en la sociedad”, añade Alberdi.

El campamento, que incluye el quiosco del Boluevard y el espacio que media entre este y un de los laterales de la casa consistorial, cuenta con un punto de información para la prensa, donde varias personas con portátiles difunden, principalmente a través de Twitter, vídeos, fotos o cualquier novedad que se produzca. A través de las redes sociales los ocho condenados y las decenas de voluntarios que diariamente les acompañan invitan a la ciudadanía a sumarse a las protestas, o buscan, por ejemplo, personas que les puedan echar una mano para traducir tuits o textos al inglés y francés.

No es raro observar como los voluntarios se convierten en fotógrafos y cámaras para retratar cualquier acontecimiento, como la visita de destacados líderes de la izquierda abertzale (por el Aske Gunea, entre otros, ya han pasado Hasier Arraiz, presidente de Sortu, el coordinador de la coalición en Gipuzkoa, Joxean Agirre, Joseba Álavarez y la sempiterna presencia de Josetxo Ibazeta, el exsecretario del alcalde de San Sebastián que amenazó el verano pasado a unos aficionados de la selección española).

La comida también se sirve a cuenta de los voluntarios. Bares que llevan pinchos o cualquier persona dispuesta a ofrecer tortillas, bizcochos, chocolate o café son bienvenidas.

El espacio no ha estado exento de polémica. El Ayuntamiento de San Sebastián, en manos de Bilud, ha cedido la zona ocupada por un lapso de 20 días a los jóvenes, desde el pasado 9 hasta el 28 de abril. 19 días para el uso de los condenados y de todas aquellas personas que les respaldan y cuya autorización se tramitó directamente con uno de los penados, Aitor Olaizola, según reveló la pasada semana el PP. La formación denunció que las condiciones impuestas por el Consistorio habían sido violadas por los jóvenes, entre otras, la de que cualquier actividad que se realice no debe tener un carácter coercitivo. Una condición que según el partido se obvió cuando el portavoz del PNV en el Consistorio fue increpado por algunos de los presentes mientras se dirigía al Ayuntamiento.

Las bocinas siguen sonando, pero ya casi nadie aplaude.

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