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Sin noticias de Pepito Grillo

Ciudadanos hartos e indignados con el paro, la corrupción y los recortes del Gobierno afirman sentirse cada vez más alejados de la clase política

Luz Sánchez-Mellado
Uno de los actos de protesta convocados por la coordinadora del 15-M en la Puerta del Sol de Madrid.
Uno de los actos de protesta convocados por la coordinadora del 15-M en la Puerta del Sol de Madrid. LUIS SEVILLANO

Hartos. Desesperados. Cabreados hasta la indignación por el paro, los recortes y la corrupción, los ciudadanos se declaran cada vez más alejados de los políticos que teóricamente defienden sus intereses. Como la parte agraviada de una pareja en trance de divorcio, los electores no se fían un pelo de los elegidos. Crucifican a los partidos. Suspenden a sus líderes. Los consideran la causa de sus problemas. No les pasan ni una.

En ese clima de ruptura total, no sería inaudita la aparición de una tercera persona, un nuevo guía que ilusionara a los desengañados y rentabilizara la crisis entre ciudadanía y política. Sin embargo, nadie ve en el horizonte un Pepito Grillo que encarne, y seduzca, a la parte de la conciencia colectiva que se siente abandonada.

Buenafuente: “¿Yo? No”

¿Se vería usted como el Beppe Grillo español? Sorprendentemente, Andreu Buenafuente no se sorprende con la pregunta. De hecho, lleva semanas recibiendo peticiones de cientos de sus 1,4 millones de seguidores en Twitter animándolo a dar el paso de implicarse en política.

Su respuesta, en cualquier caso, es igual de segura: “¿Yo? No, gracias. Con lo que me cuesta mantener un programa en la tele, como para pensar y cumplir un programa electoral”, ironiza.

Buenafuente cree que el 15-M inició “la revolución tranquila de los ciudadanos que no se sienten representados” y opina que les falta un líder para ser del todo influyentes. Pero, aunque considera que, “para lo bueno y para lo malo, no somos italianos”, la brecha entre la clase política y la calle se hace cada día más grande y podría surgir alguien que coja la bandera de esa calle especialmente cabreada.

“No importa que la coja un cómico. Lo que importa es que la coja alguien con sentido común, capacidad de liderazgo y una base moral honesta. Que no se enfangue en el populismo y transforme la fuerza de la gente en gestión política de verdad”.

Beppe (diminutivo de Giuseppe) Grillo, el histriónico cómico erigido en imagen del Movimiento 5 Estrellas, sí ha logrado en Italia aglutinar ese hartazgo. En italiano, su nombre no posee la misma connotación que en español —Pepito Grillo se llama la conciencia con que el hada dota a Pinocho; en italiano, es el Grillo Parlante—, pero algo de eso puede haber en el triunfo de esta fuerza populista. Un movimiento anónimo liderado por un rostro popular. No es casualidad que, sin embargo, en España se hable de mareas ciudadanas. Millones de personas salen a protestar por casi todo. Pero nadie, en concreto, quiere ser la cara del descontento.

Ni siquiera Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y, quizá, el rostro más visible de la indignación desde que su vibrante interpelación al Congreso lograra el cambio de postura del PP y la admisión a trámite de la Iniciativa Popular para la dación en pago. “La clave del movimiento no soy yo, es el propio movimiento. Yo no soy la que ha conseguido un millón y medio de firmas. Es este sistema caduco el que se está cargando al propio sistema. Van a pasar cosas, y no sé si surgirá un Grillo, porque caldo de cultivo, hay, pero no seré yo. Solo he asumido mi cota de visibilidad en un momento determinado”, arguye. La condición que pone la persona al otro lado del teléfono para opinar es, justamente, no ser identificada. Es una de las portavoces del Partido X. Heredero declarado de los principios del 15-M, se presentó con cierto ruido a principios de año con un programa titulado: Democracia, y punto.

Aunque admiten “cierto paralelismo” con Cinco Estrellas —“no somos políticos, somos ciudadanos para los ciudadanos”—, ven con “satisfacción y preocupación” el ascenso de Grillo. Precisamente, por Grillo. “Es la consecuencia lógica del divorcio entre la sociedad civil y las élites que nos gobiernan, que no tienen contacto con la realidad. Pero hay riesgo en personalizar. Grillo dice burradas. La gente tiene que acostumbrarse a no delegar en figuras concretas, sino a ejercer un control constante, no somos niños dependientes de papá”.

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Lo que falta, quizá, es un líder, y capacidad organizativa”, Josep Borrell

Llama la atención esa especie de iconoclastia en un país en el que, aunque nunca han arrasado las propuestas personalistas —reciente está el batacazo de Mario Conde en Galicia— periódicamente aparece un líder con el suficiente culto a su personalidad para ponerle su nombre a su partido: Agrupación de Electores Ruiz Mateos, Grupo Independiente Liberal (iniciales de Jesús Gil y Gil, que logró la alcaldía de Marbella) y, últimamente, el Foro Asturias Ciudadano (de Francisco Álvarez Cascos, que llegó a presidir Asturias).

En el actual panorama, sin embargo, solo Ciutadans de Catalunya, con vocación anónima pero encarnado —al desnudo, por cierto— por Albert Rivera; y UPyD, teóricamente horizontal pero conocido como el partido de Rosa Díez, podrían compararse con Grillo y sus bases.

“En España tenemos vacunas contra la eclosión de personajes antisistema tipo Grillo”, opina Juan José Toharia, responsable de Metroscopia. “Una cosa que aprendes haciendo encuestas es que somos un país extremadamente sensato y cívico. Por muy cabreados que estemos, ante unas elecciones nos entra el sentido común. Tenemos cercana la Transición y la gente expresa nostalgia de ese espíritu de diálogo y hartazgo de esta pelea de gallos”, añade, refiriéndose al Debate sobre el Estado de la Nación, deplorado por una amplísima mayoría. “Además, el referente del 15-M es muy poderoso, y no es antisistema, sino que apostaba por la regeneración de la democracia que ahora tantos pregonan. Lo que sucede es que, si no encuentra un líder que les aglutine, puede pasar a la irrelevancia”.

El socialista Josep Borrell, hasta hace poco presidente del Instituto Universitario Europeo en Florencia, tampoco cree que haya ningún Grillo a la vista. “En Italia, la desafección y la corrupción lleva muchísimos años, y eso ha fraguado en un rostro que está al frente de una organización. En España, ese clima es más reciente, y ha sido la crisis la que ha atizado la rabia. Lo que hay aquí es un desahogo casi psiquiátrico, visceral. Pero las manifestaciones se quedan en eso, en mera pasión democrática. Lo que falta, quizá, es el rostro, el líder, y la capacidad organizativa para articular una alternativa”.

Puede pasar como cuando uno está desahuciado y va a un curandero”, Fernando Savater

“No sé si aquí habrá algún Grillo, que me parece un tipo peligroso que dice barbaridades y nadie se lo hace pagar, pero lo que sí que hay es algún grillado, y ese es el riesgo”, opina el filósofo Fernando Savater. “La situación es grave, y puede pasar como cuando uno está desahuciado por los médicos y acude a un curandero. Como los políticos no nos ofrecen soluciones, está la tentación de pedir que se vayan todos y que vengan los antipolíticos. Pero eso no es política, eso es un exabrupto que puede desahogar, pero sería muy preocupante que adquiriera carta institucional como en Italia”.

Independientemente de la desafección con los políticos, la política interesa. Y mucho. Twitter arde con comentarios a cada incidencia. Los programas de debate han incrementado su audiencia y se han convertido, desde 13 TV, en una esquina, a La Sexta, en la otra, en apuestas seguras para el prime-time.

Últimamente, El Intermedio, el informativo satírico de La Sexta ha ganado al telediario de TVE. José Miguel Monzón, El Gran Wyoming, conductor del programa y veterano cómico que rehúye precisamente el compromiso político, no quiere ni oír hablar de Beppe Grillo. “Me parece pura demagogia. Decir que se vayan todos a tomar por culo, o que izquierda y derecha son lo mismo, da idea de su nivel. No me interesa en absoluto”.

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Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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