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El Gobierno se jacta de su mayoría frente al caos italiano

La Moncloa confía en que Merkel sea más flexible tras ver el efecto en Italia

Carlos E. Cué
Jorge Moragas, Mariano Rajoy y Alberto Ruiz Gallardón.
Jorge Moragas, Mariano Rajoy y Alberto Ruiz Gallardón.ULY MARTÍN

El Gobierno sigue acosado por el caso Bárcenas y los malos datos económicos, en especial el paro y las durísimas previsiones de Bruselas. Pero La Moncloa mira a su alrededor, sobre todo a Italia, y reivindica ante sus socios europeos el gran valor del que presume el Gobierno y el propio Mariano Rajoy estos días, en público y en privado: su mayoría absoluta, su estabilidad política, la garantía de que tiene fuerza para tomar las decisiones que sean necesarias y no va a someterse a elecciones hasta dentro de tres años. Algo que casi nadie, salvo François Hollande, tiene en Europa.

El caos italiano genera gran preocupación en el Ejecutivo por el efecto contagio que se puede producir —ya lo está haciendo— en el ataque de los mercados a España. Pero en política siempre se hace de la necesidad virtud, y La Moncloa va a tratar de utilizar a su favor los resultados italianos. No solo para exhibir la mayoría absoluta estable de Rajoy. También para lograr que el mensaje dado por los italianos, que en buena parte han votado contra los recortes, contra Angela Merkel e incluso claramente contra la Unión Europea, sirva para ablandar la dureza de los socios del Norte.

Varios miembros del Gobierno consultados señalan que la lógica política indica que tiene que haber un cambio de rumbo en la UE en los próximos meses. El susto italiano, con partidos con mensajes antieuropeos en espectacular ascenso, sumado al empeoramiento de la recesión en la zona euro, tienen que forzar un giro, creen en el Ejecutivo.

Merkel tiene elecciones el 22 de septiembre, explican en el Gobierno, y no tiene sentido que quiera arriesgarse a un estallido social y una inestabilidad en los países del sur de Europa. Y mucho menos al riesgo de un nuevo rescate que tendría que pasar por el Bundestag (el Congreso alemán) antes de esas elecciones.

Rajoy ya está colocándose en el nuevo escenario europeo. Curiosamente, el presidente buscará sus dos grandes aliados en Gobiernos de izquierdas, tanto el de Hollande como el probable de Pier Luigi Bersani en Italia, un poscomunista ahora en la socialdemocracia. Son estos Gobiernos de izquierda los que ahora más interesan al pragmático inquilino en La Moncloa, que quiere presionar con ellos a sus teóricos aliados del PPE del Norte.

La caída en desgracia de Mario Monti, que llegó al poder a la vez que Rajoy pero por cauces muy distintos, ha sido una demostración más para el presidente de que su gran valor, la mayoría absoluta obtenida en las urnas, a la larga se impone al perfil del tecnócrata italiano, más aplaudido por los analistas internacionales.

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Hollande ya está pidiendo un replanteamiento de la política de austeridad tras las elecciones italianas. Rajoy nunca es tan claro, pero sí se ha atrevido recientemente a algo impensable hace unos meses: exigió a Merkel en Santiago de Chile que haga “políticas expansivas” en Alemania para tirar de la economía europea. Ella contestó con cajas destempladas: “Ya estamos haciendo lo que tenemos que hacer”.

España y Bruselas viven estas semanas en plena negociación. Rajoy y los suyos trabajan para evitar que se repita el esquema de 2012. Después de semanas negándolo, el presidente se vio obligado en julio a subir el IVA tres puntos (del 18% al 21%), reducir el sueldo a los funcionarios y más tarde, en noviembre, no revalorizó las pensiones. Todo para intentar acercarse al compromiso de déficit pactado y por presión de Bruselas. El resultado, según el Gobierno, es un éxito en la reducción del déficit (6,7% anunció Rajoy, apenas cuatro décimas por encima del 6,3% prometido, pero sin contar las ayudas a la banca, que lo llevan por encima del 10%).

Este año es diferente, insisten en el Gobierno. Aunque el compromiso de momento se mantiene en el 4,5%, el Ejecutivo está seguro de que se flexibilizará en breve. Y en Bruselas confirman que esa decisión política de abrir la mano está tomada, aunque no está cerrado aún cuánto.

En La Moncloa confían en no tener que subir el IVA de nuevo —España sigue en la franja baja de este impuesto entre sus aliados del euro— ni tener que volver a una nueva ola de recortes, aunque sí ultiman ya una reforma de pensiones en la línea de los documentos avanzados por EL PAÍS.

¿Y entonces cómo se baja el déficit en 2013? Porque este año, explican, se van a aplicar a fondo muchos de los recortes decididos el año pasado, y sobre todo porque las comunidades autónomas, apretadas por Hacienda y sin más financiación que la del fondo de rescate, van a tener que seguir apretando con destrucción de empleo público y recortes en sanidad, educación y servicios sociales. El Gobierno incluso apunta la idea de volver a bajar impuestos en 2014 para impulsar la economía. Pero diversas fuentes admiten que es poco probable que Bruselas acepte algo así.

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