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Con los pies al volante

David Rivas, nacido sin brazos, es el primer conductor en España que guía su vehículo sin manos

Patricia R. Blanco
David Rivas, primer conductor español sin brazos, en su coche adaptado.
David Rivas, primer conductor español sin brazos, en su coche adaptado. Cedida por FORD y DKV

Con sus pies lo controla todo: el volante, las marchas, el acelerador, el freno y las luces. E incluso toca el claxon. Con la misma habilidad que si de manos se tratara. David Rivas (Madrid, 1977) nació sin brazos. Pero con su tenacidad ha allanado el camino a otras personas con la misma discapacidad: es el primer conductor en España que guía su vehículo solo con sus pies —en la Dirección General de Tráfico (DGT) no recuerdan ningún caso similar— y el primero que dispone de un coche adaptado para esta minusvalía.

“El mayor reto” de su vida comenzó en el verano de 2010, cuando descubrió en internet que la autoescuela Irrintzi, en Basauri (Bizkaia), había instalado una nueva tecnología a uno de sus vehículos para personas con poca movilidad en los brazos. “Hablé con ellos un martes y el sábado ya estaba allí para hacer unas pruebas”, explica David.

Irrintzi, que desde hace más de 30 años se dedica a la enseñanza de la conducción para personas con discapacidades físicas, era la única autoescuela en España que disponía de un coche con el sistema Space Drive, una tecnología que fabrica la empresa alemana Paravan, y que consiste en la instalación de un joystick, a modo de volante, para manejar la dirección del vehículo. Cuando los profesores de la autoescuela vieron la habilidad de David con los pies, supieron que podría cumplir su reto.

“Su discapacidad es más espectacular, pero hay otras personas con otras discapacidades incluso más difíciles que también pueden llegar a conducir con un vehículo adaptado”, explica el director de Irrintzi y profesor de David, José Mari Andrés Marticorena.

El vehículo con el que practicó David Rivas era un Ford Mondeo con un joystick instalado y dispositivos en las zonas de los pedales que se activan con los pies, siempre descalzos para que la sensibilidad sea la mayor posible. Las posiciones del cambio automático se accionan con los dedos del pie derecho. El pie izquierdo maneja un pedal que al ser presionado funciona como acelerador o freno. Con otro dispositivo se controlan las luces, los limpiaparabrisas y el claxon.

Examen individual

Pista cerrada

“No se dan tratamientos generales para personas con la misma lesión, sino que se mira caso por caso”, aseguran fuentes de Tráfico. Los exámenes de conducir para personas con una discapacidad son individualizados, con el objetivo, según la DGT, de que “a toda persona que se le concede el permiso de conducir lo haga en las máximas condiciones de seguridad”.

El de David Rivas, el primer conductor en España que obtiene el carné manejando su coche con los pies, es el más “complicado” que hasta ahora se le ha presentado a la DGT, según admite el jefe de Tráfico de Bizkaia, Adolfo Peñaranda. Pero, según subraya, nunca hay dos situaciones iguales: “Si otra persona que no tiene brazos quiere obtener el permiso, hay que comprobar si tiene suficiente fuerza y habilidad en los pies”.

Según Adolfo Peñaranda, el primer paso que una persona con una discapacidad debe seguir para conseguir su carné es pasar un examen psicofísico en un centro médico especializado en reconocimiento de conductores, que debe emitir un informe “muy detallado” con las discapacidades del aspirante y las adaptaciones que suplen esa discapacidad. A continuación, el candidato debe acudir a una autoescuela especializada, que gestionará el proceso de examen.

Una vez aprobado el examen teórico, el aspirante debe superar una prueba en un circuito cerrado con un médico, un técnico de evaluación y un examinador de la DGT. El candidato debe realizar pruebas para comprobar su pericia a la hora de frenar y de esquivar obstáculos. “A una velocidad de 40 o 50 kilómetros por hora se pide que se frene en un punto, o que se sorteen iconos en una línea vertical para ver si el futuro conductor es efectivo a la hora de girar en un radio pequeño de acción”, explica Adolfo Peñaranda, que reconoce que las personas con una discapacidad son sometidas “a pruebas un poco más estrictas”.

Si el aspirante se defiende bien a velocidades pequeñas, se hace otra prueba más en el exterior, a mayor velocidad. “Comprobamos que pueda ir bien colocado en los carriles, que tenga buena perspectiva de observación, que es capaz de reducir la velocidad o de incorporarse a otra carretera”, continúa el jefe de Tráfico de Bizkaia. Una vez que el candidato aprueba esta fase, se puede someter al examen práctico de conducir, “como cualquier otro aspirante”.

El carné de conducir de una persona con discapacidad puede incluir alguna limitación, por ejemplo de velocidad, y es válido para toda la Unión Europea.

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La DGT estudió su caso. “Es el más complejo que hemos tenido hasta ahora, pero vimos que las adaptaciones que se habían hecho al coche podían ser válidas”, explica Adolfo Peñaranda, jefe provincial de Tráfico de Bizkaia, donde David se examinó.

Y con el visto bueno de la DGT, el joven madrileño pidió una excedencia de un mes a la empresa para la que trabaja, la Fundación DKV Integralia, y se trasladó a Basauri en marzo de 2011. “Gestioné con Irrintzi un curso intensivo, daba diez horas diarias de clase, tres teóricas y siete prácticas”, cuenta David, que ese mismo mes aprobó el examen teórico. Gastó unos 12.000 euros durante su estancia.

El examen práctico fue más complejo porque tuvo que enfrentarse a dos pruebas. La primera es en un circuito cerrado y otro abierto para comprobar su capacidad para conducir y en la que estuvo presente la subjefa de Tráfico de Bizkaia, por la excepcionalidad del caso. “No fue fácil, pero sirve para demostrar que conduces con seguridad”, admite David.

La otra prueba es el examen práctico, igual que el del resto de los aspirantes. Aprobó a la segunda, el 18 de julio de 2011, en Bilbao. “No tuve ni una falta leve y eso que fue complicado”, según recuerda, porque “había una manifestación frente a la sede del Gobierno vasco y muchas calles estaban cortadas”. La única limitación que le impuso la DGT es la de una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, según señala el jefe de Tráfico de Bizkaia.

David ahora conduce un Ford C-MAX de 140 caballos de potencia, adaptado a su discapacidad. El sistema de joystick fue fabricado en Alemania e instalado por la autoescuela Irrintzi, distribuidora del producto en España. Ford asumió el coste del vehículo, 30.000 euros, y la aseguradora médica DKV pagó la mitad de la adaptación, que en total supuso 40.000 euros, según el director de Irrintzi. “Su historia de tenacidad y coraje nos inspira”, afirmó el presidente de Ford España, José Manuel Machado, durante la presentación del coche.

“Maneja el vehículo con una soltura pasmosa”, subraya Víctor Piccione, gerente de Comunicación de Producto de Ford. De hecho, David no encontró ningún problema para asegurar su automóvil “con una compañía normal y con una póliza normal”.

Aunque la única condición para adaptar un vehículo para una persona discapacitada es que sea automático, Piccione defiende las bondades del C-MAX. “Tiene una serie de tecnologías, como el sistema de aparcamiento automático o el reconocimiento por voz que facilitan las adaptaciones”, defiende Piccione. Y pone un ejemplo muy claro: “El hecho de que des a un botón y el coche aparque solo o que si tienes calor digas ‘temperatura 18 grados’ ayuda a las personas de movilidad reducida”, asegura. Y aunque no es el primer Ford que se adapta, el gerente de comunicación reconoce que no habían tenido ningún caso similar. El único coche de las mismas características era el de la autoescuela Irrintzi.

“La vida me ha cambiado desde que puedo conducir”, reconoce David Rivas. Ahora, se traslada en coche desde su casa, en Parla (Madrid), hasta su trabajo, a 40 kilómetros. “Antes iba en transporte público, pero a veces, por mi discapacidad, es muy incómodo”, admite. Y no solo le ha cambiado la vida a él, otras tres personas con su misma minusvalía se preparan ahora en Irrintzi para poder conducir.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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