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La oleada de inmigrantes en balsas de juguete dispara el precio de las barquitas

El coste de las barcas alcanza los 400 euros en los bazares marroquíes

Jorge A. Rodríguez
Las barquitas de juguete que utilizaron los inmigrantes rescatados ayer en las costas de Tarifa (Cádiz).
Las barquitas de juguete que utilizaron los inmigrantes rescatados ayer en las costas de Tarifa (Cádiz).A.Carrasco Ragel (EFE)

Una flotilla de balsas de juguete ha zarpado en las últimas semanas de Marruecos con pequeños grupos de subsaharianos a bordo. Sentados en la borda, reman a la desesperada, casi siempre de día, luchando contra las olas y el viento y achicando agua. Un viaje peligroso en una embarcación que está pensada para jugar en la orilla. El método es arriesgado, pero barato, y tiene una ventaja: los inmigrantes organizan el viaje por su cuenta y esquivan a las mafias, que cobran una media de 900 euros por persona para hacer la travesía en una patera a motor. Los bazares del norte de Marruecos han visto el negocio y han disparado el precio de las lanchas.

Los intentos de cruzar la franja de mar que separa España de Marruecos se han disparado desde septiembre. Unos 600 sin papeles han sido interceptados intentado entrar clandestinamente en Europa desembarcando en las playas del Estrecho. En lo que va de año, Cruz Roja de Tarifa (Cádiz), punto de llegada más habitual de los inmigrantes, ha atendido a 1.172 subsaharianos. Solo el viernes pasado fueron rescatadas 49 personas en balsas de juguete.

Los inmigrantes que han sido salvados en algunas de esas barquitas inflables ya han contado al llegar a tierra que las habían comprado ellos mismos, repartiéndose el coste entre sus ocupantes (de cuatro a diez, según los casos), normalmente, del mismo país. Una de esas balsas, de unos dos metros de eslora, cuesta en España, en cualquier tienda de juguetes o bazar, unos 80 ó 100 euros. Las más baratas y pequeñas salen a 30 euros. En las tiendas del norte de Marruecos costaban más o menos lo mismo. Pero la alta demanda y la extrema necesidad de los compradores han surtido efecto. Ya se venden hasta por 400 euros, según han contado a la Cruz Roja algunos de los salvados. La más usada hasta el momento ha sido la Seahawk III, pensada para tres personas. Sin embargo, la han llegado a utilizar hasta 10.

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Las balsas, en cualquier caso, convierte a los inmigrantes clandestinos en autónomos. Ya no tienen que recurrir a las mafias, cuyo precio por viaje (en el que el patrón logra un gran beneficio pero se arriesga a acabar en la cárcel) ronda los 900 euros. Y, además, son difíciles de detectar por el rádar. Son las únicas ventajas. El resto son inconvenientes que ponen en riesgo la vida.

La mayoría de los rescatados han contado que no tenían ni idea de navegar, ni de que las distancias son tan engañosas en el mar. La travesía es de 14 kilómetros en el tramo más corto, pero también es el itinerario más vigilado (y suelen zarpar de día para guiarse visualmente) y peligroso por el continuo trasiego de grandes buques. Las balsas hinchables no están pensadas para un trayecto tan largo, y menos en una zona de corrientes y vientos cambiantes que obligan a corregir continuamente el rumbo. La propulsión es dura con unos remos de madera deficiente y palas de plástico. Más aún si la barca va al límite de flotabilidad y con sobrepeso: están pensadas para llevar a bordo una media de 200 kilos. La mayoría toma la precaución de llevar un salvavidas: una goma de neumático hinchada.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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