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Los rivales de Mas evitan el caso para desinflar el victimismo de CiU

Nadie quiere hacer más grande la bola de las acusaciones de corrupción contra el presidente de la Generalitat

Miquel Noguer

El guión de campaña de los principales rivales de Convergència i Unió en Cataluña coincide estos días en un punto: no hacer más grande la bola de las acusaciones de corrupción contra el presidente de la Generalitat, que Artur Mas está utilizando en beneficio propio para realzar su campaña. La filtración del supuesto borrador policial que acusa al presidente catalán de tener cuentas corrientes en Suiza con dinero procedente del saqueo del Palau de la Música fue utilizada como arma electoral por casi todos los partidos durante el pasado fin de semana, pero el tono se ha rebajado notablemente los últimos días. El Partit dels Socialistes de Catalunya ha decidido retirar el asunto de los discursos del candidato, de manera que Pere Navarro solo se refiere a él a preguntas de los periodistas y de manera muy matizada.

Si bien el pasado sábado Navarro pidió a Mas una declaración explícita de que no tenía cuentas en Suiza, ayer se limitó a pedirle al líder de Convergència que reconozca que su partido “está bajo sospecha”, pero ya no por el borrador policial, sino por los casos de presunta corrupción que le salpican desde hace tiempo, como son el caso Palau y el de las ITV.

Los socialistas pretenden ayudar a desactivar así la campaña de adhesión personal que Convergència i Unió ha lanzado los últimos días para favorecer a su candidato, a quien presenta como una víctima de altas instancias del Estado. El propio Mas aseguraba el martes que se han “fabricado” pruebas contra su persona y que en España hay quien le quiere “destruir” para impedir el proceso soberanista de Cataluña.

Cada vez que se refiere a ello en un acto electoral, Mas logra caldear el ambiente como no había conseguido hacerlo en toda la campaña. El público ovaciona al candidato como nunca, las senyeras ondean frenéticamente y el público entona el himno de Els Segadors a todo volumen. CiU ha asociado claramente la idea de que los ataques a Mas no solo son infundados, sino que son una carga de fondo contra Cataluña.

A la vista de ello, el Partido Popular también ha decidido controlar muy bien el discurso. Las críticas a Mas por presunta corrupción tampoco aparecen en los discursos de Alicia Sánchez-Camacho, y cuando lo hace es de manera genérica. Mariano Rajoy ha evitado cualquier alusión al asunto en sus dos últimas apariciones en la campaña catalana. El PP, igual que el PSC, deja que sean dirigentes no vinculados directamente a la campaña catalana quienes lancen las acusaciones más graves. En el caso de los socialistas fue la exministra Carme Chacón quien acusó al conjunto del Gobierno catalán de estar “bajo sospechas de corrupción”, mientras que las acusaciones más graves desde el PP las lanzó su secretaria general, María Dolores de Cospedal, al afirmar que “las cuentas en Suiza las tienen las personas, no los territorios”.

Esquerra Republicana evita incluso las referencias veladas al asunto porque entiende que las nuevas acusaciones contra Mas son una operación orquestada contra el proceso de autodeterminación.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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