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EL ÚLTIMO RECURSO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un eterno tránsito hacia la nada

El macroproceso contra 40 dirigentes de Batasuna dura ya más de 10 años y no se vislumbra el final

El magistrado Fernando García Nicolás y su esposa.
El magistrado Fernando García Nicolás y su esposa.ULY MARTÍN

¿Para qué vas a correr si no sabes adónde vas? Ese proverbio africano parece ser la inspiración de los jueces de la Audiencia Nacional que, al menos en los últimos años, han tenido responsabilidad sobre el caso Batasuna. Porque ese macroproceso, el 35/02 del Juzgado Central 5, en el que están procesados 40 dirigentes de Batasuna —entre ellos Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria y Joseba Permach, es decir, los que están liderando a la izquierda abertzale hacia el fin de la violencia en Euskadi— se inició hace ya 10 años y no se vislumbra el final.

Lo inició en 2002 el entonces juez Baltasar Garzón con la intención de cortocircuitar el flujo de dinero hacia Batasuna, por entender que esa formación política era “una de las grandes empresas de ETA”.

Según el magistrado, la dirección de la banda terrorista decidió “en 1992, configurar una plataforma económico-financiera coordinada para aglutinar todas las estructuras y organizaciones integradas en el MLNV (Movimiento Nacional de Liberación Vasco)”. Esta tenía como finalidad elaborar el llamado Proyecto Udaletxe, “una estructura empresarial de ETA dirigida a financiar todas las estructuras integradas en el complejo terrorista”. Para Garzón, no existía duda de que uno de los pilares de esa plataforma eran las herriko tabernas (tabernas del pueblo), dependientes de Batasuna y utilizadas para “la captación de nuevos militantes, el depósito (...) de armas y explosivos para la comisión de atentados de ETA, (...) instrumentar la lucha callejera, y la recopilación de información de futuros objetivos terroristas”.

De modo que el juez intervino las herriko tabernas y suspendió las actividades de Batasuna, antes de su ilegalización por el Tribunal Supremo.

En 2005, poco antes de marcharse a Estados Unidos, Garzón procesó a 36 responsables de la formación política y a su vuelta, en 2008, concluyó el sumario, en el que ya había 40 acusados, además de los etarras Josu Ternera y Jon Salaberria, que estaban huidos. Poco después, abrió juicio oral.

En abril de 2010, el fiscal presentó sus conclusiones provisionales en las que reclamaba 12 años de cárcel por pertenencia a banda terrorista para Otegi, Etxeberria y Permach, a los que se considera jefes de ETA; 10 años para otros 20 dirigentes de Batasuna, por el mismo delito, y 8 años para 17 militantes. Desde entonces, poco o nada se ha hecho y la causa sestea en la sala.

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No deja de ser curioso que este proceso tendrá que dejarse sin efecto para Otegi, porque ya ha sido juzgado y condenado por integración en banda terrorista en el caso Bateragune, uno de los enésimos intentos de reconstrucción de la cúpula de Batasuna. La Audiencia le condenó a 10 años de prisión, pero el Supremo le rebajó la pena a seis años y medio. La pertenencia a un grupo terrorista es un delito permanente, por lo que no podrá ser juzgado de nuevo por eso.

Pero, aunque así sea, a alguien se le podría ocurrir señalar el juicio de una vez, en lugar de este viaje infinito.

La ponencia le corresponde al paulatino Fernando García Nicolás, que pensarán ustedes que está sobrepasado por el trabajo. Pues no. La velocidad, hay que reconocerlo, nunca ha sido su fuerte. En 1997 le costó seis meses redactar la sentencia que condenó a 37 años de cárcel a Juan José Rego Vidal y Jorge García Sertucha por el intento de atentado contra el Rey en Mallorca. Un asunto sin ninguna complicación que no suele precisar más de una semana, puesto que los acusados habían admitido su culpabilidad, habían alardeado de tener al Monarca en el punto de mira y se disponía del rifle de precisión como prueba.

Posteriormente el Consejo del Poder Judicial le expedientó y sancionó con una multa por retraso injustificado al tardar más de un año en dictar otra sentencia del entorno de ETA.

Quizá piensen que está agobiado por los otros casos que tenga asignados. Pues tampoco. Resulta que el caso Batasuna es la única ponencia que tiene encomendada. Y el mes que viene se jubila.

Lo más probable es que sea admirador del que fue actor y presidente norteamericano Ronald Reagan, que comentaba: “Algunos dicen que el trabajo duro no ha matado a nadie, pero yo me digo: ¿Por qué arriesgarse?”.

Y, mientras, el proceso prosigue su eterno tránsito hacia la nada.

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