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Feijóo alejó a Rajoy de sus actos y Rubalcaba alentó los de Vázquez

Los resultados de Galicia tendrán trascendencia estatal para PP y PSOE La irrupción del partido liderado por Beiras aumenta la intriga postelectoral

Feijóo y Rajoy, durante el mitin de cierre de campaña en Vigo.
Feijóo y Rajoy, durante el mitin de cierre de campaña en Vigo.LALO R. VILLAR

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en Vigo y Ourense, y el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE), en Pontevedra y Santiago, protagonizaron ayer los mítines de cierre de campaña electoral tras su frecuente asistencia en apoyo de sus respectivos candidatos. Rajoy, que ha visitado las cuatro provincias en las dos últimas semanas, compareció ayer por primera vez con Alberto Núñez Feijóo en el doblete. Rubalcaba ha viajado en seis ocasiones a Galicia para respaldar con su presencia, como ayer, a Pachi Vázquez, el candidato socialista a la Xunta. Unos y otros insistieron en el mismo mensaje de fondo y en la trascendencia de unas elecciones que desbordan el ámbito gallego y que explican las persistentes visitas de los líderes.

Feijóo pidió ayer desde Vigo el apoyo para vencer, en próximo mandato, las dificultades económicas y prometió ante su jefe de filas y presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, que “Galicia será la primera en salir de la crisis”. “Te lo aseguro, presidente”, proclamó.

Para Rubalcaba, sin embargo, eso no pasa de ser la palabra de “un contable” que está “pensando en marcharse”, frente a un candidato, Pachi Vázquez, que está y quiere seguir “encima” de los problemas de la gente y que será “un presidente para el cambio”. “Le haremos contable mayor del Reino de Galicia”, ironizó el líder socialista en Pontevedra aludiendo a Feijóo, tras admitir su “profesionalidad” para la “magia y trampas contables”.

Fueron los últimos escarceos de una campaña cuyos resultados se presentan muy abiertos en la cuestión primordial de si Feijóo podrá conservar o no su mayoría absoluta y, por tanto, el Gobierno de la Xunta. En esta tesitura, la intensa participación de los dos líderes nacionales en la campaña muestra su preocupación por unos resultados que trascienden el ámbito autonómico para convertirse en una muestra de aprobación o de rechazo a las políticas de ambas formaciones en España e incluso en el ámbito de la UE. Es decir, las políticas de austeridad del PP, que Feijóo anticipó en Galicia, y la defensa de las prestaciones sociales que esas políticas han recortado de manera ostensible, como pregona el PSOE.

Para los socialistas, el resultado del domingo será un medidor de su recuperación tras haber perdido el Gobierno central hace un año. Cuentan con que el propio desgaste del Partido Popular y de Rajoy juegue un efecto de rechazo que les devuelva simpatías y votos perdidos. Si bien esa vuelta del voto, por un hipotético desafecto al PP, no parece tampoco una consecuencia que se pueda establecer con claridad en el PSOE debido al distanciamiento hacia los dos principales partidos nacionales que muestran las encuestas. Los resultados de estas elecciones se analizarán, más bien, con la óptica de comprobar el estado de las heridas de PP y PSOE y el grado de desgaste.

Tanto Rajoy como Rubalcaba, cualquiera sean los resultados, no han querido llegar a ellos sin haber puesto de su parte toda la carne en el asador. Con más interés y aplicación que en el País Vasco, donde los pronósticos son más excluyentes para ambos. De las elecciones gallegas derivará una interpretación más genuina de la situación electoral en España.

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Rajoy ha intervenido en actos alejados de los que protagonizaba Feijóo, tratando de no contaminarle con las quejas contra el Gobierno, sean por el programa electoral tan rápidamente incumplido o por el debate generado por el eventual rescate europeo. En esa distancia, para Rajoy ha sido más fácil elogiar los méritos de Feijóo como el alumno más aplicado, de lo que este también se ha ufanado para anunciar ahora el comienzo de una etapa de crecimiento “con menos ajustes que en otras autonomías”.

Los dos partidos también han desplegado por la campaña a sus más emblemáticos dirigentes nacionales, Esperanza Aguirre incluida, que han insistido en la trascendencia estatal de las elecciones, pero sin que en ningún caso ese despliegue haya tenido mayor incidencia en el electorado que la de verlos como comparsa o mero acompañamiento: la atención está puesta en otros personajes.

La irrupción de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), la coalición que pivota sobra la Anova de Xosé Manuel Beiras y Esquerda Unida, revolucionó la campaña. Pese a todas las improvisaciones a que le obligaron las prisas para formalizarse, su éxito de convocatoria a los actos de estas dos semanas han ido en sentido creciente y han desbordado las posibilidades de acierto de las encuestas. Para mayor desconcierto, AGE ha fijado su principal caladero de votos en la desafección a que se exponen los partidos mayoritarios y también al BNG, del que Beiras fue su líder más conocido. Los resultados de AGE también trascenderán el ámbito de Galicia y aumentan la intriga sobre la partida en juego, cuyo tablero quedó ayer dispuesto.

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