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Wert no rectifica y asegura contar con el respaldo del Gobierno

“Estic molt orgullós del que he dit”, asegura el ministro de Educación “¿Qué es exactamente lo que les parece mal del verbo españolizar?”, se pregunta

Mariano Rajoy observa en la tribuna el paso de las tropas.
Mariano Rajoy observa en la tribuna el paso de las tropas. ULY MARTÍN

Si el ministro de Educación, José Ignacio Wert, está arrepentido de su llamada a españolizar a los alumnos catalanes”, que ha incendiado el altamente combustible debate político en Cataluña, lo disimula muy bien. Este viernes fue uno de los miembros del Gobierno más locuaces en la recepción de la Fiesta Nacional, en un intento por defenderse de las críticas que le llegan desde todos los flancos; incluso desde sus propias filas.

“Estic molt orgullós del que he dit” [“estoy muy orgulloso de lo que he dicho”], repetía una y otra vez, en un intento por demostrar que su posición no es contradictoria con el aprecio, y conocimiento, del catalán.

Pero lo cierto es que Wert se ha convertido en el primer ministro del Gobierno de Rajoy cuya reprobación va a pedir un grupo de la oposición —en este caso, el PSOE— y que, a poco más de un mes de las elecciones catalanas, los efectos de la polémica que han generado sus palabras resultan imprevisibles.

Por eso, Wert se esforzaba ayer por justificarse, recordando que utilizó esta expresión no a iniciativa propia sino en respuesta a la pregunta de Francesc Vallés, un diputado del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), en el pleno del Congreso; y que desde el primer momento dejó claro que su pretensión es que los alumnos catalanes “se sientan tan orgullosos de ser españoles como catalanes”.

Dívar, Rato y casi mil invitados más

N. J. / M. G., Madrid

Casi un millar de invitados asistieron ayer a la recepción en el Palacio Real tras el desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional. Junto a la Familia Real y las autoridades políticas, había un gran número de personalidades del mundo militar, empresarial, la justicia, el deporte y la comunicación.

Eran tantos que el comedor del palacio se hizo pequeño y el calor indisimulable. Los camareros a duras penas podían atravesar la sala con sus bandejas de canapés y jamón, entre entretenidas conversaciones y largas colas para hablar con los Príncipes.

El Rey se retiró antes y cedió el protagonismo a don Felipe, con el que todos querían charlar: “¿Se acuerda de mí? Nos vimos un día en la Fundación...”.

El expresidente del Tribunal Supremo y Del Consejo General del Poder Judicial Carlos Dívar —quien tuvo que dimitir por el escándalo del uso de recursos públicos para sus viajes privados— llegó de los primeros al Palacio Real, entró en el comedor, no vio a nadie conocido y volvió a salir. Posteriormente, llegaron representantes del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial.

Entre los invitados también estaba el expresidente de Bankia Rodrigo Rato, quien charló unos minutos con el Príncipe e hizo cola para hablar con Rajoy, de quien fue compañero de Consejo de Ministros en la etapa de Aznar y compitió con él por la sucesión.

Pero su mayor interés estaba en subrayar que cuenta con el respaldo del Gobierno y, en particular, de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; quien el pasado jueves, en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros, evitó tanto desautorizarlo como respaldarle expresamente, a pesar de que los periodistas le instaron a hacerlo hasta en cinco ocasiones.

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Tras subrayar que cuenta con el respaldo del Gobierno y, en particular, de la vicepresidenta, aseguró que la reacción de sus compañeros de Gabinete ha sido “cariñosa y solidaria, como ocurre siempre que alguno ocupa un lugar más destacado de lo que le conviene”. Una forma de reconocer que dicho apoyo responde más al cierre de filas que se produce como reacción tras un ataque externo que a la aprobación de su conducta.

Wert no se arrugó y presumió de haber aportado “claridad” al debate, al tiempo que se quejaba de que se le critique a él por utilizar el término españolizar, mientras que a nadie le parece mal que la consejera de Enseñanza de la Generalitat, Irene Rigau, presuma de catalanizar la educación en Cataluña. “¿Qué es exactamente lo que les parece mal del verbo españolizar?”, se preguntaba Wert, quien tachó de “bobada” comprar su política con la aplicada por el régimen franquista contra el catalán.

Las palabras del ministro de Educación llueven sobre mojado. Primero fue el aumento de los contenidos comunes en los temarios escolares, recortando el margen de las comunidades autónomas para fijar asignaturas; después, la acusación de que la educación es responsable del auge del independentismo en Cataluña; finalmente, la posibilidad de subvencionar a colegios privados que impartan clase en castellano en Cataluña. Teniendo en cuenta que la enseñanza en catalán cuenta con un amplísimo consenso en la sociedad catalana, no parece la mejor forma de aislar al independentismo.

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