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El Rey, a los independentistas: “Lo peor ahora sería perseguir quimeras”

El jefe del Estado pide unidad ante el debate sobre la secesión de Cataluña La Casa del Rey preparó el texto y Rajoy dio su visto bueno el lunes en La Zarzuela

El Rey inaugura el año judicial en el Tribunal Supremo. FOTO: Luis Sevillano.
El Rey inaugura el año judicial en el Tribunal Supremo. FOTO: Luis Sevillano. LUIS SEVILLANO

Durante 34 años de democracia, y con la clarísima excepción del golpe de Estado del 23-F, donde su protagonismo fue absoluto, el Rey ha evitado entrar directamente, al menos en público, en los asuntos políticos más relevantes de España. Sin embargo, y en una situación especialmente compleja de crisis económica y política, el jefe del Estado decidió ayer dar un giro a esa línea de perfil bajo y entró de lleno en el asunto más relevante y delicado de la política española, el desafío independentista en Cataluña, con una declaración en la que todo era inédito: la claridad de los mensajes, el formato —un texto en la renovada página web de la Casa del Rey— y sobre todo, el contenido.

Don Juan Carlos, cuya política de comunicación ha dado un giro total desde la crisis de imagen que sufrió con su polémico viaje a Botsuana para cazar elefantes, lanzó un mensaje clarísimo, preparado en La Zarzuela, pero autorizado expresamente por Mariano Rajoy. Y ese texto, claramente político, iba dirigido muy directamente a los independentistas catalanes, que la semana pasada protagonizaron la gran manifestación de la Diada en Barcelona. “En estas circunstancias”, escribe el Rey, “lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido”.

Ese mensaje sobre “perseguir quimeras”, una clara referencia al independentismo, y “discutir si son galgos o podencos”, fue precisamente lo más comentado ayer en los pasillos del Congreso y en general en la política española. La decisión de emitir un mensaje tan contundente causó un enorme impacto y muchas críticas, aunque la mayoría, salvo las de los nacionalistas, llegaban en privado. Mientras en el PP había una evidente satisfacción, ya que el mensaje era sobre la necesidad de pensar en la crisis económica y olvidarse de los debates secesionistas, el PSOE mantuvo formalmente su tradicional respeto al Rey, pero sin ocultar un malestar de fondo. Muchos diputados consideraban ayer que este mensaje puede ser contraproducente en Cataluña, donde el ambiente es de gran tensión política a la espera de lo que suceda mañana en la reunión en La Moncloa entre Rajoy, que sigue sin decir una palabra sobre el asunto desde la manifestación de Barcelona, y Artur Mas, el presidente de la Generalitat.

La decisión de dar un giro al perfil bajo y entrar de lleno en el terreno de la política se tomó el pasado viernes en La Zarzuela. Después de la manifestación de Barcelona del martes, que había causado una enorme preocupación en los círculos políticos y empresariales, y ante la convocatoria de otras marchas en Madrid el sábado contra los recortes, que finalmente también fue multitudinaria, el Rey se reunió con sus asesores y decidió lanzar como Jefe del Estado un mensaje de unidad.

La decisión de redactar el texto se tomó el pasado viernes

El texto se redactó en La Zarzuela. Lo habitual es que los discursos del Rey los escriba el Gobierno, salvo los de Nochebuena, que se escriben en la Casa del Rey aunque se envían al Ejecutivo para su supervisión. Pero este era especial, y quedó redactado por los colaboradores del Monarca. Rajoy también tuvo un papel importante en la decisión definitiva de este giro del discurso público habitualmente discreto del Rey. El texto estaba ya escrito cuando Don Juan Carlos recibió el lunes por la tarde en el palacio de La Zarzuela al presidente del Gobierno, en su despacho semanal. Obviamente, este asunto fue el más importante de la cita.

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El Rey entregó el texto a Rajoy y le consultó sobre su publicación. Don Juan Carlos reina pero no gobierna, y todos sus actos deben ser sancionados por el Gobierno. Rajoy, según fuentes de La Zarzuela que no desmienten en La Moncloa, leyó el escrito y estuvo de acuerdo en que se difundiera. El Rey entendía, según La Zarzuela, que este mensaje está “dentro de sus funciones constitucionales”. Y Rajoy le apoyó.

En los últimos meses, desde que estalló el escándalo del caso Urdangarin, pero sobre todo desde la crisis de Botsuana, el Rey está multiplicando su presencia en actos relevantes que antes se mantenían en secreto. Especialmente significativa fue la fotografía de su reunión con los principales empresarios españoles. La voluntad de que los ciudadanos vean la utilidad de su papel parece evidente, aunque eso también abre espacios para la crítica de quienes consideran, especialmente los nacionalistas, que el Rey no debería tener más protagonismo que el puramente institucional. La Casa del Rey también ha hecho esfuerzos para aumentar su transparencia aunque muchos grupos la han considerado insuficiente.

Muchos diputados creen que en Cataluña puede ser contraproducente

La Casa del Rey decidió que el mensaje del Monarca llegara a través de la página web inaugurada hace 10 días (www.casareal.es). Pensaban que era el mejor modo por tratarse de un medio “cercano, directo y fácil de controlar”.

La primera noticia de la existencia del mensaje la dio don Juan Carlos a última hora de la mañana. En la apertura del año judicial, se lo comunicó a los políticos y a los periodistas cuando recabaron su opinión sobre la situación actual. “Mirad a las 14.00 mi carta en la web”. Media hora antes la Casa del Rey alertaba de que don Juan Carlos había lanzado un “mensaje importante”, un mensaje que califican de “unidad”.

El texto tiene una parte similar a la idea que está lanzando el Gobierno, esto es que en plena crisis económica no es momento para tensiones separatistas. El tono era de especial dramatismo: “Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar”.

Pero también tiene otra parte final en la que no se refiere ya a los nacionalistas sino a las protestas sociales. La crisis de la política es una preocupación generalizada y el Rey parece también querer entrar en este asunto a fondo. Tanto, que incluso reclama recuperar el espíritu de la Transición, dando así, de nuevo, un especial dramatismo a la situación.

Fuentes del palacio de La Zarzuela señalan que las palabras del Monarca van dirigidas a tres sectores: a los Gobiernos autonómicos y en especial los de Cataluña y País Vasco, a las fuerzas sociales que planean las movilizaciones y a los partidos políticos, a todos sin excepción, incluido el PP. “El Rey siempre ha lanzado el mismo mensaje: unidad, lo que sucede es que ahora lo ha enviado por un canal diferente”, aseguran fuentes del palacio de La Zarzuela. “El Rey ha asumido sus funciones como es su obligación y no ha hecho dejación de ellas como en el viaje a Botsuana”, añaden otras fuentes.

“Don Juan Carlos está muy preocupado por la situación en la que se encuentra el país y por eso ha actuado y seguirá haciéndolo ahora que tiene este canal tan directo, siempre dentro de los límites que le permite la Constitución”, explican. Este mensaje no será el último. ¿Cuándo llegará el próximo? “Puede ser dentro de una semana o de un mes. Cuando se considere necesario y oportuno”, precisan fuentes de La Zarzuela.

Unión, concordia y los valores de la Transición

“No soy el primero, y con seguridad no seré el último entre los españoles, que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales”.

“La primera es que solo superaremos las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido”.

“La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en nuestra Transición democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva”.

“Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todas las dificultades que hoy vivimos”.

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