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Unos 60 subsaharianos de Isla de Tierra han regresado ya a Marruecos

El reino alauí los dejó en la frontera con Argelia y aprovecharon la noche para regresar a Oujda Continúan las deportaciones masivas a territorio argelino

MÓNICA CEBERIO, ENVIADA ESPECIAL
Puesto fronterizo de Zouj Beghmal en Oudja (Marruecos), cerrado desde1994, tras un desacuerdo con Argelia.
Puesto fronterizo de Zouj Beghmal en Oudja (Marruecos), cerrado desde1994, tras un desacuerdo con Argelia. ULY MARTÍN

Unos 60 subsaharianos expulsados la noche anterior de Isla de Tierra, el diminuto peñasco español deshabitado y pegado a Marruecos, han logrado completar su viaje en círculo. Aprovechando la noche, parte de los 73 inmigrantes que quedaban el lunes en el islote y que regresaron desde la frontera con Argelia, donde las fuerzas de seguridad marroquíes los había conducido en autocares, dieron marcha atrás y volvieron al punto de partida: la ciudad de Oujda. Así lo ha confirmado un miembro de la ONG Gadem, que ha conseguido localizarlos en territorio marroquí.

Es el procedimiento habitual. Las fuerzas de seguridad marroquíes meten a los inmigrantes en autocares, los llevan a la frontera, y les indican que entren sin más en Argelia. Ellos, tan pronto pueden —o cuando así se lo indica el primer guardia argelino que los ve—, se dan la vuelta y vuelven a Marruecos. Un ritual con escaso sentido práctico. Cuando llegan a Oujda, se asientan en el campus de la Universidad, un espacio en el que no entra la policía, o en alguno de sus montes cercanos. Y desde allí buscan la manera de acercarse de nuevo a la frontera con España.

Fuente: El País
Fuente: El País

Las deportaciones masivas hasta la frontera argelina continúan. Ayer llegaron también decenas de detenidos de Nador y alrededor y hoy está previsto que lleguen más. Hay algunos heridos, aunque  la ONG Médicos Sin Fronteras, que esta mañana se ha llevado a varios de ellos, con brazos escayolados, muletas o vendajes para tratarlos, asegura que son menos que en los últimos días.

Criticas de organizaciones jurídicas y humanitarias

Las ONG ya habían anunciado que los inmigrantes de Isla de Tierra iban a ser expulsados y que en cuestión de horas estarían ya de regreso en Oudja. Durante el desalojo del islote, en la madrugada del lunes al martes, seis autocares aguardaban en el aparcamiento de la playa de Sfiha para trasladarlos a comisaría y, después, a Argelia. “En España no hay trabajo. En Marruecos no hay trabajo. ¿Qué podemos hacer con ellos? Nada de nada”, defendía ayer un gendarme marroquí. “Tienen que volver a sus países”. El problema es que, precisamente, el reino alauí no los conduce a sus Estados de origen, sino que se limita a soltarlos.

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El Ministerio del Interior español considera que el conflicto de Isla de Tierra, que se había convertido en un verdadero quebradero de cabeza para el Gobierno, se ha resuelto de una forma “muy satisfactoria”. El Ejecutivo expresó ayer su alivio porque Marruecos hubiera colaborado finalmente y accedido a hacerse cargo de más de 70 inmigrantes, y confiaba en que hubiera una cada vez mejor coordinación entre ambos países para luchar contra la inmigración ilegal.

Cinco inmigrantes lograron entrar ayer en Melilla tras un nuevo asalto

Pero las críticas de numerosas organizaciones jurídicas y humanitarias han arreciado. Los inmigrantes han sido expulsados desde Marruecos a Argelia por la vía de los hechos. Sin un procedimiento legal y sin garantías, algo impensable en España. Por otro lado, la propia devolución a Marruecos, según la ley española y el acuerdo bilateral firmado entre Madrid y Rabat en 1992, debería poder ser recurrida por los inmigrantes, algo que en este caso no ha sucedido. Estos, además, ni siquiera han sido documentados antes de abandonar el islote (suelo español) para ser trasladados forzosamente a la playa de enfrente (suelo marroquí).

Las posibles irregularidades son múltiples. Las ONG también critican que ni siquiera se haya escuchado a aquellos inmigrantes que querían solicitar asilo. Pero fuentes gubernamentales insisten en que la situación era muy complicada y en que no se podía trasladar a España a las casi 90 personas que habían entrado en Isla de Tierra. Indican que, en ese caso, un día después habrían sido 300 y que el problema se hubiera transformado en algo imposible de gestionar.

Por eso, el Ejecutivo optó por hacerse cargo solo de los más vulnerables: menores, madres y mujeres embarazadas. Desde el miércoles pasado habían logrado llegar al islote 89 personas (dos más que el cálculo inicial que había llevado a cabo la Delegación del Gobierno de Melilla). Lo hicieron en dos grupos, uno el miércoles y otro el domingo. Y España solo se ha hecho cargo finalmente de 16 personas, menores y mujeres, que han sido trasladadas a Melilla, por razones humanitarias. Los 73 restantes permanecieron en el peñasco hasta que se inició la operación de desalojo.

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Un grupo de ONG formado por Andalucía Acoge, Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Elin y SOS Racismo anunció ayer que estaba valorando la posibilidad de poner el asunto en conocimiento de los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.

En Isla de Tierra ya no queda apenas rastro de lo sucedido. Unos soldados limpiaban ayer por la mañana los restos que había dejado en el islote el casi centenar de inmigrantes que lo había ocupado durante la última semana. Algunos llevaban allí seis días, durmiendo a la intemperie y soportando un calor sofocante durante el día, sin sombra alguna en la que resguardarse. La bandera rojigualda plantada en lo alto no ha impedido, finalmente, que vuelvan al punto de partida.

[Por otra parte, cinco inmigrantes lograron entrar ayer en Melilla tras un nuevo asalto].

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Sobre la firma

MÓNICA CEBERIO, ENVIADA ESPECIAL
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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