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Respaldo o silencio en público, inquietud creciente en privado

PP y PSOE comentan con discreción el problema que puede significar el descrédito del Rey

Carlos E. Cué
Los Príncipes de Asturias y la Infantas, tras visitar ayer al Rey en su convalecencia.
Los Príncipes de Asturias y la Infantas, tras visitar ayer al Rey en su convalecencia.Fernando Alvarado (EFE)

En público, las críticas solo llegan desde Izquierda Unida o Esquerra Republicana y un Tomás Gómez que se saltó el silencio de su partido, el PSOE, para decir que el Rey tiene que elegir entre sus responsabilidades o abdicar para poder hacer otro tipo de vida, esto es para poder irse a cazar elefantes a Botsuana en plena crisis. Si uno mira las declaraciones públicas, el asunto del viaje del Rey parecería menor, apenas ocupa espacio. Sin embargo, en privado, la política española vivió ayer y el sábado jornadas de enorme preocupación. Tanto el Gobierno como el PP y el PSOE comentaban siempre con discreción, el enorme problema que puede significar el descrédito del Rey ante la sociedad española en un momento tan delicado, con la crisis económica en su apogeo. Prácticamente todos los consultados señalan esa misma preocupación. El Rey, aunque es un asunto del que se habla poco públicamente, tiene un papel relevante en las grandes negociaciones internacionales de contratos de empresas españolas. Su entrada en Latinoamérica y en las monarquías árabes es muy conocida. Y cualquier deterioro de su imagen interna y externa afecta a esa fortaleza, más en plena crisis. Además, en un momento de preocupación por la deriva soberanista en Cataluña y por la posibilidad de que el año que viene se conforme también una mayoría soberanista en el País Vasco, casi todos los consultados señalan que una mala imagen del Rey es el peor de los escenarios. Si a eso se le suma una preocupación creciente por el desapego de buena parte de la sociedad hacia casi todas las instituciones, la preocupación por las repercusiones del viaje a Botsuana crecen.

Lo que sí parece bastante probable, según todas estas fuentes consultadas, es que el Príncipe, que conserva su buena imagen como relevo, ocupe cada vez más espacio

El único que se animó ayer a hablar de abdicación fue Tomás Gómez. Oficialmente, ni el Gobierno ni el PP quisieron hacer ningún tipo de comentarios sobre el viaje del Rey a Botsuana en la peor semana de la crisis económica. El PP directamente esquivó el asunto, como hizo el día anterior la secretaria general, Dolores de Cospedal, que hasta tres veces contestó lacónica: "Me remito al comunicado de la Casa Real". El PSOE mantuvo el silencio el primer día, aunque ayer dijo sin decir. Elena Valenciano señaló: "El PSOE nunca comenta la agenda privada del jefe del Estado, ni cuando nos gusta ni cuando no nos gusta. Y por responsabilidad institucional tampoco vamos a hacerlo ahora". Esto es, se le da apoyo político como siempre al Rey, como se hizo por ejemplo con el rotundo aplauso que recibió en el Congreso en el peor momento del escándalo Urdangarin, pero se dejó claro el malestar con el viaje con ese "cuando no nos gusta". En un línea similar se pronunció Josep Antoni Duran, portavoz de CiU: "No seré yo, con la que está cayendo y ante la necesidad de presentar una fortaleza conjunta de instituciones y la economía ante el exterior, quien me dedique a desestabilizar una institución esté de acuerdo o no con ella". Duran señaló que ve "inevitables" las críticas al viaje. Esto es, apoyo institucional, preocupación de fondo.

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En la reunión de Rajoy con los barones del PP el sábado, el presidente no dijo una palabra sobre el asunto, que ya se conocía. Después, en los corrillos, la preocupación de algunos era evidente. Y al día siguiente, con repercusión mediática, creció esa inquietud. Sobre todo inquieta en el PP y el Ejecutivo que el Rey pueda perder el apoyo no ya de la izquierda republicana, que nunca tuvo, sino el de buena parte de la derecha, incluso de la derecha monárquica. Todos los consultados admiten que una abdicación en este momento es algo muy delicado, además de implanteable porque Don Juan Carlos ha dejado ya muy claro que él no cree en eso y piensa que los monarcas deben reinar hasta su fallecimiento. Lo que sí parece bastante probable, según todas estas fuentes consultadas, es que el Príncipe, que conserva su buena imagen como relevo, ocupe cada vez más espacio. De hecho ya hace tiempo que el heredero va ganando cada vez más espacio en la vida pública y sobre todo en el ambiente de alto nivel político y empresarial, en España y fuera de España.

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