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Defensa busca fondos extraordinarios para evitar el impago de armas

El desfase entre el presupuesto y los compromisos supera los 1.000 millones Las multas para los morosos del eurocaza son multimillonarias

Miguel González

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, es uno de los que mejor parado ha salido del recorte presupuestario. La partida de su departamento solo se reducirá este año un 8,8% (613 millones) frente al 16,9% de media de sus compañeros de Gabinete. Aún así, fuentes de Defensa admiten que, con las cuentas remitidas al Congreso, no es posible atender todos los compromisos contraídos; es decir, el ministerio se ve abocado al impago de sus obligaciones.

Este reconocimiento no supone ninguna confesión, sino la constatación de un hecho: solo en el Eurofighter, el avión de combate europeo del que España se ha comprometido a adquirir 87 unidades, los pagos previstos en 2012 suman 720 millones. Y la partida incluida en el presupuesto es de 3,5.

Casi el 50% del recorte en Defensa ha salido del capítulo de inversiones, que pasa de 1.005 a 654 millones (casi un 35% menos). El anterior equipo de Defensa reconoció que el presupuesto de 2011 presentaba un desfase de 700 millones entre la cantidad consignada y los gastos comprometidos. En 2012 el agujero se amplía y podría rondar los 1.200.

Morenés cuenta con el respaldo del Ministerio de Industria, en cuyo presupuesto figuran 582,7 millones en créditos reembolsables para programas militares. Aunque esta cantidad es casi un 25% inferior a la del año pasado, supone nada menos que el 47% de la inversión total en sistemas de armas. Pero ni siquiera los 1.237 millones repartidos entre los dos ministerios bastan.

Para cuadrar las cuentas, Morenés ha recurrido a una solución drástica: suprimir las partidas previstas para los llamados programas especiales, 19 proyectos cuya factura total suma 31.000 millones y que constituyen la punta de lanza de las Fuerzas Armadas: desde el carro de combate Leopardo a las fragatas F-100 o el avión de combate Eurofighter. Si en 2011 Defensa disponía para estos programas de más de 200 millones, este año solo ha presupuestado 4,9. Lo justo para pagar al personal español que trabaja en tres de ellos.

Pese a este evidente agujero, Defensa asegura que tiene la “firme voluntad de cumplir sus compromisos internacionales y descarta la posibilidad de dejar de atender los pagos comprometidos”. No solo es cuestión de honrar la palabra dada: algunos contratos incluyen fuertes penalizaciones para disuadir a los incumplidores.

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El Eurofighter es el caso paradigmático. Los cuatro socios (Reino Unido, Alemania, Italia y España) se han blindado unos de otros con condiciones leoninas. Defensa, que debía más de 700 millones a finales del año pasado, estimó los intereses de demora en unos 52 millones. Por eso aprobó en marzo la entrega de 309 millones.

Lo que no explica Defensa es cómo pagará. Las opciones son limitadas: alargar el calendario de pagos; reducir, cuando sea posible, el pedido; obtener de Hacienda un crédito extraordinario o recurrir a un préstamo privado, como el concedido a los Ayuntamientos.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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