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Los candidatos se olvidan de las grandes promesas en Asturias

Los partidos insisten en la austeridad y eluden las propuestas que comprometan inversión pública Expertos en comunicación política creen que la crisis motiva una campaña basada en ideas

José Luis Aranda

Austeridad. Esa es la palabra que protagoniza la campaña electoral del 25-M en Asturias. Los cuarteles de todos los candidatos la repiten y, de una forma u otra, intentan aplicarla. La austeridad no se traduce solo en ahorro de propaganda electoral; también llega al discurso, a los mensajes que se lanzan a los electores. Y tiene una consecuencia: los ciudadanos asisten a una campaña sin grandes promesas, sin medidas estelares de las que antaño deslumbraban a los votantes y, en caso de llegar a aplicarse, requerían gran parte de los recursos que luego estos aportaban como contribuyentes.

“Me comprometo a que haya dinero suficiente para acabar la Autovía del Cantábrico en el 2013”. Esa es, pronunciada por la ministra de Fomento el pasado martes en Gijón, la mayor propuesta en materia de dotaciones que han recibido los asturianos de cara a los comicios del domingo. Y Ana Pastor, que evitó hacer lo mismo con el AVE, le añadió una condición: “Si no existen problemas técnicos que lo impidan”. A falta de conocer los presupuestos que el Gobierno presentará la próxima semana, parece que los partidos evitan en lo posible arriesgarse.

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¿Pero hay también otras razones? “Para la ciudadanía, hablar de promesas significa casi de forma irremediable hablar de quimeras”, señala la doctora en comunicación política Amparo Novo. Por eso, esta profesora del Departamento de Sociología en la Universidad de Oviedo cree que, en un contexto de recesión como el actual, “puede ser una buena estrategia priorizar los conceptos frente a las promesas”.

Los socialistas parecen ser los alumnos más aplicados en esa táctica. La candidatura de Javier Fernández señala como uno de los ejes de su campaña que esta se nutre “de conceptos, más que de grandes promesas”. Nociones como “seguridad”, “garantía” o “seriedad” hacen las veces de eslogan para el aspirante del PSOE. Pero la profesora Novo advierte de otro problema: que los conceptos que lanzan los partidos resulten “ambiguos” o que, directamente, carezcan de “un marco comprensible y significativo” para el votante.

Conceptos "inmateriales" y "trasnochados"

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Francisco Roldán, profesor en Vértice Business School, coincide en que “en situaciones de crisis no se pueden hacer grandes promesas” y en que, entonces, llegan los “temas emocionales”. En esta categoría, además de buena parte de la campaña conceptual del PSOE, cabrían la defensa de Asturias que pide FAC, la llamada a combatir a la derecha de IU o la apelación genérica a la recuperación económica y al compromiso colectivo del PP.

El experto, que preside la Asociación Española de Consultores Políticos, destaca que "los conceptos son inmateriales”. Y en algunos casos, como en la apelación al miedo de que gobierne la izquierda o la derecha, cree que además se perciben como “trasnochados”. “El miedo desilusiona a mucha gente”, insiste Roldán, para quien la situación política y económica genera en la ciudadanía un “desánimo grande”. En ese contexto, explica, las urnas tienden al “voto pragmático, a lo conocido”, pero también “puede ocurrir que la abstención sea alta”.

En lo que coinciden ambos especialistas en comunicación política es en lo que sí buscan los electores. “A la ciudadanía le importa, y mucho, la capacidad de los líderes para resolver problemas”, indica Novo, quien ofrece una versión optimista y cree que, como los partidos lo saben, los conceptos a veces sí dan paso a propuestas. Roldán describe un escenario peor: “El problema no es que no haya soluciones sino que los políticos no las dan porque igual no las saben”. Si las tienen o no, el ministro de Economía, Luis de Guindos, dejó claro que estas no pueden apoyarse actualmente en la inversión pública cuando, en la víspera del inicio de campaña, anunció que esta se reduciría un 40% en 2012.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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