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Tranquilo, relajado y minucioso

El duque fue “supereducado” pero también escapista en su testimonio

Iñaki Urdangarin abandona el juzgado anoche.
Iñaki Urdangarin abandona el juzgado anoche. ENRIQUE CALVO (REUTERS)

El duque de Palma se mostró sumamente tranquilo, relajado y minucioso, aunque escapista en muchas respuestas, según coincidieron anoche en relatar varios acusadores y defensores que presenciaron su declaración ante el juez José Castro. Un interrogatorio que el instructor convirtió en “un diálogo prolijo, a veces casi en tono paternal”, explicaron.

El exbalonmanista del Barça está acostumbrado a hacer fintas, rematar a gol, aguantar la mirada del portero en los penaltis y a hacer muralla defensiva. Tiene los nervios educados, y en el banquillo guardó su largo y delgado cuerpo en compostura. Quienes le observaron de cerca le encontraron demacrado y pálido.

“Yo conozco mis limitaciones y mis virtudes”, dijo Iñaki Urdangarin para intentar escapar de responsabilidades en temas de contabilidad y administración. Cada diez minutos sorbió de las botellas de agua mineral, hasta cinco, que consumió. Al final cogió los envases y los lanzó a la papelera. Cada vez que le mostraban papeles daba las gracias, y levantó del suelo una lámpara que cayó de la mesa. Los letrados defensores reseñaron el episodio.

“Fue correcto, supereducado, repitiendo que está a disposición de su señoría muchas veces”, dijeron a coro el abogado Jordi Bertomeu, defensor de Juan Pablo Molinero, y los letrados de José Luis Ballester, Pepote, Ángel Aragón y Juan Piña. El veterano exfiscal y penalista José Zaforteza, que representa a Antonio Ballabriga, destacó el papel “excelente” del Duque de Palma en sus declaraciones y en su trato.

A la llegada al juicio, la presencia de policías nacionales procedentes de fuera de Baleares hizo que un agente les pidiera que se identificaran a los tres fiscales de Anticorrupción, Juan Carrau, Pedro Horrach y Miguel Ángel Subirán. Varios periodistas alertaron del error o del exceso de celo.

Al mediodía, fiscales, abogados y periodistas comieron barato, y por separado, en una cafetería cercana al juzgado. Los representantes del ministerio público almorzaron lomo con col, un antiguo plato mallorquín. Pagó la abogada de la comunidad, María Ángeles Berrocal.

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Tal fue la monotonía y el ambiente relajado por la tarde que a uno de los letrados asistentes al interrogatorio le venció el sueño. “Me rendí mientras Urdangarin hablaba de Rita Barberá y de Valencia. No aludía a mi cliente”, confesó después el abogado.

Los letrados se quejaron mucho cuando el juez Castro, de acuerdo con los fiscales, decidió que la declaración de Urdangarin prosiga hoy.

Ya en la calle, el letrado de Jaume Matas mostró su preocupación por las preguntas sobre la participación de los hijos menores de la Infanta y el Duque en una de sus sociedades.

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