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Bojovic: “Nosotros somos soldados”

El líder del clan que mató al primer ministro serbio tenía residencia legal en España desde 2002 Se le acusa de intentar matar al asesino del criminal de guerra Arkan

Mónica Ceberio Belaza
Luha Bojovic, tras uno de los registros policiales.
Luha Bojovic, tras uno de los registros policiales.EFE

“Nosotros somos soldados”, le espetó a uno de los agentes de la Policía Nacional encargados de su detención el pasado 9 de febrero. Cuando el policía le preguntó si era Luka Bojovic, jefe del clan que acabó con la vida del ex primer ministro serbio Zoran Djindjic en 2003, respondió: “Tú sabrás. No te voy a contestar”. Se negó a declarar. Solo quiso dejar claro que se consideraba un soldado, no un mafioso, y quiso saber cómo, a pesar de sus estrictas medidas de seguridad, los policías habían llegado hasta él. No lo entendía. Hablaba un español más que correcto. Porque ha pasado en España los últimos 10 años. La mayor parte de ellos, sin esconderse.

Bojovic, el panadero, de 38 años, líder del clan Zemun —uno de los grupos mafiosos más peligrosos de Europa que tiene su origen en el grupo paramilitar de la guerra de los Balcanes conocido como Los Tigres de Arkan—, inició sus primeros trámites para pedir el permiso de residencia en España en 2001. Con su nombre y apellidos y en Las Palmas de Gran Canaria, según verifican fuentes policiales. En julio de 2002 se lo concedieron, y en 2006 le dieron la residencia permanente. Vivía con su mujer y con sus tres hijos. Ese mismo año la policía holandesa lo incluyó en una lista de personas buscadas internacionalmente, y a partir de ahí empezó a tener más cuidado con sus movimientos. Durante los primeros años, para las autoridades españolas era un serbio más de los muchos que se asientan en la costa o en las islas. Sin más.

Serbia no dictó una orden de detención internacional contra él, y no pidió ayuda a España para encontrarlo, hasta el 27 de septiembre de 2010. Llevaban años detrás de Bojovic, pero para acusar y procesar se necesitan pruebas que no siempre existen. Y no las tuvieron, al menos las que demostraban la envergadura de su actividad criminal, hasta 2010.

Bojovic tenía ya en ese momento un amplio historial delictivo ante los tribunales serbios, pero no por asesinato. Fue condenado en 1996 por tenencia ilícita de armas a seis meses de prisión; ese mismo año atacó en la cárcel a un funcionario de prisiones y le condenaron a tres meses más; en 2002 fue sentenciado de nuevo por tenencia ilícita de armas y en noviembre de 2008 por posesión de drogas, tenencia ilícita de armas y falsificación de documentos. En esta última ocasión, la pena fue de 15 meses de cárcel. Pasó menos de un año en prisión.

Durante esos años, vivía entre España y Serbia y viajaba por otros países europeos como Holanda, en los que ejercía también su actividad criminal. Las primeras pruebas de peso sobre su liderazgo en el clan mafioso no llegaron hasta 2010. Uno de sus más estrechos colaboradores, Sretko Kalinic, apodado La Bestia —que troceaba a sus víctimas y metía sus pedazos en picadoras de carne, según dijo la prensa croata que declaró a la policía tras su detención—, en esos momentos enemistado con el grupo de Bojovic, le señaló como jefe absoluto del clan Zemun desde 2003. Llegó a la cúspide tras la muerte a manos de la policía de Dusan Spasojevic días después del asesinato del primer ministro Djindjic, y la huida y posterior detención de Milorad Lukovic, los capos hasta ese momento.

El excolaborador de Bojovic le implicó además en varios crímenes, entre ellos el intento de matar al responsable del asesinato en 2000 de Zeljko Raznatovic, Arkan, en ese momento procesado por crímenes de guerra ante el Tribunal de La Haya, bajo cuyas órdenes había estado Bojovic. Su implicación con Arkan era tal que estaba totalmente decidido a acabar con sus asesinos y vengar el crimen.

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Luka rondaba la veintena durante la guerra de los Balcanes, en los noventa, cuando formó parte de los soldados de la Guardia Voluntaria Serbia —Los Tigres de Arkan—. El apodo del grupo paramilitar proviene, precisamente, de un cachorro de tigre que el padre de Bojovic, director del zoo de Belgrado, le regaló a Arkan.

En 2010, tras la declaración del excolaborador, Serbia emitió la orden de detención. En ese momento, desapareció del todo. Las autoridades serbias sabían que había pasado tiempo en España —entre otras cosas, porque el propio Kalinic había hablado de su actividad criminal y asesinatos cometidos aquí—, pero no tenían idea de adónde podía haber huido. Lo buscaron en Brasil y Argentina, entre otros lugares. Pidieron colaboración a España, pero sin saber a ciencia cierta si se encontraba en el país o no.

“Una vez siguieron su rastro en España a través de su mujer y de sus hijos”, explican fuentes policiales. “De forma que sabía que no podía cometer ese error. La familia estaba empadronada en Valencia, así que él se divorció, aunque nosotros sospechábamos que era una farsa. Él sabía que era su punto débil y que debía tener mucho cuidado”. Tuvo tanto que, a pesar de la vigilancia constante, nunca le vieron acercarse a ellos. Pero estaba cerca. Y ahora, tras los registros realizados en los pisos de Valencia de los cuatro miembros del clan, han encontrado una foto reciente de Bojovic con su familia en Barcelona. No saben cuándo ni cómo lo hizo, pero llegó a verlos.

La caída del líder se produjo por un error de su mano derecha,Vladimir Mijanovic. Sacó un billete de avión a su nombre desde Las Palmas a Madrid dos días antes de reunirse con su jefe en Valencia. A pesar de las estrictas medidas de seguridad —seguían una disciplina militar en cada movimiento para despistar a la policía— Mijanovic llevó a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional directamente ante su jefe. No solo estaba él en el restaurante valenciano en el que fueron detenidos, sino también Vladimir Milisavljevic, uno de los condenados por el asesinato del primer ministro Djindjic. Fue sentenciado en ausencia a 35 años de prisión. La Fiscalía para el Crimen Organizado serbia también lo acusó, después de las confesiones del excolaborador Kalinic, de varios asesinatos y conspiración criminal, al igual que a Bojovic. Junto a ellos estaba Sinisa Petric, un sicario huido de una cárcel serbia en la que cumplía pena por haber matado a una familia entera.

Serbia prepara ahora un dossier de más de mil folios sobre los cuatro detenidos para pedir su extradición. En su país, Bojovic no ha sido imputado hasta el momento por la muerte del primer ministro Djindjic que conmocionó al país el 12 de marzo de 2003. Pero ahora tiene testimonios que lo sitúan en ese momento dentro de la cúpula de la organización, cuyo mando absoluto logró días después del asesinato. Sin embargo, el clan Zemun sigue teniendo apoyo social. Los comentarios de lectores en la prensa serbia dan cuenta de que, para algunos, Bojovic sigue siendo un héroe de Los Tigres de Arkan. Que, como él mismo dijo al ser detenido, no es un mafioso, sino un soldado.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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