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EL ACENTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El consejero mutualista

El titular de Salud de la Generalitat lanzó una idea que sacudió el mapa catalán de la crisis: propuso la obligatoriedad de contratar un seguro privado a partir de un determinado nivel de renta

La austeridad en la sanidad obliga a recortes y algunos políticos los adornan con medidas de infarto. Boi Ruiz ha demostrado ser un maestro tanto en el arte de las tijeras como en el de las noticias bomba. El titular de Salud de la Generalitat de Cataluña, que ya demostró que en el recorte no hay quien le gane, lanzó el martes una idea que sacudió el mapa catalán de la crisis: propuso la obligatoriedad de contratar un seguro privado a partir de un determinado nivel de renta. Ruiz sacó el mutualista que lleva dentro —fue dirigente de la patronal privada hospitalaria durante años— poco menos que para proponer una sanidad pública solo para pobres.

No es la primera vez que el consejero hace este tipo de recomendaciones. A poco de ser nombrado para el cargo, propugnó que la ciudadanía se afiliase a una mutua. Lo dijo con la misma contundencia con la que hace largos meses Celestino Corbacho, entonces ministro de Trabajo, propuso a los españoles optar por un fondo de pensiones privado. Son muestras de sinceridad que la ciudadanía en épocas de crisis más que agradecer lamenta porque parecen esconder segundas intenciones.

Media un abismo entre la cínica oposición de los grandes partidos a introducir el copago para los servicios de salud y la propuesta de Boi Ruiz de una sanidad a dos velocidades: para ricos y pobres. Si el objetivo de las palabras del consejero era el de lograr desgravar el pago de cuotas a las mutuas privadas de la declaración de la renta no era preciso hacer cundir la alarma de esta forma. Basta con hablar de forma clara.

La suspensión de prestaciones sanitarias a personas que están en paro y no cobran subsidio alguno —como ha sucedido en Galicia y Murcia— no es una buena base sobre la que hacer experimentos posteriores por retóricos que sean.

Hay que afrontar la crisis con pulso firme y proponer medidas serias cuando el Estado de bienestar se tambalea. Jugar con bombas de relojería y globos sonda no es lo más adecuado. Tampoco lo es la improvisación del departamento de Salud, que cierra quirófanos, servicios y habitaciones hospitalarias con el único norte del ahorro.

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