_
_
_
_
_

El modelo Feijóo

La Xunta, a la que Rajoy cita como ejemplo para su gestión, ve cómo se desploma su industria y el paro crece por encima de la media nacional

Alberto Núñez Feijóo en un mitin del PPdeG.
Alberto Núñez Feijóo en un mitin del PPdeG. LAVANDEIRA JR.LAVANDEIRA JR. (EFE)

Por encima de Cospedal, Monago, Rudi o Bauzá —las nuevas caras del poder omnímodo del PP en las autonomías—, el ejemplo de Mariano Rajoy, según repite a la caravana electoral, está en Galicia y se llama Alberto Núñez Feijóo. Preside una comunidad que en dos años y medio de Gobierno popular ha dejado de converger con España y Europa, genera más paro que la media nacional, tiene a los colectivos profesionales de la sanidad y la educación en pie de guerra y amenaza con no pagar los casos menos severos de dependencia. También es la única autonomía junto a Madrid que ha cumplido en 2009 y 2010 con los objetivos de déficit presupuestario y mantiene una calificación por encima del resto de comunidades —A2, en términos de Moody’s—, un notable alto que le permite pagar menos por una deuda que se ha incrementado en 3.600 millones de euros desde que Feijóo es presidente. Sin contar los compromisos extrapresupuestarios.

Al igual que repite ahora Rajoy, también hubo un tiempo en que su líder en Galicia disponía de las recetas para atajar el paro y reactivar la economía. Lo decía, de gira por las carreteras gallegas, en febrero de 2009, cuando hizo famoso el Audi blindado de su antecesor, Emilio Pérez Touriño, y el supuesto despilfarro del bipartito que mandaba en Galicia. Entonces, como ahora, el PP invocaba “el milagro” de Aznar en 1996. La receta también en aquellas vísperas electorales pasaba por bajar impuestos. En la promesa que Feijóo lanzó el 18 de febrero de 2009 no había nada de ambigüedad calculada: eran descuentos generalizados (de hasta el 8,2%) en el tramo autonómico del IRPF para ayudar a 600.000 familias a llegar a fin de mes. Costarían 100 millones de euros a las arcas de la comunidad y supondría “una inyección en vena para agilizar el consumo”.

El presidente gallego presume de cumplir el déficit presupuestario

Los condicionales aún sirven, porque esa medida nunca se llevó a cabo. El presidente repite ahora, tras haber cuadrado su tercer presupuesto, que aún tiene tiempo para aplicar su promesa estrella porque era un compromiso de legislatura. Si no lo hizo antes, alega, fue por “la herencia” que se encontró al llegar al Gobierno.

Por más que dibujase en campaña el panorama más negro que uno se pueda imaginar de una economía, el PP no contó con el desplome de la recaudación que se produjo en 2008, cuando Galicia entró de lleno en la recesión. Tras la victoria en las urnas y mientras se acomodaba en el poder, empezó a hablar de agujeros que pronto cifró en 2.600 millones de euros. La cuenta salía de sumar los anticipos a cuenta que la Xunta había recibido en 2008 y 2009 del Estado y que debía devolver en los cinco años siguientes. Galicia solo ha afrontado un pago, 114 millones; el segundo ya no lo tendrá que efectuar, puesto que el aumento de la recaudación en 2010 ha compensado los 434 millones del segundo plazo que debía abonar en este ejercicio al Ministerio de Economía. Al final, en 2011 será lo comido por lo servido, pero aquel supuesto agujero sirvió y sirve para enterrar las publicitadísimas rebajas fiscales de los mítines y justificar de paso muchos de los recortes del Gobierno gallego.

En lugar de copiar la fórmula del 96, el PP gallego calcó la de 2007 cuando, en plena campaña de las municipales, prometió también bajar en los Ayuntamientos un 25% del IBI a los hogares con ingresos menores a 20.000 euros, una medida de la que nunca más se supo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
La deuda de la comunidad se ha incrementado en 3.600 millones

La Administración de Feijóo tampoco ha dado en la primera mitad de legislatura con la tecla del empleo. “La fábrica de parados de Zapatero” a la que suele aludir el presidente tiene en Galicia una subcontrata muy eficiente. En Galicia hay ahora 63.000 parados más que con el Gobierno anterior y Feijóo ha llegado a decir en el Parlamento que la Xunta “casi no tiene competencias para luchar contra el desempleo”.

Los datos del INEM y la Encuesta de Población Activa ratifican que el paro crece en Galicia dos décimas por encima de la media nacional y el índice de producción industrial se ha desplomado: acumula 11 meses consecutivos de caída, con una media de descensos del 7,5%, frente al 1,7% en el resto de España. Lastrado por los sectores naval y textil, su comportamiento es el segundo peor por detrás de Canarias. Y por primera vez desde 2005, la Comunidad crece a un ritmo menor que la media española. Desde el Ejecutivo del PP admiten con la boca pequeña que se debe a que esta comunidad fue la primera en aplicar los recortes.

La austeridad que pregonó Feijóo antes que nadie —y ahora Rajoy— sí entró a saco en la Administración gallega: redujo de 14 a 10 las consejerías, laminó a 45 de los 52 delegados de la Xunta en las provincias y dejó envejecer docenas de Audi en el garaje, la mayoría berlinas adquiridas por Fraga, antes de malvenderlas a proveedores habituales del Gobierno. Cayó el gasto superfluo, se recortó en asesores y personal de gabinete, y la Xunta impulsó un catálogo priorizado de medicamentos (solo subvencionaba el más barato) que fue recurrido por el ministerio ante el Tribunal Constitucional y que según el Servicio Galego de Saúde le ha permitido ahorrar 300.000 euros al día.

El curso empezó con 3.000 alumnos más y 1.000 profesores menos

El candidato y presidente nacional del PP cita Galicia porque, a diferencia de las cuentas en Castilla-La Mancha o Cataluña, que se han desplomado súbitamente, en la Xunta la caída del presupuesto ha sido gradual desde 2009, y entretanto los populares presumen de dedicar “tres de cada cuatro euros a gasto social”. Las cuentas públicas han perdido 2.500 millones de euros en dos años y la Xunta tiene hoy una capacidad de gasto similar a la de 2006: 9.135 millones. El capítulo más castigado ha sido el de las obras públicas, que han sufrido caídas de más del 40% año tras año en la licitación (en 2011 serán solo 549 millones de euros según la patronal de la construcción).

Pero la sanidad y la educación públicas y por supuesto la dependencia, donde tanto Feijóo como su consejera de Bienestar, Beatriz Mato, deslizan que deberían librarse fondos para los casos más severos, también se han dejado jirones en este camino. El curso 2011 ha empezado en Galicia con 3.000 alumnos más y 1.000 profesores menos. Y cuando estalló el conflicto en las aulas y se convocaron las primeras manifestaciones de alumnos, padres y profesores, el presidente pidió a los docentes que tomasen nota de la responsabilidad de los médicos. Sucedió al revés, los sindicatos se enteraron de que la Consejería de Sanidad solo cubrirá 176 de las 1.760 vacantes por jubilaciones, y fueron los médicos los que programaron huelga para el jueves anterior a las elecciones. Entretanto, Feijóo, aun a riesgo de incomodar a su secretaria general, reitera que mientras en Barcelona y Toledo “se cierran quirófanos y alas enteras de clínicas públicas, Galicia financia nuevos hospitales en tiempos de crisis”.

El índice de producción industrial se ha desplomado

Es una verdad a medias, porque, aunque la Xunta tiene previsto levantar dos macrocomplejos sanitarios en Pontevedra y Vigo y 19 centros de salud desperdigados por las cuatro provincias, el Gobierno actual no pagará ni un céntimo de esas infraestructuras. La fórmula de la colaboración público-privada (para pagar los edificios y algunos servicios no sanitarios) provocará que sean los próximos cinco Gobiernos los que sufraguen esas obras durante los próximos 20 años.

De momento, el PP asume estas políticas recurriendo al enemigo exterior —la culpa siempre es de Zapatero— y sin ningún castigo electoral. Desde las municipales de mayo gobierna 212 de los 315 ayuntamientos, incluidos los de A Coruña, Santiago y Ferrol, además de tres de las cuatro Diputaciones, salvo la de Lugo. Y las encuestas vaticinan que el 20-N subirá un diputado por provincia hasta festejar su récord: 15 de los 23 parlamentarios en liza.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_