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La campaña del 20-N arranca como un tanteo de las autonómicas

El PP aspira a subir entre 10 y 12 escaños y el PSOE asume perder ocho

Javier Arenas, en el acto celebrado en Córdoba.
Javier Arenas, en el acto celebrado en Córdoba.F. J. VARGAS

“Esperemos que el palo sea el menor posible”. Esta frase resume el ánimo con el que el partido hegemónico en Andalucía en los últimos 30 años, el PSOE, acude a las elecciones generales del 20 de noviembre, cuya campaña arrancó la medianoche de ayer. Si hace seis meses la incertidumbre del resultado de las municipales aún permitía a los socialistas abrigar la esperanza de ganar, aunque fuera por un solo voto, el listón que se ponen ahora es el de cruzar los dedos para que la diferencia de siete puntos que le sacó el PP en los comicios locales de mayo no se ensanche. Sobre todo, pensando en las autonómicas de marzo. Cruzar los dedos, y confiar en que la bolsa de indecisos, que estiman en unos 700.000, se decante por la papeleta socialista el día de las elecciones.

Como ocurrió en las municipales, el PP vuelve a salir como caballo ganador en Andalucía y su contribución a la hucha nacional de votos puede ser decisiva para que Mariano Rajoy logre la mayoría absoluta. En esta comunidad hay 60 escaños en juego, uno menos que hace cuatro años. No hay nadie en el PSOE que apueste por la victoria en el que ha sido su principal granero de votos. Vaticinan que “al menos” se perderá un diputado en cada una de las ocho provincias que pasarían al casillero del PP, aunque en Sevilla Izquierda Unida podría recuperar un escaño. Es decir, las tornas se invertirían y de los 36 escaños que los socialistas sacaron en 2008, pasarían a 28. Eso, en el mejor de los casos.

Los socialistas confían en que no crezca la ventaja de las municipales

El PSOE confía en ganar en número de votos en las provincias de Huelva, Jaén y Sevilla. En esta última, el mensaje que trasladan los responsables de la campaña es que tienen seis escaños seguros y pueden batallar por el séptimo, cuando hace cuatro años sacaron ocho de los 12 escaños en juego. Las circunscripciones de Córdoba, Cádiz y Granada entran en un terreno incierto donde creen que pueden pelear al PP el primer puesto, mientras que los resultados en Almería y Málaga se vislumbran entra malos y muy malos.

El PSOE va a jugar el partido electoral casi sin hacer un calentamiento

Una de las reglas de oro, que está por ver si se mantiene intacta el próximo 20-N, es si va a pasar lo de otras convocatorias electorales: si el PSOE va ser el partido más votado en muchos municipios en las generales, pese a perder en las municipales. Nadie se arriesga a asegurar que esto va a seguir siendo así, porque la debacle ha sido tan formidable en algunos lugares, como es el caso de Sevilla, que la incertidumbre impera sobre la estadística electoral.

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Trinidad Jiménez, en un acto en Málaga.
Trinidad Jiménez, en un acto en Málaga.GARCÍA SANTOS.

Al contrario que en otras ocasiones, donde el trabajo de precampaña ha sido muy intenso, los socialistas andaluces van a jugar el partido del 20-N casi sin hacer calentamiento. “Los cuadros medios del partido tienen miedo a convocar actos en sitios grandes por si hay pinchazo, aunque luego se quedan pequeños”, admite un candidato, quien da por seguro que la campaña sacará de su letargo a los desmovilizados militantes. Algunos esperan que el mitin del sábado en Dos Hermanas —con Rubalcaba, Felipe González, Alfonso Guerra y Griñán— y el debate en televisión entre Rajoy y Rubalcaba haga de catalizador. Pero, hasta ahora, lo que se ha visto es un partido achantado. “Ni siquiera en el año 2000, cuando Almunia era el candidato, he visto una desmotivación igual”, reconoce un veterano dirigente del PSOE.

El PP de Javier Arenas es el reverso del desánimo socialista. Ha rebasado la fase de la simple euforia y ha entrado de lleno en la de la exaltación. Tiene motivos: la marca batida en las elecciones locales —300.000 votos más que el PSOE— y el apoyo electoral que señalan las encuestas colocan a los populares andaluces en el mejor momento de su historia. Tras 30 años a la intemperie y muchas calamidades, el PP está convencido de que va superar con creces su mejor resultado en unos comicios generales, 28 escaños en 2000, y podría llegar a 36 ó 37 diputados si se cumplen sus expectativas en Cádiz, Córdoba, Málaga, Almería y Sevilla. La contribución, en ese caso, a la victoria de Mariano Rajoy sería extraordinaria: la organización andaluza aportaría mucho más de la mitad de lo que necesita el líder nacional para alzarse con la mayoría absoluta (22 escaños).

Los populares viven el mejor momento de su historiaen Andalucía

Si el PSOE se ha lanzado a la campaña casi sin calentamiento, se podría decir que el PP andaluz lleva años entrenando a los suyos en un centro de alto rendimiento, tensionando al máximo los mecanismos del partido. Esta vez van a por todas y cada detalle es importante. Han diseñado una campaña sin estridencias, en la misma línea que Rajoy, aunque, en cuestión de temperamento, Arenas está en las antípodas del gallego. Las campañas son iguales, no obstante, en las propuestas imprecisas y la abundancia de eufemismos, con un mensaje que el dirigente andaluz quiere que cale, más que ningún otro, en una tierra que le ha sido tradicionalmente hostil: no pasa nada porque gobierne el PP.

Arenas tiene la vista puesta en los meses que restan hasta los comicios andaluces

Pero, al margen de contribuir sin complejos con una abultada bolsa de votos al éxito nacional, la mirada del PP andaluz está puesta en las elecciones autonómicas de marzo. No en vano, Javier Arenas será el candidato —su cuarto intento— y lo que pase el 20-N y los cuatro meses que le siguen será crucial, decisivo, para culminar la gesta de llegar a San Telmo con mayoría absoluta. Porque el izquierdista Diego Valderas ya ha dejado claro que no permitiría un escenario como el de Extremadura (facilitar el poder a la derecha).

Arenas da por sentado que Rajoy y su futuro gobierno va a echar el resto. De hecho, ha contado en este tiempo con el respaldo del presidente del partido, quien no ha faltado a ningún acto relevante y ha sido más que generoso en gestos de confianza y guiños cómplices. Rajoy tiene que agradecerle a Arenas que haya sido uno de los pilares fundamentales del marianismo en los malos tiempos del acoso de las huestes de Esperanza Aguirre. Además, Arenas lleva como cabezas de lista a dos exministros cuneros cercanos al líder nacional, Elvira Rodríguez y Cristóbal Montoro, este último en la plaza más vistosa: Sevilla.

No basta únicamente con un desfile permanente de ministros. Los socialistas han hecho de los Presupuestos de la Junta de 2012 su arma para confrontar con la política de recortes de las autonomías del PP, y están esperando a ver qué hace Rajoy con los Presupuestos Generales del Estado (de dónde recorta) para lanzarse en tromba contra Arenas. El futuro gobierno deberá dar respuesta también a los requerimientos de Arenas a Zapatero. ¿Qué pasará con la deuda histórica, la financiación autonómica o el traspaso del Guadalquivir? Lo inmediato es afianzar en las elecciones generales la mucha influencia con la que cuenta ya el PP andaluz en la organización nacional para apuntalar las autonómicas.

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