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Policía y Guardia Civil reivindican "la derrota definitiva" de ETA

Los servicios antiterroristas subrayan que la banda lo deja no por una reflexión autónoma, sino obligada por los sucesivos golpes policiales

Jorge A. Rodríguez

La Policía y la Guardia Civil celebran, aunque con cierta desconfianza, que ETA diga adiós a las armas. Pero todos los que se dedican a la lucha antiterrorista insisten de manera unánime en lo que consideran un hecho objetivo: si la banda se acaba no se debe a que ha hecho una reflexión de manera autónoma, sino a que los sucesivos golpes policiales la han llevado a una situación de debilidad y asfixia tal que no le ha quedado más remedio que abandonar. “Que nadie se engañe: a ETA la hemos derrotado”, insisten mandos antiterrorista, que exhiben sus éxitos y lamentan tantos muertos, especialmente los de las propias fuerzas de seguridad. Poco después del comunicado, La Asociación Pro Guardia Civil, que agrupa a agentes antiterroristas, manifiesta su alegría "por la derrota definitiva" de ETA y subraya que tantos golpes policiales han dejado una única salida a la banda: "La rendición incondicional" de la banda.

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ETA abandona cuando apenas le quedan libres 50 terroristas, vive en la asfixia económica, tiene a más de 700 de los suyos en la cárcel y el apoyo popular al terrorismo se ha esfumado a la misma velocidad que ha crecido el poder de Bildu. Medio siglo de asesinatos y atentados, con 829 muertos, miles de heridos y cientos de millones de euros en daños e indemnizaciones es el rastro criminal que deja la organización terrorista.

Pero el abandono de la violencia no ha sido fruto de una reconversión de ETA. "Que nadie piense que si la lucha antiterrorista hubiese fracasado se hubiese llegado a esta situación. Esto es fruto de la presión constante, de la colaboración internacional y de que les hemos dejado sin jefes, especialmente los duros, una y otra vez, sin dejarles respirar", subrayan fuentes del Ministerio del Interior. Los expertos insisten en que han sido decisivas las detenciones de dos de los jefes duros de la banda: Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki , y Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, Ata .

La Comisaría General de Información de la policía y el Servicio de Información de la Guardia Civil insisten en eso mismo. "No se le puede dejar a la gente de ese mundo que capitalice el fin de la violencia; esto es consecuencia del fracaso de lo que llaman lucha armada y de que no se les ha dejado respirar", añade un veterano comisario de la lucha antiterrorista. Ya el verano pasado, un informe de los servicios contra ETA advertía de que los golpes asestados por las fuerzas de seguridad hacían "muy difícil la vuelta a la actividad armada" y consideraban como prácticamente imposible "el retorno a escenarios pasados, cuando ETA alcanzó su máxima capacidad operativa". Es decir, a los años del plomo (1978-1980, con 234 asesinados, o 1985-1987, 137 muertos).

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Los expertos policiales aseguran que la presión continua sobre la banda terrorista y sobre su entramado político han dado como fruto "el progresivo aislamiento al que se están viendo abocadas ETA y las organizaciones que sustentan sus reivindicaciones, manifestándose un creciente apoyo popular contra el fin de la actividad terrorista". Ese es el papel que ha desarrollado la izquierda abertzale que cree que el llamado "ciclo de la violencia" ha terminado. "Sí, cierto, pero sin la presión policial y judicial en todos los frentes tampoco habrían llegado a esa reconversión", aseguran fuentes de Interior, quienes recuerdan que la ruptura del llamado proceso de paz con la voladura del aparcamiento de la T-4 del aeropuerto de Barajas (Madrid) destrozó muchas esperanza y generó una enorme desconfianza en ETA, incluso en sus propias filas.

La banda lleva más de dos años sin matar ni atentar, pero hasta que dio el que se considera el primer paso hacia su final -el cese de las "acciones armadas ofensivas" que lanzó el 5 de septiembre de 2010- lo había intentado en varias ocasiones sin éxito. Por ejemplo planeó volar las Torres Kio de Madrid o atentar de forma reiterada contra las obras del tren de alta velocidad vasco.

Esto es fruto de la presión constante, de la colaboración internacional y de que les hemos dejado sin jefes

Si el final es realmente irreversible, si, como algunos expertos antiterroristas temen, no surge una escisión que quiera seguir matando, Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá Lezaún, asesinados el 31 de julio de 2009 en Mallorca, pasarán a la historia como los últimos asesinados por ETA en España.  El primer y el último asesinados por ETA aquí fueron, por tanto, guardias civiles. Pero, en realidad, será Jean Sergé Nerín quien haya cerrado con su muerte en Francia el 16 de marzo de 2010 la lista criminal que ETA abrió el 7 de junio de 1968 con el asesinato del guardia José Pardines Arcay en Villabona (Guipúzcoa). Además, decenas de crímenes siguen sin aclarar.

Por ello, la Asociación Pro Guardia Civil subraya que, "técnicamente hablando", para que el alto el fuego sea creíble, "los terroristas tienen que entregar el poco armamento y material del que aún disponen, y desmantelar sus estructuras operativas en España y en el extranjero esclareciendo los hechos pendientes".

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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