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Tribuna
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Tiro al blanco

Una parte de la derecha jamás renunció a la caza al hombre para obtener rendimientos políticos.

El debate político en España ha alcanzado unos niveles de racionalidad y eficacia que nos equipara con carácter general a las democracias europeas más maduras. Sin embargo, una parte de la derecha nacional jamás renunció a procedimientos inmorales, como la caza al hombre, para obtener rendimientos políticos.

Se trata solo de una parte de la derecha, cada vez más pequeña probablemente. Son siempre los mismos personajes, las mismas intenciones aviesas, las mismas malas artes. Da igual que las encuestas favorezcan ahora sus intereses. No se fían. Quieren asegurar el resultado, como sea. Aún a riesgo de quedar en evidencia ante una sociedad cada vez más harta de tanto cainismo estéril.

El ejercicio de la oposición exige el seguimiento crítico de la acción del Gobierno, y la denuncia firme de cualquier acción irregular o contraria al interés general. Pero esto es una cosa y otra bien diferente es organizar un montaje abyecto con la finalidad exclusiva de destruir la imagen pública de un adversario. Poner en cuestión la honestidad de un responsable público y sembrar dudas en la sociedad sobre el comportamiento moral de sus gobernantes, sin una base mínima de realidad, resulta una bajeza lamentable.

Durante los últimos días, la caza al hombre se ha convertido en un tiro al blanco. El enésimo montaje de los de siempre ha tratado de vincular al Ministro de Fomento, José Blanco, en la operación “Campeón”, una trama relacionada con la captación irregular de subvenciones públicas en Galicia. El principal organismo público afectado es el Instituto Gallego de Promoción Económica, perteneciente a la Xunta de Galicia, gobernada por el PP, no por el PSOE, no por Fomento. Entre los detenidos y los imputados por la Justicia, de hecho, hay cargos públicos del PP, no del PSOE, no de Fomento.

Pero tales hechos no han arredrado a los profesionales del tiro al blanco. Para cargar sus armas han aprovechado la desesperación y los pocos escrúpulos de un empresario encarcelado por corrupción, Jorge Dorribo, y la experiencia en estas lides de su abogado, Ignacio Peláez, asesor jurídico a su vez de algunos implicados en la trama Gürtel, y procesado en su día por presunta falsificación de pruebas en el juicio de los “Albertos”.

Dorribo ha “declarado” supuestamente que sobornó al Ministro para “facilitar” unas ayudas de los Ministerios de Hacienda y de Sanidad. Pero resulta que no hubo ni “facilitación”, ni hubo ayudas de Hacienda o de Sanidad, ni nada de nada. De hecho, no hay caso. Nunca lo hubo.

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Pero, qué importa el caso. Lo que importa es colocar al adversario en el disparadero y hacer ruido. Para hacer daño. Y se equipara al Ministro, sin mácula judicial, con el expresidente valenciano, procesado por desviar dinero público a una red de sinvergüenzas. Y se aprovecha para intentar enturbiar el proceso transparente y limpio de concesionar los aeropuertos de Madrid y Barajas, una iniciativa en la que está en juego la eficiencia de infraestructuras estratégicas para la competitividad de la economía española. Para salpicar de barro al Ministro, son capaces de enlodar el país entero.

Hace bien Blanco con buscar el amparo de la Justicia. Yo pido algo más. Yo pido desenmascarar a los “montajistas” de una vez por todas. Exigirles responsabilidad por todo el daño infligido, a sus “blancos” y a la sociedad española. Y erradicar de una vez por todas de nuestro panorama político esta práctica inmoral de la caza al hombre.

Rafael Simancas, diputado del PSOE, es portavoz de Fomento en el Congreso.

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