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Rajoy exhibe su poder en candidaturas sin sorpresas con un 30% de diputadas

El ‘ministrable’ Soria, gran novedad de un equipo en el que se espera a Gallardón

Carlos E. Cué
Cristobal Montoro, durante su presentación como cabeza de lista por Sevilla junto a Javier Arenas.
Cristobal Montoro, durante su presentación como cabeza de lista por Sevilla junto a Javier Arenas.RAÚL CARO (EFE)

Mariano Rajoy ya no tiene quien le tosa. Las dos últimas personas que lo hicieron, Francisco Álvarez Cascos y Francisco Camps, acabaron uno fuera del partido —aunque le ganó la batalla electoral a Rajoy y logró hacerse con la presidencia de Asturias— y el otro dimitiendo. El líder del PP siempre ha jugado con el factor tiempo, su mejor aliado. Al final, decían los suyos, el que tiene el control del partido siempre acaba ganando. Y así fue.

Rajoy tiene ahora un poder absoluto dentro del PP, superior incluso, según algunos veteranos al que tuvo en su día José María Aznar. Aunque no siempre lo quiera ejercer, lo tiene. Y lo ha mostrado en la elaboración de las listas electorales.

El PP anunció anoche los 52 cabezas de lista con los que se presentará a las elecciones con mejores expectativas de su historia. Ni grandes fichajes externos, ni revoluciones internas, ni una batalla en los medios de comunicación, ni siquiera en los regionales... Todo al estilo Rajoy.

Cada uno de los conflictos de la elaboración de las listas ha pasado por su despacho, y seguirán haciéndolo, ya que aún queda la segunda fase, la de los que no son cabezas de lista.

El líder del PP ha diseñado un grupo con pocas mujeres —solo 15, un 28,9%, lejos de la paridad, y eso que a última hora se subió la proporción al poner a Ana Madrazo en Cantabria— y sin grandes sorpresas, aunque sí se produce una renovación importante, casi del 50% de los nombres, en realidad más porque algunos de los anteriores han abandonado la política antes de acabar la legislatura —como Juan Costa en Castellón o Ángel Acebes en Ávila— o están ya de salida, como Soledad Becerril en Sevilla.

Otras renovaciones como la de Ignacio Astarloa, que no repetirá como cabeza por Vizcaya, son en realidad una recolocación, ya que irá en la lista de Madrid. Su distancia política con el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, ha provocado el cambio por Alfonso Alonso, hombre muy cercano a Rajoy. Este movimiento tiene mucho calado político, ya que implica que Rajoy da una prueba más de su confianza en Basagoiti, que tiene un papel clave precisamente en una fase final del terrorismo que le puede tocar gestionar al líder del PP desde La Moncloa.

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Una de las novedades más relevantes es el salto de José Manuel Soria a la política nacional como cabeza de lista por Las Palmas. Soria es uno de los barones territoriales más cercanos a Rajoy, con un perfil de alto funcionario en excedencia —es técnico comercial del Estado— muy del gusto del líder del PP, tanto que muchos le consideran ministrable. Otros nombres con recorrido político, aunque ya estaban previstos, son los de Cristóbal Montoro como cabeza de lista por Sevilla —en 2008 fue por Jaén— o Fátima Báñez en Huelva. El mayor problema interno, Asturias, se resolvió con una mujer, Mercedes Fernández, que fue cercana a Francisco Álvarez Cascos pero decidió no irse con él, con lo que puede ser una buena manera de contrarrestar el efecto Cascos.

Todos los cabezas de lista son una prueba del control que tiene Rajoy del partido, pero hay uno particularmente simbólico. Alfredo Prada será el número uno por León. El líder del PP coloca así en primera fila a uno de los dos dirigentes —el otro fue Manuel Cobo— que se enfrentaron a Esperanza Aguirre al denunciar el espionaje que habían sufrido. Prada había sido destituido por Aguirre precisamente por acercarse a Rajoy, que lo recuperó como responsable del PP en el Exterior. Ahora volverá a la primera línea en el Congreso.

La última muestra del poderío de Rajoy llegará precisamente con la lista de Madrid. Si, como la mayoría del partido cree, Alberto Ruiz-Gallardón está en ella —no como número dos, en ningún caso, puesto para el que se apunta a Soraya Sáenz de Santamaría— será la prueba de que Rajoy ya no es el líder que en 2008, presionado por Aguirre, frustró las expectativas del alcalde.

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