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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cada uno, a lo suyo

Puede resultar anacrónico ir a tocar la puerta de ETA (¿quién la abriría?) para saber a qué juega

En el escenario de la búsqueda de la paz en Euskadi, el entorno abertzale maneja una sólida, por respetada, teoría de que “cada uno ya sabe lo que tiene que hacer”. Así las cosas, y sobre la base de la reciente cascada de inéditos pronunciamientos hasta podría decirse que Ekin y ETA, también miembros de la misma familia, se han dado por aludidos. Lo han hecho casi en paralelo, algo que debe entenderse como lógico después de tantos años de vida en común compartiendo el mismo objetivo desgarrador.

Pero si algo llama la atención es la sincronización de los últimos desmarques producidos esta misma semana. Es indudable que, como dice la calle, algo está pasando en Euskadi. Y así se entiende que apenas unos días después de que la comisión internacional de verificación especialmente interesada en proclamar a los cuatro vientos que ve a ETA con voluntad de dejarlo, la propia banda terrorista decide abrir su sitiado refugio para que se compruebe si dice la verdad. Bien es cierto que es otro paso mediático más para prolongar su pretendida tutela en este proceso, pero apenas despierta ya interés. A estas alturas del proceso, incluso después de escuchar de que hasta su propio brazo ideológico da por superada la fase de la violencia para refugiarse en la política, puede resultar anacrónico ir a tocar la puerta de ETA (¿quién la abriría?) para saber a qué juega.

Con el significativo movimiento de ficha del lehendakari, Patxi López, que refrenda de paso el Gobierno central, el Estado ya ha hecho lo que tiene que hacer a la espera de que la otra parte renuncie a su existencia. Llegados a este punto, ¿sabrá ETA lo que tiene que hacer para que siga la partida? En el supuesto de que no quisiera darse cuenta, convendría que los presos en la cárcel se lo exigieran para que así “cada uno cumpliera su papel”.

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