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Euskadi se abre a la convivencia con dudas

Políticos e intelectuales reflexionan sobre los retos para el futuro del País Vasco La posibilidad de una concordia cívica marca el debate ante el final del terrorismo

Comunicado de ETA en un televisor de un bar donostiarra en enero pasado.
Comunicado de ETA en un televisor de un bar donostiarra en enero pasado.JAVIER HERNÁNDEZ

"La convivencia pacífica en Euskadi no es posible mientras el león ande suelto. Bien es cierto que el león no está ahora en el centro de la plaza. Está en un rincón, agazapado a la sombra de los soportales, pero, aunque no se le vea, conserva sus colmillos y sus zarpas. No nos engañemos: la paz es un resultado, no una premisa". Hoy se cumple un año desde que ETA anunció, a través de un vídeo enviado a la BBC, que declaraba el alto el fuego que todavía mantiene, y el escritor Fernando Aramburu, quien en libros como Los peces de la amargura y El vigilante del fiordo ha diseccionado toda la crudeza de la violencia etarra, remarca con aquellas palabras que la convivencia es imposible mientras la banda exista.

Pero 365 días después de aquel anuncio, la agenda de cuestiones pendientes en Euskadi va anotando algunos otros asuntos hasta ahora impensables. Uno de ellos es el de la concordia cívica cuando ETA anuncie su final. El lehendakari, Patxi López, presentará el próximo 29 de septiembre ante el Parlamento vasco, en el marco del pleno de política general, su iniciativa por la paz y la convivencia que los socialistas vienen preparando durante los últimos meses.

Las líneas maestras de este plan pivotarán sobre la conservación de la memoria de las víctimas, la educación en valores y la presión a los radicales para que exijan el final definitivo y sin condiciones de la banda. A ello se añade el esfuerzo para evitar que sea la izquierda abertzale la que capitalice el mérito de la pacificación, cuando la derrota de ETA, como el propio López o el consejero del Interior, Rodolfo Ares, vienen insistiendo en las últimas fechas, es solo un mérito del conjunto de los demócratas y de la fortaleza del Estado de derecho.

Juana Bengoechea, una de los cinco ediles del PP en Irún, afirma que, aunque no conoce al detalle el documento que presentará el lehendakari en la Cámara, es escéptica sobre su validez desde un punto de vista práctico. "Los protagonistas de la convivencia son los ciudadanos, no los políticos", apunta a EL PAÍS. Y es que, para Bengoechea, ya se convive en Euskadi. "El problema es la pervivencia del odio", sostiene. "Para que este desaparezca hacen falta nuevas generaciones de mente más abierta. En un mundo global, este tipo de odio irá languideciendo y acabará por disolverse. Con la democracia y la educación hay que conseguir que esos odios se relativicen y se conviertan en simples manías", apostilla la concejal.

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[El presidente del PNV de Bizkaia, Andoni Ortuzar, descalifica al lehendakari por no haber tenido la suficiente "valentía" para liderar el proceso de paz. Ortuzar interpreta en una entrevista difundida ayer por Efe que el plan de paz y convivencia que López llevará a la Cámara supone solo una manera de engancharse a ese proceso después de haberlo vivido "descolocado y en fuera de juego].

En todo este camino se cruzan los gestos hacia los presos de ETA y sus familiares que han prodigado en fechas recientes dirigentes de Bildu o declaraciones como las últimas del diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, quien afirmó que los atentados de ETA en Cataluña eran "más que un error", sin hacer referencia a los cometidos en otros lugares de España y de Francia.

Alberto López Basaguren, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del país Vasco (UPV), opina que los representantes institucionales de Bildu dan muestras de que, quizá por el éxito electoral que tuvieron el pasado 22 de mayo, "no han asimilado de forma suficiente las decisiones a las que les ha llevado el pragmatismo". "Quienes votaron a Bildu pensando que favorecían la paz quizás han provocado el efecto contrario", asevera.

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