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Rubalcaba evita la fractura pese a las críticas internas a la reforma de la Constitución

Vocales de la Ejecutiva, diputados y hasta Carme Chacón pusieron en duda el procedimiento elegido por Zapatero

Manuel Chaves, Rubalcaba, Gaspar Zarrías y Marcelino Iglesias, ayer en la reunión del grupo del PSOE.
Manuel Chaves, Rubalcaba, Gaspar Zarrías y Marcelino Iglesias, ayer en la reunión del grupo del PSOE. LUIS SEVILLANO

Alfredo Pérez Rubalcaba vivió ayer una complicada jornada para tratar de convencer a todos los dirigentes relevantes de su partido de que el Gobierno no tenía otra salida, para evitar la presión de los mercados, que pactar con el PP una reforma constitucional que fijase la estabilidad presupuestaria cuya tramitación se vota hoy en el Congreso.

Aparentemente, tras casi 11 horas de reuniones, lo logró, porque no hubo grandes disensiones, sino más bien un cierre de filas —al menos formalmente—. Es lo que se reflejará hoy, previsiblemente, en la primera de las votaciones previstas en el Congreso, la de toma en consideración. Sin embargo, el debate fue muy intenso. Rubalcaba se esforzó por defender su gestión del pacto y llegó a decir, ante José Luis Rodríguez Zapatero, que él “no lo hubiera hecho así”, porque antes de anunciar una reforma de ese calibre habría consultado al partido, algo que no hizo el presidente del Gobierno.

Rubalcaba trataba así, en plena campaña electoral, de distanciarse de Zapatero, aunque no de la reforma, que defendió ante los miembros de la Ejecutiva, después ante los barones territoriales y por último ante los diputados del Congreso.

Mientras el candidato trataba de separarse algo del presidente, muy mal valorado en las encuestas, Carme Chacón, candidata a la sucesión en un futuro congreso tras las elecciones y enfrentada a Rubalcaba, se decantaba en Barcelona, en una reunión del PSC, a favor de quienes, sobre todo desde el Movimiento del 15-M, plantean la necesidad de un referéndum para temas fundamentales que se pretenden incluir en la Constitución. Aún así, dejó claro que apoyaría la reforma “por lealtad y responsabilidad”.

Reforma exprés
La reforma debe ser aprobada antes de un mes, ya que las Cortes serán disueltas el 27 de septiembre para poder convocar elecciones generales el 20 de noviembre. El calendario previsto para la tramitación es el siguiente:
Hoy. El Pleno del Congreso vota la toma en consideración de la reforma; es decir, si acepta debatirla o no.
Viernes 2 de septiembre. Tras un plazo para presentar enmiendas al texto, el pleno vota sobre la reforma. Si se aprueba por 3/5 de la Cámara, enviará el texto al Senado.
Miércoles 7. A falta de cerrar los plazos, el Senado trabaja con la previsión de iniciar el trámite el mismo día 2 para poder votar en el Pleno el 7 de septiembre. Debe aprobar el texto por 3/5 sin modificaciones.
Posible referédum Una vez aprobada la reforma en el Senado, se abre un plazo de 15 días para que un mínimo de 26 senadores o 35 diputados pidan la celebración de un referéndum. Este deberá ser convocado antes de 30 días.

Los dirigentes socialistas, en los debates de la mañana, de la tarde y de la noche, expusieron que este acuerdo perjudica los intereses electorales del PSOE, porque sus votantes no van a entender este mensaje contradictorio. El propio Zapatero admitió implícitamente ese coste electoral, ya que en un momento de la Ejecutiva, mirando al candidato, señaló: “Sé lo difícil que ha sido esto para Alfredo”. El presidente aseguró que la polémica suscitada “no va en favor del objetivo electoral” y reconoció que su sucesor había impedido que hubiera una cifra en la Constitución.

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Rubalcaba y Zapatero se esforzaron para argumentar ante los suyos que esta reforma se hace por responsabilidad, para intentar salvar a España de la presión de los mercados. Los intensos ataques de agosto contra la deuda española e italiana, que solo se pararon cuando el Banco Central Europeo entró a comprar deuda de estos países, sirvieron como ejemplo para que Rubalcaba y Zapatero explicaran a los suyos que si no se hacía nada la situación podía ser mucho peor en septiembre, cuando el volumen de negocio es mucho mayor y las consecuencias de un hundimiento también. La presión sobre Italia, que necesita sacar 70.000 millones a subasta en estos meses, arrastraría a España, insistieron.

El propio Zapatero defendió ante los suyos, que repitieron en sus intervenciones las dudas sobre la decisión tomada, que la reforma constitucional es la más suave de las opciones que tenía encima de la mesa, distinta a la de otros países, como Italia, que ha hecho recortes más duros. Aún así, el presidente dejó muy claro ante los suyos que es consciente de las consecuencias electorales que tiene este asunto para el candidato del PSOE.

Todo eso sucedió sin luz ni taquígrafos. Ante la prensa, los dirigentes socialistas escenificaron el cierre de filas a todos los efectos. Y así lo explicó Marcelino Iglesias, el secretario de organización, que también rechazó la posibilidad del referéndum porque “generaría más incertidumbre en los mercados” y evitaría que la medida tuviera eficacia, pues no estaría vigente hasta finales de noviembre.

El candidato trata de distanciarse de Zapatero: “Yo no lo habría hecho así”

El anuncio de movilizaciones de los sindicatos contra la reforma, que llegó ayer mismo, y una manifestación del 15-M ante las Cortes, complicaban el marco de la jornada. Aún así, Rubalcaba acabó la jornada con un apoyo generalizado, con reticencias.

Las dudas se refirieron básicamente al procedimiento, y llegaron de diputados miembros de Izquierda Socialista —Juan Antonio Barrio o José Antonio Pérez Tapias—, del ugetista Manuel de la Rocha, de miembros de la Ejecutiva socialista como la dirigente y sindicalista Maru Menéndez y la andaluza Soledad Cabezón. Todos ellos reprocharon la iniciativa de reforma constitucional por su aplicación por la vía de urgencia, por soslayar la celebración de un referéndum y por no haberse debatido previamente en los órganos internos del partido. Rubalcaba tuvo que emplearse a fondo hasta altas horas de la noche para responder, en ocasiones uno a uno, a los críticos.

Pérez Tapias y Xavier Carro reclamaron expresamente un referéndum y criticaron la reforma, aunque anunciaron su voto positivo. El único que ante sus compañeros dejó claro que romperá la disciplina de voto fue Antonio Gutiérrez, exlíder de CC OO. El sindicalista no tiene intenciones de repetir escaño, al contrario que la mayoría de sus compañeros, por lo que, más liberado, fue tajante en su explicación. Dijo que agradecía los argumentos del candidato pero que consideraba que se está lanzando “un mensaje de sumisión a los mercados que no es bueno para la socialdemocracia ni para la izquierda española”.

El presidente reiteró que es la opción más suave para calmar a los mercados

Además, aclaró que él estaría dìspuesto a firmar una petición de referéndum que promueven partidos como IU y que necesitaría 35 diputados para salir adelante, algo que solo podría suceder con una decena de fugas en el PSOE, que de momento solo tiene esta confirmada.

Rafael Simancas señaló sin embargo que era absurdo para el PSOE ir a un referéndum y hacer campaña con el PP durante dos meses en un asunto que genera tantas dudas internas.

Rubalcaba rechazó la posibilidad de celebrar un referéndum, que solicitaron algunos críticos, porque “así consta” en la propia norma al no referirse el motivo de la reforma a derechos fundamentales, y explicó que en la mayoría de las reformas constitucionales en Europa no se llevan a cabo consultas.

Tanto Rubalcaba como otros dirigentes relevantes, como Jesús Caldera, que también hablaron ante los diputados, aseguraron que no tienen ninguna prevención ante el fondo del asunto, la defensa de la estabilidad presupuestaria. Rubalcaba explicó que él siempre la defendió en su trayectoria política, e incluso lo hizo en su discurso de presentación oficial como candidato electoral el pasado 9 de julio. Caldera insistió en que la estabilidad presupuestaria es una apuesta del PSOE, que ya estaba en el programa electoral de 2004, y que en los primeros años de Zapatero hubo superávit.

Rubalcaba aseguró que si él tuvo dudas sobre la iniciativa fue por su tramitación urgente como reforma constitucional. Pero que cuando se convenció de su necesidad para afrontar el nuevo reto de la crisis económica, tras un verano cargado de turbulencias financieras, la apoyó sin reservas. “Le dije al presidente que asumía la decisión por responsabilidad y por el estrecho margen de que disponíamos”, señaló el candidato socialista.

Rubalcaba asumió, finalmente, la urgencia del cambio constitucional por razones de eficacia. “La reforma es como una vacuna que hay que ponerse ahora para afrontar la difícil situación que podemos tener en los próximos meses y a lo largo del otoño”, dijo ante la Ejecutiva. Fue aún más explícito unas horas después, en la reunión con los líderes regionales socialistas. “O hacemos ya la reforma o no servirá para nada”, les dijo en su intervención inicial. Esto es, el objetivo es frenar los ataques que puedan venir en las próximas semanas. En todo momento se trasladó la idea del momento dramático que vive España.

El candidato se esforzó en convencer a todos, aunque en la ofensiva contra los críticos contó con el apoyo de varios diputados, entre ellos el catalán Dani Fernández, Juan Moscoso, Pedro Sánchez, Txiki Benegas y Francisco Fernández Marugán.

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