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"El amiguito del alma"

Los silencios y críticas del PP a las noticias de EL PAÍS sobre Gürtel se sucedieron

Algo más de dos años han pasado desde que EL PAÍS —en medio de fuertes presiones y el silencio inicial, cuando no críticas de los medios afines al PP a su labor— empezó a tirar de los hilos de la mayor trama de corrupción que sacude España desde el advenimiento de la democracia.

Una red con epicentro en Madrid —dirigida por Francisco Correa— y con su mayor tentáculo corrupto fuertemente anidado en la Comunidad de Valencia. Desde el primer momento, el PP arremetió con fiereza contra este periódico, descalificando o restando valor a las informaciones, la mayoría exclusivas, que iba ofreciendo EL PAÍS sobre la podredumbre que afectaba al Gobierno y al partido de Camps en esa comunidad. También puso a caldo a los jueces y fiscales que investigaban la trama.

Camps se limitaba, sin más, a tachar de falsas e insidiosas las informaciones que le concernían. Así lo dijo cuando este diario empezó a describir el evidente trato de favor (40 contratas a dedo) de su Gobierno y el PP a la empresa Gürtel Orange Market. Por ejemplo, se hartó de decir, incluso con sonrisas, que casi no conocía a Álvaro Pérez, el ya famoso El Bigotes.

Pero aquellas sonrisas de aparente indiferencia se desvanecieron un 23 de abril de 2009. Ese día, la portada de El PAÍS daba en exclusiva una información que le desmentía totalmente, y que revelaba, no ya amistad, sino la estrechísima amistad que mantenía con El Bigotes. Este periódico daba cuenta de dos conversaciones que figuraba en el sumario de Gürtel entre Camps y El Bigotes y entre este y la esposa del presidente valenciano, Isabel Bas. Interceptadas por la policía bajo mandato judicial, en una de ellas Camps llamaba “amiguito del alma” a El Bigotes y, aparte de confesarle que le quería “un huevo”, le emplazaba a verse ambos “para hablar de los nuestro, que es”, definía Camps, “muy bonito”.

Al principio, Camps se limitaba a tachar de falsas las informaciones que le concernían
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Aquella primicia informativa fue un punto de inflexión en el caso Gürtel. Los medios afines al PP, en lugar de investigar los trapos sucios que iba aflorando este periódico, se limitaban a descalificar las informaciones tachándolas, sin pruebas, de “filtraciones”; otros medios, en cambio, aunque con tibieza, empezaron a hacerse eco del asunto. Y es que aquella conversación era muy reveladora no solo de la amistad que unía a ambos; también fue una clamorosa evidencia de la retahíla de regalos y dádivas con los que la red Gürtel tenía sobornados a decenas de altos cargos del Gobierno valenciano, empezando por el propio Camps y su familia. En esa grabación, Isabel Bas, la esposa de Camps, decía a El Bigotes sobre los regalos que le había hecho a ella y su hija una navidad. “Con el mío, te has pasado 20 pueblos”.

Pero aún seguía escondida mucha corrupción. Y decrecían los recelos a los autos del juez Garzón (primer instructor del caso Gürtel) que apuntaban que Camps había podido cometer un cohecho al haber aceptado regalos de trajes de la red corrupta. Terrible era la campaña del PP contra este juez cuando El PAÍS, en marzo de 2009, publicó una entrevista con José Tomás, el sastre que confeccionaba los trajes para el presidente. Tomás aseguró que esos trajes se los pagaba a él la red Gürtel. Camps se defendía diciendo que los trajes se los pagaba él. Hace tan sólo unos días, admitió finalmente, a través de su abogado, la posibilidad de que no los hubiera pagado. Pero, además, no eran tres simples trajes, como trató de hacer ver el PP. El sumario revela que son 12, entre otras prendas, valorados en más de 14.000 euros.

Otra de las noticias que adelantó El PAÍS y que cayó como un jarro de agua fría en Valencia, fue el espectacular saqueo que hizo la trama Gürtel con la visita del Papa en 2006. La televisión pública Canal 9, dependiente de Camps, pagó siete millones por las instalaciones visuales y acústicas para la retransmisión del evento. La mitad se lo quedó la red en comisiones. Y no solo eso, El PAÍS avanzó también cómo el PP valenciano, a través de la empresa de El Bigotes, se financiaban con dinero que proporcionaban bajo cuerda grandes empresas valencianas adjudicatarias de suculentas contratas públicas. La dimisión ayer de Camps revela que El PAÍS nunca fue descaminado.

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