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Los partidos clásicos no pasan igual la prueba de la transparencia

Los promotores del movimiento 15-M y sus seguidores se quejan de la falta de democracia interna de los partidos clásicos. Pero no todas las formaciones ni los políticos son iguales.

Ya estaban en el punto de mira antes del comienzo de la campaña electoral. Pero el devenir de los días y de los acontecimientos les ha puesto aún más en el punto de mira de la transparencia democrática. Los promotores del Movimiento 15-M y sus seguidores se quejan amargamente de la falta de democracia interna de los partidos clásicos. Muchos periodistas que siguen a diario la información de esos partidos, fundamentalmente PSOE, PP e IU, también suscriben ese reproche y han llegado a promover una plataforma: #sinpreguntasnohaycobertura. Pero no todos los partidos ni los dirigentes políticos son iguales ni se comportan de la misma manera en su relación con los medios, que ejercen un derecho por delegación de los ciudadanos.

Los propios responsables de diseñar esas estrategias en el PP y el PSOE, en su apartado de comunicación, tan fundamental en esta sociedad, subrayan una conclusión común en sus respuestas a las demandas de apertura de estos días de los movimientos ciudadanos. Lo explican en sus artículos para POLITICA. Los dos creen que esa descalificación general es muy injusta. Pero por diferentes motivos.

Uno de los máximos responsables de la estrategia de comunicación del PP, Jorge Rábago, no cree que el sistema democrático esté en declive y emplaza a los que protestan solo a votar si quieren cambiar las cosas. Pero el partido para el que trabaja no piensa cambiar su comportamiento ni su funcionamiento. Y lo justifica: dice que no puede permitirse un fallo en el control de la imagen de sus líderes. Su homólogo en el PSOE, Carlos Hernández, replica harto de todos estos tópicos contra los políticos que su partido no es igual que el PP y que sí permite un acceso casi total.

En el PP, efectivamente, controlan mucho la imagen de sus líderes. Solo suele haber una cita con la prensa ineludible. Los lunes, tras los comités de dirección o las ejecutivas, comparece normalmente la número dos, María Dolores de Cospedal, y se somete a todas las preguntas que se plantean. Es el momento más delicado de su semana laboral y la política del PP que más se arriesga. Una exposición que le juega malas pasadas, como le ocurrió recientemente en una cita en RTVE en la que se enfangó en una discusión con la periodista Ana Pastor sobre la neutralidad de los informativos de la televisión pública. No le ha respaldado nadie en esa campaña, que su propio partido está intentando poner en marcha con escaso éxito.

El líder del PP, el número uno, el candidato, Mariano Rajoy, se expone mucho menos. No da ruedas de prensa casi nunca, en campaña no está accesible para la caravana de medios, y selecciona cuidadosamente sus apariciones tanto en prensa como en radio o televisión. “Control de imagen” lo denomina su experto. En esta campaña apenas ha mantenido contacto con la prensa. Ante las quejas genéricas de los periodistas, el PP envió un día a la caravana a la portavoz en el Parlamento, Soraya Sáez de Santamaría, y permitió formularle una pregunta. Rajoy sí concede de tanto en tanto encuentros más privados y bilaterales. También lo hizo con POLITICA en el mitin de Zaragoza.

En los mítines, el PP también regula su imagen, sobre todo durante los discursos de los líderes. Los periodistas, de prensa y de televisión, hacen su trabajo de informar. Los cámaras pueden grabar imágenes para luego usarlas como quieran. Pero no durante los discursos. Esas imágenes mientras están hablando las realiza y difunde el PP y son las que repican los medios. Varios candidatos del PP han vetado a distintos medios en sus entrevistas y en general no han permitido debates cara a cara con los rivales, aunque algunos, como la propia Dolores de Cospedal, han mareado a sus interlocutores con demoras en sus respuestas para evitar ser acusada de rechazar esos encuentros televisados. El PP permite, además, que líderes como Francisco Camps puedan eludir durante meses las sesiones de control en su parlamento, desde luego las ruedas de prensa, y que espacien las entrevistas de dos en dos años.

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En el PSOE, los candidatos autonómicos y municipales buscan con ahínco durante esta campaña con tan malas perspectivas electorales para sus intereses un hueco para reunirse con los medios de comunicación. Les anima el afán de que sus proclamas se extiendan, pero lo cierto es que al margen de campañas el PSOE no rehúye tanto como el PP su exposición ante los medios de comunicación. Este hábito se ha hecho norma desde hace 11 años, cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la secretaría general del PSOE. El presidente, el secretario general y el responsable de organización dan ruedas de prensa habitualmente cuando mantienen reuniones de sus órganos de dirección. Sin cortapisas. El propio presidente hace lo mismo normalmente en La Moncloa y muy rara vez convoca actos como declaraciones institucionales sin preguntas. Eso sí, las cuestiones suelen estar bastante tasadas.

En esta campaña los principales dirigentes del PSOE han comparecido regularmente ante la prensa. En los mítines, el PSOE no controla nada las imágenes que quieran grabar los cámaras de las televisiones que les siguen, como Tele 5, Cuatro, TVE y Telemadrid. La organización graba todo el acto, lo realiza y ofrece todo ese material para que lo usen todas las cadenas que quieran. Estas han podido captar y difundir las protestas que se han producido en actos de Zapatero en los que han irrumpido colectivos de trabajadores de empresas cerradas o de representantes de los saharauis. Naturalmente, si hay cadenas que no envían a sus propios equipos, normalmente por razones económicas, esas imágenes incómodas para el PSOE no las recibirán porque el partido no las envía.

El presidente, en esta campaña, no está accesible a diario para los medios. Solo ha celebrado una reunión en privado.

Esta accesibilidad habitual en el PSOE no siempre se corresponde con respuestas detalladas o precisas a preguntas o a requerimientos incómodos. “Al menos se nos permitirá el derecho y la libertad a responder lo que queramos”, reclama un dirigente socialista con un tono irónico.

El trato de Izquierda Unida con los medios de comunicación es más fácil de concretar. Sus dirigentes son muy accesibles, permiten todas las preguntas que hagan falta y comparecen sin cortapisas. Hay que precisar dos cosas: sus dirigentes no suelen estar en posiciones de poder y su portavoz en el Congreso, Gaspar Llamazares, es uno de los políticos más abiertos y con mejores relaciones con todos los medios de comunicación.

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