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El separatismo prepara el terreno para la ‘vía Kosovo’

El Govern y los grupos secesionistas intentan justificar en el exterior la unilateralidad aludiendo a motivos humanitarios

Banderas españolas en una concentración contra la independencia.Foto: atlas | Vídeo: s. sánchez / atlas
Cristian Segura
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Las fuerzas independentistas catalanas han reforzado la campaña para intentar revertir el nulo apoyo que han conseguido hasta ahora entre los Gobiernos europeos. La estrategia pasa por generar una imagen de España como un Estado autoritario y antidemocrático. Las operaciones judiciales contra la consulta ilegal del 1-O y las cargas policiales durante aquella jornada son los agravios que el separatismo esgrime para sostener que el Estado oprime a Cataluña. El objetivo de esta estrategia es forzar una mediación internacional pero también preparar el terreno para una vía Kosovo, el “último recurso”, como lo han definido los asesores de la Generalitat: una secesión unilateral apoyada en la supuesta vulneración de derechos humanos.

La independencia unilateral de Kosovo se produjo en 2008. Serbia no reconoció la separación de esta región de mayoría albanesa pero sí lo hicieron las grandes potencias internacionales. Una sentencia del Tribunal de La Haya de 2010 consideró que la secesión de Kosovo no vulneró el derecho internacional y lo argumentó a partir del concepto de la “remedial secession” o “secesión terapéutica”: la separación unilateral es válida si la región separada sufre “un uso ilegal de la fuerza o serias violaciones de las normas internacionales”. Solo cinco Estados de la UE, entre ellos España, siguen sin reconocer la soberanía de Kosovo. La propaganda independentista omite que la secesión kosovar se produjo diez años después del conflicto bélico entre las fuerzas independentistas albanesas y el gobierno serbio, choque que finalizó con la intervención de la OTAN. El conflicto dejó miles de muertos y más de medio millón de refugiados.

La prioridad del independentismo catalán es consolidar en el escenario internacional la imagen de Cataluña como pueblo oprimido. En las redes sociales se mantiene una intensa actividad para difundir imágenes del uso de la fuerza policial el 1-O pero también de la reciente movilización violenta de la ultraderecha en Valencia. Hashtags (etiquetas en Twitter) como “HelpCatalonia” o “SupportCatalonia” se reproducen con cientos de menciones dirigidas a personalidades internacionales. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha activado esta semana la campaña Support Catalonia que pide a ciudadanos de toda Europa que participen en el envío masivo de correos electrónicos a los jefes de Gobierno de la UE. El documento que la ANC manda a las cancillerías europeas dice: “¿Podemos mirar hacia otro lado ante la brutalidad de la policía contra su propia población? ¿Contra mujeres y gente mayor? ¿Hasta cuándo se puede mantener el silencio cuando reprimen a nuestros vecinos por sus opciones políticas? No es propio de una democracia avanzada del siglo XXI”.

La Generalitat omite que el país balcánico se fue de Serbia tras una guerra

La estrategia para difundir la imagen de España como régimen autoritario también está siendo jugada a nivel institucional. El plenario del Consejo de Europa del pasado jueves centró la sesión en el debate sobre la acción policial del 1-O. Los diputados de Junts Pel Sí, CUP y Catalunya Sí Que Es Pot denunciaron al Tribunal Constitucional ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por prohibir la celebración del primer pleno del Parlament en el que el Govern pretendía declarar la independencia. El número dos del Departamento de Economía, Josep Maria Jové, también dijo que denunciaría al Estado en Estrasburgo por su detención en la operación del 20 de septiembre contra el referéndum ilegal.

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La campaña de propaganda independentista ha conseguido algunos resultados y la opción de la “secesión terapéutica” ha cobrado fuerza en los últimos días. Uno de sus defensores es Alfred de Zayas, experto del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. De Zayas, que ha destacado por su apoyo a las tesis independentistas, escribió el 3 de octubre que “en Cataluña ya se puede aplicar la teoría de la autodeterminación terapéutica”. El 11 de octubre insistió en que el precedente de Kosovo es aplicable al conflicto catalán.

El Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), grupo de expertos del expresidente Artur Mas, ya contempló en sus informes de 2013 que Cataluña podía ampararse en una unilateralidad como la de Kosovo, pero como “último recurso”. El consejero actual de Exteriores, Raül Romeva, también la sustentaba en el libro de 2014 Som una nació europea. Su departamento mandó el pasado septiembre a los Gobiernos de la UE un informe de varios académicos en el que se defendía el precedente de Kosovo: “La sentencia sobre Kosovo es importante para Cataluña porque demuestra que la ley internacional no prohíbe declaraciones unilaterales de independencia”. Fuentes del Departamento de Presidencia de la Generalitat aseguran que la vía Kosovo no es por ahora una opción, aunque dependerá de las medidas que el Gobierno central aplique en el futuro.

Mantener la propaganda

M. Noguer

Mantener la cuestión catalana en los medios internacionales es la máxima prioridad de los diferentes equipos de propaganda que diseñan el relato independentista. El objetivo de los últimos días ha sido dar argumentos a estos medios para que sigan reproduciendo hasta la saciedad las imágenes de las cargas policiales del 1 de octubre. Más allá de los líderes del proceso soberanista, forman parte de este equipo de comunicación y estrategia la secretaria general de ERC, Marta Rovira, y el editor Oriol Soler, que ha diseñado buena parte de la campaña del referéndum y de la pseudoconsulta de 2014. El exdirigente de ERC Xavier Vendrell y el consejero de Presidencia, Jordi Turull, completan el equipo permanente.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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