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Cuatro consejeros de Mas y un cargo de CiU cuestionan el plan soberanista

Las dudas sobre la consulta ponen tensión a acuerdo de gobierno con Esquerra Republicana

PERIDIS

No hay intervención pública en la que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, deje de poner el acento en que 2014 es la fecha para que los catalanes puedan votar en una consulta o referéndum de autodeterminación. Pero tampoco pasa nunca más de una semana sin que algún dirigente de Convergència i Unió o incluso miembros de su Gobierno contradigan públicamente algún punto de la hoja de ruta nacionalista. Hasta cuatro consejeros y un dirigente de CiU se han desmarcado en los últimos diez días de algunos puntos del plan soberanista, ya sea cuestionando la fecha o el fondo de la votación.

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Esta situación ha alarmado a Esquerra Republicana, el socio necesario de CiU para gobernar la Generalitat. La dirección de los republicanos se encargó ayer de recordar que ERC no cederá con la consulta. Su líder, Oriol Junqueras, alertó en TV-3 de que no aceptará renuncias: “Es igual si no nos permiten el referéndum. Tenemos que hacerlo”, mantuvo.

El último consejero en cuestionar la hoja de ruta soberanista fue el titular de empresa, Felip Puig. Este aseguró que prefería una consulta pactada en 2015 antes que forzar la máquina y hacerla en 2014, por más que así figure en el pacto CiU-ERC. También el pasado fin de semana, el consejero de Interior, el democristiano Ramon Espadaler, apoyó las tesis del titular de Industria. “Hemos de ser realistas, y la política es sobre todo un ejercicio de realismo: si esto no fuera posible en 2014 y lo fuese en 2015, pues comparto la tesis del señor Puig”, dijo. ERC tampoco acepta dilaciones en la fecha, tal como recordó el secretario general adjunto del partido, Lluís Salvadó: “La consulta debe ser en 2014, sí o sí”.

Las declaraciones de Puig y Espadaler fueron el colofón a una escalada de dudas expresadas por otros dirigentes nacionalistas, que consideran imposible o muy difícil que la consulta se pueda acabar celebrando si, como todo indica, el Gobierno central recurre ante el Tribunal Constitucional cualquier intento de llevarla a cabo. El mismo secretario de Organización de Convergència, Lluís Corominas, dio por hecho la semana pasada que, en lugar de consulta, lo más probable es que acabe habiendo unas elecciones a las que CDC intentará dar un carácter plebiscitario sobre la independencia. El pasado 3 de octubre, Santi Vila, consejero de Territorio, alertó también de que Cataluña tiene “mucho que perder” con el plan soberanista.

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ERC no acepta esas dudas. Junqueras avisó a CDC de que dudar sobre la posibilidad de convocar la consulta perjudica al proceso soberanista: “No tenemos que especular sobre ningún escenario alternativo porque debilitamos la principal herramienta que tenemos, la consulta”.

Unió se sumó ayer al coro de voces que cuestionan el plan de Convergència. Mientras que el partido de Artur Mas apuesta por una consulta que pueda responderse con un sí o un no a una pregunta concreta, los democristianos insistieron ayer en que se debe abrir el foco. El dirigente democristiano y consejero de Agricultura, Josep Maria Pelegrí, insistió en que las encuestas señalan que existe un espacio de en torno al 40% de catalanes que querrían para Cataluña una vía que “no fuera un extremo u otro”.

Los republicanos también tienen respuesta para esta sugerencia: la única consulta válida para ERC debe tener “una pregunta clara y una respuesta inequívoca”, en expresión recurrente de Junqueras. Pese a la contundencia en sus respuestas, ERC relativiza las dudas que genera la consulta en CiU. Los republicanos creen que, más allá de sus declaraciones, el Gobierno catalán está siguiendo el rumbo marcado en el pacto de legislatura firmado con Junqueras. Mientras se cumplan los plazos —a finales de año se tendrá que establecer la fecha y la pregunta de la consulta—, ERC seguirá apoyando a Mas.

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