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Una bronca con Madrid en el epílogo de Pachi Vázquez

Los socialistas gallegos decidirán mañana si ratifican el órdago a la dirección de Rubalcaba

La apuesta por las primarias para elegir a su sucesor centra desde hace dos meses el azaroso mandato de Pachi Vázquez al frente del PSdeG. El partido, roto en mil guerrillas, no ha superado en estos cuatro años la derrota electoral de 2009 cuando el entonces presidente gallego, Emilio Pérez Touriño, tuvo que ceder los trastos en la Xunta a Alberto Núñez Feijóo. El aparato se apresuró a jubilar a Touriño pero buscó el relevo en su gabinete: Vázquez, consejero de Medio Ambiente y alcalde durante 20 años en O Carballiño (Ourense), el corazón del baltarismo, heredó una formación desmoralizada e infinitos problemas. Y también la sombra del exministro José Blanco, en guardia permanente por si llegaba el momento de moverle la silla. En estos últimos cuatro años, Vázquez superó dos congresos que no sirvieron para cerrar heridas. En el último,  celebrado el pasado marzo, torció el brazo al propio Blanco y a varios barones del partido como el alcalde vigués Abel Caballero, que apadrinaron la candidatura de otra exministra: Elena Espinosa.

Vázquez obtuvo el 53% de los votos y de Espinosa nunca más se supo. La paz interna duró lo que tardó en llegar una nueva derrota en las elecciones autonómicas contra el PP. El PSdeG perdió siete diputados (pasó de 25 a 18) y propició un segundo mandato para Feijóo en lo más duro de la crisis económica. La misma noche electoral Vázquez asumió la responsabilidad del batacazo sin aclarar si dimitiría. Regresaron las voces críticas que compararon su actitud con la de Touriño, obligado a dejar la secretaría general a las 24 horas de perder el poder. El llamado sector crítico, un grupo heterogéneo de dirigentes sin más proyecto en común que acabar con Vázquez y que tampoco ha sido capaz de visualizar una alternativa al debilitado líder, siguió exigiendo la cabeza del secretario general, al que sus dirigentes más cercanos ven ya de retirada. Él mantiene la incógnita mientras su legión de opositores (habitualmente desde el anonimato) sostienen que trata de perpetuarse.

En el epílogo de su mandato, hace ahora dos meses, el líder del PSdeG se sacó de la chistera la propuesta de las primarias para elegir a su sucesor, igual que antes había agitado banderas muy apreciadas entre las bases como la no acumulación de cargos dentro de la organización. Llegó entonces el choque con Ferraz puesto que la fórmula no está contemplada en los estatutos votados por una amplia mayoría (del 80%) en el congreso de hace un año en Sevilla que eligió líder a Alfredo Pérez Rubalcaba frente a Carme Chacón. Para entonces, el presidente de la Diputación de Lugo, José Ramón Gómez Besteiro, ya había dado un paso adelante en el camino hacia la secretaría general. El mentor de este, José Blanco, imputado por el Tribunal Supremo en la Operación Campeón, decidió dar dos atrás. El alcalde de A Illa de Arousa (Pontevedra), Manuel Vázquez, un hombre muy próximo a Blanco también anuncia que pujará por liderar el partido. Un tercer hombre, el exalcalde de Fene Iván Puentes, sigue tanteando sus apoyos al frente de una corriente llamada Novo Socialismo Gallego.

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Vázquez buscó durante semanas fórmulas para lograr un procedimiento experimental que permita a la militancia gallega votar por primera vez en urna a su líder. Omitió el término “primarias” y propuso una "consulta" a las bases que después debería ser ratificada en un congreso por delegados. El plan suponía bordear las normas internas para profundizar en el sistema de elección directa. Y el comité nacional, un sanedrín de 300 cargos del partido, avaló el pasado 3 de marzo la propuesta con más del 90% de los votos, pese a los reparos que ponía Madrid. Se inició entonces una negociación entre la dirección gallega y la cúpula de Ferraz que selló un pacto intermedio: la consulta previa al congreso elegiría a delegados (tal y como señalan los estatutos federales) pero en listas encabezadas por los distintos candidatos, de forma que los compromisarios ya no pudieran alterar el sistema de la votación.El procedimiento no se había llevado a cabo en ninguna otra federación.

Pero al regresar de Madrid, Vázquez se topó con un rechazo generalizado de los suyos hacia ese plan y lo fio todo a un reglamento que solventaría las dudas de sus compañeros. Las negociaciones para elaborarlo se rompieron la semana pasada porque Vázquez insistió en exigir dos votaciones: una para secretario general y otra para los delegados que acudirían al congreso. Madrid dijo no y pidió esperar al comité federal del próximo 20 de julio, lo que trastocaría todo el calendario gallego que prevé elegir al secretario general tres semanas antes. Pero Vázquez decidió tirar hacia adelante con su idea. Mañana será el comité nacional el que deba ratificar el órdago a la dirección de Rubalcaba y decidir si mantiene las primarias previstas para el 1 de junio.

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