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CiU amenaza a ERC con paralizar la consulta si no acepta nuevos recortes

La tensión por el proceso soberanista divide al entorno de Convergència

Artur Mas y Oriol Junqueras tras la firma del pacto de gobierno CiU-ERC.
Artur Mas y Oriol Junqueras tras la firma del pacto de gobierno CiU-ERC.MASSIMILIANO MINOCRI

Cataluña es la única comunidad que en estos momentos no tiene presupuestos ni un calendario claro para aprobarlos. La situación comienza a inquietar al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que hasta ahora mantenía congelada la presentación de las cuentas a la espera de la relajación del objetivo de déficit. Sin embargo, ni con un límite de endeudamiento menos drástico tiene garantizada la aprobación de las cuentas, ya que sus socios de Esquerra Republicana no están dispuestos a dar el visto bueno a nuevos recortes de calado. A la vista de que pasan los días y los republicanos siguen enrocados en el “no”, el Gobierno de Convergència i Unió lanzó ayer algo que sonó a ultimátum en toda regla para los republicanos: sin Presupuestos no se puede pensar en una consulta soberanista.

“Una cosa va ligada a la otra. Si queremos convocar una consulta tenemos que disponer de un Gobierno que la convoque, y para que haya Gobierno tiene que haber unos presupuestos y una estabilidad parlamentaria”, sentenció Francesc Homs, en la rueda de prensa posterior al Consejo Ejecutivo de ayer.

El Gobierno de Artur Mas respondió así al presidente de ERC, Oriol Junqueras, que el lunes mantuvo la incógnita sobre si su partido apoyaría las cuentas de 2013 y, sin embargo, instó al Govern a concretar la fecha de la consulta y a proponer una pregunta “clara”.

Los republicanos amagan con rechazar las cuentas aunque se relaje el déficit

Convergència i Unió espera evitar con estas advertencias tener que prorrogar más el Presupuesto del año pasado en el momento en que el Gobierno le rebaje el objetivo de déficit. Con el actual límite del 0,7% se vería obligado a recortar 4.400 millones de euros, algo que nadie en la Generalitat considera asumible. El objetivo declarado es que el Gobierno central transfiera a las comunidades autónomas un tercio del déficit total que autorice la Unión Europea. De manera que en caso de lograr una relajación del déficit hasta el 6% las comunidades autónomas pudieran tener un 2%. Este es el principal objetivo político de Artur Mas a corto plazo y es lo que explica su súbito cambio de actitud respecto a la relación con el Gobierno central. La voluntad de diálogo que ahora exhibe la Generalitat, y que podría concretarse en una próxima reunión entre el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y Artur Mas, se enmarca en este contexto.

Pero la Generalitat es consciente que, en el mejor de los casos, también tendrá que hacer recortes, puesto que el año pasado logró cerrar con un 1,96% de déficit a base de grandes privatizaciones de empresas públicas, como la empresa suministradora de agua del área de Barcelona. Homs se encargó ayer de recordar que operaciones de este tipo difícilmente podrán repetirse y que tampoco los nuevos impuestos que quiere introducir la Generalitat permitirán eludir nuevos recortes. De ahí la presión sobre Esquerra Republicana para que apruebe las cuentas.

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Pero no solo hay tensiones entre CiU y ERC. También las hay entre Unió y Convergència, así como en el entorno del partido de Mas. Cada vez hay más partidarios de negociar con Rajoy una salida dialogada al conflicto frente a los que piden establecer pronto una fecha para una hipotética consulta de autodeterminación. La urgencia o no de esta consulta es el denominador común de estas tensiones, que ayer se manifestaron en dos frentes.

Crecen los defensores del diálogo con Rajoy y de aplazar la consulta soberanista

El primero lo protagonizó Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural, la entidad próxima a CDC que, junto a la Asamblea Nacional Catalana, ha marcado el camino de los nacionalistas por la senda soberanista. Casals, en una entrevista en la agencia ACN, se alineó con los sectores moderados de CiU que rechazan forzar la celebración de la consulta con una fecha concreta, especialmente mientras dure la crisis económica. “Entendemos que puede haber circunstancias políticas que hagan modificar el calendario”, dijo Casals. Horas más tarde, un comunicado de Òmnium matizaba las palabras de su propia presidenta: “En ningún caso consideramos aplazable la celebración de una consulta sobre la independencia de Cataluña”, rezaba la nota.

Las disensiones también alcanzaron a los dos socios de la federación CiU. El pasado fin de semana Unió planteó la posibilidad de retrasar la consulta, prevista para 2014, si no mejora el escenario económico, a lo que el secretario de Organización de CDC, Josep Rull, se opuso rotundamente en público.

El secretario general de Unió, Josep Maria Pelegrí, consejero de Agricultura del Gobierno catalán, devolvió ayer la pelota con una andanada en toda regla contra Rull, a quien acusó de estar “obsesionado” en criticar a Unió y de salir a “morder” cada vez que habla un dirigente democristiano. Con este panorama de enfrentamiento, el Gobierno catalán tuvo que aclarar que las discrepancias entre Unió y Convergència “no ponen en peligro la unidad del Gobierno catalán”.

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