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Puigdemont en Gante: “No tengo vocación de símbolo”

El expresidente afirma que respetará la decisión del Parlament si opta por investir a otra persona

Álvaro Sánchez
Carles Puigdemont al comienzo de su discurso en Gante.
Carles Puigdemont al comienzo de su discurso en Gante.Delmi Alvarez

Tres semanas después de su última aparición pública en Lovaina, Puigdemont vuelve a entrar en escena con un acto en Gante. El expresidente ha intervenido este martes ante las juventudes del partido liberal flamenco Open VLD. En la charla que ha mantenido con más de un centenar de estudiantes y simpatizantes de la formación, el político catalán omitió dos temas centrales: no se refirió a la marcha de Anna Gabriel a Suiza ni al acuerdo para investir a Jordi Sànchez, actualmente en prisión. Sí habló en cambio sobre su futuro político ante los nuevos equilibrios en marcha: rechazó que los repartos de poder vayan a convertirle en una lejana figura decorativa. "No tengo vocación de símbolo. Mi autoridad viene de una decisión del Parlamento catalán", afirmó. Esa declaración de intenciones vino acompañada de una coletilla hasta ahora inédita en su discurso: aceptará que otra persona tome el mando de la Generalitat siempre y cuando los diputados opten por esa fórmula. "Si mi parlamento decide no renovar su confianza en mí, terminaré mi mandato", sentenció.

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El expresident dice sentirse respaldado, pero se ha mostrado dispuesto a acatar la voluntad del hemiciclo, en el que descarga todo el peso del nombramiento del futuro president. "Si el Parlament decide otra cosa lo respetaré, pero tengo la mayoría para ser reelegido. La mayoría de diputados catalanes quieren nombrarme presidente de esta nueva etapa". Puigdemont dijo ver cercano el escenario de un acuerdo que desbloquee la situación y ponga fin a la aplicación del artículo 155. "Debemos encontrar una solución para continuar desarrollando la república catalana y gestionar la autonomía".

Durante su alegato en el edificio del archivo liberal de Gante, se ha autoexculpado de toda responsabilidad en la brecha social abierta en Cataluña, y ha utilizado la polémica desatada en torno a la reciente visita de Felipe VI al Mobile World Congress para sugerir que la fractura forma parte de la genética de la democracia. "El rey de España estuvo en Cataluña y eso creó división. La idea de la monarquía crea mucha división en la sociedad, pero no es un drama. Las sociedades democráticas están divididas". También restó importancia a las consecuencias económicas de la independencia: "Si recuerdan las predicciones apocalípticas sobre lo que ocurriría con Reino Unido tras el referéndum del Brexit, la economía británica debería estar hundida. No es tan evidente", señaló pese a que el propio Gobierno de Theresa May admite que su salida del club comunitario dañará la economía.

Los asistentes le plantearon una veintena de preguntas, en las que se explayó íntegramente en inglés, con un tono sosegado pero empleando la retahíla de argumentos habitual desde que arribó a Bélgica. Acusó a España de no respetar la separación de poderes. Sembró dudas sobre la posible salida de Cataluña de la UE en caso de independencia aunque así lo han repetido una y otra vez todas las instituciones comunitarias. Atacó a la Comisión Europea por cerrar filas con España. Citó el artículo 10 de la Constitución para amparar su particular visión de los derechos humanos. Puso en duda la credibilidad de los medios de comunicación. Y acusó a Rajoy de inmovilismo: "En nuestra última reunión hace año y medio le dije que estaba listo para escuchar y discutir alguna propuesta para Cataluña.  Su respuesta fue 'no puedo'. Y tras un silencio dramático añadió: y tampoco quiero".

Ante el público belga, Puigdemont evitó trazar paralelismos entre ambos países. "España no es Bélgica. No ha habido propuesta de reforma de la Constitución para acomodar las ideas del pueblo catalán", contrapuso. Y agradeció al primer ministro, Charles Michel, su rechazo a la violencia policial del 1-O obviando que semanas después el líder belga dejó claro públicamente que es partidario de que Puigdemont responda de sus actos ante la ley como cualquier otro ciudadano.

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Desde su llegada a Bruselas, se trata de la primera vez que Puigdemont acude a un acto organizado por un partido ajeno al nacionalismo flamenco. Hasta el momento había participado en numerosos eventos de la N-VA, su gran aliado, pero la formación liberal flamenca Open VLD se encuentra, a priori, en las antípodas ideológicas: a finales de enero rechazó que pronunciara su discurso de investidura desde el parlamento flamenco. Las juventudes liberales han justificado la invitación en nombre de la libertad de expresión, y la han comparado con la visita del líder iraní Mahmud Ahmadineyad a la Universidad de Columbia en Nueva York en 2007. "Creemos que todas las voces merecen ser escuchadas para favorecer un diálogo crítico", defienden. Los liberales se han desvinculado de cualquier simpatía con la causa independentista. "La invitación no significa que compartamos sus ideas ni que tomemos posición en el debate que se está desarrollando en España y más allá", aclaran.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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