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Históricos dirigentes del PSOE advierten del riesgo de abusar de las consultas a la militancia

El nuevo reglamento socialista obliga por primera vez a recurrir a las bases

El secretario general de PSOE Pedro Sanchez en la reunion de la Ejecutiva en Ferraz junto a Cristina Narbona y Adriana Lastra.
El secretario general de PSOE Pedro Sanchez en la reunion de la Ejecutiva en Ferraz junto a Cristina Narbona y Adriana Lastra. Carlos Rosillo

Dirigentes históricos del PSOE advierten que un uso excesivo de las consultas a los militantes puede dejar al partido sin debate interno y con un secretario general sometido a menos controles. El nuevo reglamento socialista, que se aprobará el próximo sábado en un comité federal, obliga por primera vez a consultar pactos de gobierno a las bases del partido y permite a la ejecutiva federal preguntar directamente a los militantes siempre que lo desee. Este tipo de democracia directa facilita que el líder legitime sus decisiones sin tener que contar con órganos intermedios, como el comité federal o las ejecutivas autonómicas.

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La legitimidad entre la democracia representativa y la plebiscitaria será uno de los retos de la ejecutiva: "No sé si se resuelve adecuadamente", opina José María Barreda, diputado y expresidente de Castilla-La Mancha, y añade: "Contraponer la democracia representativa a la directa implica graves riesgos hacia el populismo y el caudillaje". Sin una presencia fuerte de órganos intermedios, el control del líder se debilita. Es el secretario general quien maneja los tiempos y se legitima con las bases: "El control al líder es muy difícil de llevar a cabo con la participación directa de los afiliados", afirma el exministro de Educación José María Maravall.

La presentación del reglamento interno del partido ha adquirido una importancia notable desde su presentación el pasado lunes. En Ferraz aspiran a ser pioneros y que sea incluso un modelo para la vida política española: "Hay una exigencia de la sociedad: que las instituciones democráticas deben articular espacios de participación", defendió el secretario de organización, José Luis Ábalos.

Algunos dirigentes históricos del PSOE creen sin embargo que los reglamentos no son algo necesariamente para presumir en público: "Los reglamentos internos de los partidos están bien para consumo interno, pero a la sociedad le importan un bledo porque se da cuenta que eso no resuelve sus problemas", señala Javier Rojo, expresidente del Senado. El momento escogido para llenar titulares puede dar una idea equivocada a la ciudadanía de las prioridades del partido: "Hoy la vida política en el país es plana, la gente espera respuestas de los partidos y el PSOE debería haber estado más contestando los problemas de la gente y no con problemas de tipo interno", considera el exministro de Exteriores Javier Solana.

La petición de mayor participación de los ciudadanos en decisiones políticas y en la vida de los partidos se extiende, pero el encaje no es sencillo: "El equilibrio es complicado. No me gusta abusar del referéndum porque creo que la democracia representativa debe ser representativa, pero no me cabe duda que los partidos tienen que ser más abiertos", reflexiona el exministro Javier Solana. El nuevo reglamento da también más peso a la ejecutiva como último responsable a la hora de convocar consultas, lo que le da un poder que, para el exsecretario de organización Marcelino Iglesias, debe usar con cuidado: "La clave será administrar de una manera equilibrada y sensata la autoridad suprema de la ejecutiva con las consultas".

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La militancia tiene por formación, intereses y preocupaciones un perfil distinto respecto a los dirigentes: "Históricamente las bases del partido se han situado más a la izquierda que sus dirigentes", señala Barreda. La responsabilidad que se adquiere con el conocimiento del cargo va unida, para Barreda, al reto de tomar decisiones complejas: "Una vez elegidos los dirigentes se moderaban por la responsabilidad de gobierno de la dirección de una gran organización y su posición les obligaba a un ejercicio de realismo".

El nuevo reglamento del PSOE distingue también el poder que dan a los militantes: su opinión será vinculante en coaliciones de gobierno e investiduras, pero para la elaboración de las listas la ejecutiva federal tendrá la última palabra. "Me parece una contradicción", apunta Javier Rojo, expresidente del Senado. "No entiendo que empoderes a los militantes para algo tan importante como las coaliciones, pero no para los miembros de una lista, a quienes conocen mejor porque son sus dirigentes y comparten federación", añade.

El equilibrio de poder entre la ejecutiva federal y las baronías es un debate histórico y repetido en el PSOE: "A la ejecutiva este reglamento le da una gran autoridad y me parece bien", dice Iglesias. Pero no siempre ha sido así: "El modelo presente es resultado también de un fenómeno que es un gran proceso de transferencia a partir del año 84 que dio mucho poder a los presidentes regionales", recuerda Maravall. Aquella organización hacía difícil tomar decisiones federales: "Se crearon muchos poderes oligárquicos y era muy difícil imponer una línea central", añade.

La participación activa de los militantes en el nombramiento de delegados a los congresos hará que las direcciones locales tengan menos control: "Me parece un paso adelante enorme para el partido porque hay mucha más democratización de la representación en las estructuras congresuales", aporta el exministro de Obras Públicas Josep Borrell. La unificación del criterio a la hora de pedir avales para presentarse a procesos internos es otro punto a favor según Borrell: "Está muy bien que se fije un criterio único sobre el porcentaje de avales para todas las federaciones".

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