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La soldado de Antequera denuncia un intento de agresión sexual anterior a la supuesta violación en el cuartel

La policía tomó declaración como investigado a un compañero por estos hechos y lo dejó en libertad

Vista del bar de Bobadilla (Antequera) donde estuvo la soldado supuesta víctima de una violación.
Vista del bar de Bobadilla (Antequera) donde estuvo la soldado supuesta víctima de una violación.DANIEL PÉREZ (EFE)

La soldado del Ejército del Aire de la base de Bobadilla, en Antequera (Málaga), que ha denunciado que supuestamente fue drogada y violada por varios compañeros, según su abogado, la madrugada del pasado 11 de diciembre sufrió un presunto intento de agresión sexual por parte de un militar en el mismo acuartelamiento unos meses antes, en septiembre. La víctima puso estos últimos hechos en conocimiento de la Policía el 22 de diciembre, en una ampliación de la denuncia en la que dijo que podía haber sido drogada. Según consta en el escrito, lo hizo tras hacer entrega de la comparecencia que había realizado ante el comandante del recinto militar.

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Fuentes de la investigación han explicado que la soldado puso nombre y apellidos a este supuesto agresor y que la policía le tomó declaración como investigado, aunque lo dejó en libertad. Los dos casos se investigan en los juzgados 1 y 2 de Antequera y en el Juzgado Togado Militar 21 de Sevilla. El letrado de la víctima, Javier Rincón, del bufete Rinber Abogados, ha informado de que el órgano militar ha citado el próximo miércoles a dos soldados para tomarles declaración, aunque va a pedir que se suspendan las comparecencias porque pretende que la jurisdicción militar actúe desde Málaga.

La mujer, de 35 años, relata lo siguiente sobre el episodio de septiembre denunciado. Una noche de ese mes se quedó a dormir en la base de Bobadilla, donde está destinada desde hace ocho años, y un compañero la cogió por el pasillo, la “empujó” hasta su habitación y empezó a besarla. A ella “no le desagradó (sic) que la besara", pero le dijo que no quería mantener relaciones sexuales “completas”. Él la habría tirado sobre la cama, aunque la soldado logró zafarse porque en ese momento entró otro compañero en la habitación.

El militar volvió a abordarla en el pasillo y la introdujo de nuevo en el dormitorio. Ella le pidió que la dejara, “que si no gritaba y se iba a enterar todo el mundo”, se lee en la denuncia. Sus peticiones para que cesara su actitud fueron reiteradas. Consentía en besarse, pero “nada más”. El militar continuó “con los tocamientos”. Le bajó los pantalones e intentó “tener acceso carnal” con la soldado, pero no pudo concluir porque ella “no se dejaba”.

La mujer pudo salir de la habitación y en ese momento no quiso informar de lo que había pasado porque “le daba vergüenza” por lo que pudiesen pensar sus compañeros. “No quería que su reputación resultase dañada, ya que era muy vergonzoso para ella”, continúa la denuncia.

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La víctima ha denunciado tanto en el juzgado ordinario como en la jurisdicción militar una supuesta agresión sexual en grupo por parte de compañeros, según ha indicado su abogado. Por estos hechos no hay detenidos. El 12 de diciembre, en su primera denuncia, trasladó a la policía sus sospechas de que podía haber sido drogada en un bar mientras estaba de fiesta con otros militares por la festividad de la Virgen de Loreto, patrona de las fuerzas aéreas, dos días antes. Ella consumió en el pub dos copas y varios botellines de cerveza, aunque no sabe precisar la cantidad. Sí recuerda que “tenía un sabor amargo” y que en un momento determinado fue al baño y dejó la cerveza en la barra, donde estaban un cabo y un sargento.

Tiene una laguna mental desde la medianoche hasta el día siguiente. Sabe, por un soldado amigo, que esa noche llegó a la base sobre la una de la madrugada y que él mismo le puso el pijama y la metió en la cama porque iba “perjudicada”. Al día siguiente tenía “un fuerte dolor de cabeza” y, por sugerencia de dos compañeros por si había sido drogada, se hizo una prueba que dio positivo en barbitúricos. Se lo comunicó al teniente de enfermería.

La soldado amplió su testimonio ante la policía el 22 de diciembre. Había recordado estar rodeada de un grupo de compañeros en el bar. Uno de ellos se acercó “más de lo debido” y empezó a acariciarle la pierna. Luego notó otra mano que le tocaba el muslo desde atrás y ella le dio un manotazo. Otros dos le dijeron al oído: “Es que no veas cómo vienes”. La mujer precisa que son “recuerdos confusos” y que cree que en ese momento, en que se sintió “como un cacho de carne”, ya debía estar supuestamente drogada.

“Poco a poco” va rememorando algunos detalles de lo que pasó esa madrugada e hizo una última ampliación de la denuncia el pasado 16 de enero. Tiene “vagos recuerdos” de que la luz de la habitación está encendida y un hombre “de tez morena” la movía “mientras la cogía del brazo y le decía cosas”. Notó también “una respiración” y el contacto en el costado izquierdo de otro individuo, que era “más grande” que el anterior.

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